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  • Cacho Viglione, el electricista del automotor más famoso de zona sur, cuenta su vida y obra

    » La Capital

    Fecha: 06/01/2025 16:25

    A los 82 años y 70 en el oficio, Jorge Viglione aparece entre los electricistas de automotores más antiguos de Rosario, con más de medio siglo en su taller Hay equipo. Cacho, con su gente, en el taller de Tablada. A los 82 años, con casi 70 en el oficio, Cacho Viglione aparece como uno de los electricistas de camiones y autos más antiguos de Rosario, con más de medio siglo en su taller enclavado en uno de los confines de Tablad a, en el límite con la República de la Sexta. Nacido el 25 de mayo de 1942 en una casa chorizo de Hilarión de la Quintana y Bermúdez, en el corazón del Saladillo. Jorge Alberto Viglione -a quien todo el mundo conoce por Cacho- es hijo del lechero Alfredo y de Libera Maltagliatti. Aunque la fecha de nacimiento que da es la del día en que lo anotaron, porque en rigor, aciò el 24 de abril... -¿Y te salvaste? -Sí, pero no por eso. Mi hermano hizo el servicio militar en la Marina, que eran dos años, y cuando volvió se casó y yo quedé como único sostén y me salvé. -¿Tenés algún parentesco con Gabino Sosa? -Sí, a mi tía Carmen, la esposa de mi abuelo y que era una mendocina descendiente de los indios Huarpes, Gabino Sosa le decía “tía”. -¿Gabino Sosa era su sobrino? -Gabino venía a mi casa. Gabino Sosa vivía en pedo en mi casa. Mi abuelo tenía un tambo en Soldini, de donde traían la leche en un carro con cuatro caballos hasta mi casa, y de ahí salían a repartir. >>Leer más: Corazón de Tablada, un comedor que alimenta a 200 personas con una historia de trabajo y sacrificio Memorias de otra Rosario -¿Había un Patio de los lecheros en Ayacucho y Estado de Israel, a una cuadra al sur de la Estación de Trenes La Bajada? -Sí, ahí había un lugar donde los lecheros iban a descargar la leche del tren. -¿Tu abuelo tenía un equipo de fútbol en el Saladillo? -Mi abuelo, Francisco Viglione, tenía un equipo de fútbol en su casa, Argentino Sporstmen, donde jugaban todos los jugadores que después fueron a Central Córdoba y ganaron la Copa Beccar Varela, en el 34. Gabino Sosa vivía en pedo en mi casa. -¿Es verdad que un día Gabino pidió una muñeca para la hija? -Sí, es verdad. -¿Cómo era Gabino? -Mi abuela lo tenía cagando. Mucho no quería venir porque mi abuela no quería saber nada con que chupara. -¿Cómo era la camiseta de Argentino Sportsmen? -Era celeste y blanca a rayas, con un cosito negrito. -¿Qué jugadores de Central Córdoba jugaban en Argentino Sportsmen? -Ahí jugaban Gabino Sosa y “Mazzola” Constantino, que hizo los dos goles en la final de la Copa Beccar Varela. -¿Tenían una cancha? -Donde yo vivía eran todos campitos. -¿Cuál era el clásico de Argentino Sportsmen? -El clásico era con Coronel Aguirre, el equipo de Villa Diego. Y cómo se agarraban a trompadas. -¿Cómo era el Saladillo en tu infancia? -De lo que más me acuerdo es de las quebradas, donde vivíamos cuando éramos pibes. -¿Las quebradas estaban cerca del actual brazo seco del Saladillo? -El brazo seco pertenecía a las quebradas. Pero las quebradas era por avenida Arijón pasando el puente del Saladillo, te metías adentro y ahí estaba El pozo de la muerte. Era un pozo campana. -¿Ahí no te tenías que tirar? -Y ...pero nos tirábamos. >>Leer más: Carlos Ismael, memoria viviente de una Tablada "llena de terrenos baldíos" Viejos oficios -¿Cómo era el trabajo de tu viejo? -Mi viejo era lechero. Mi abuelo tenía un campo donde está La Carolina, Ibamos con la jardinera por el Camino viejo a Soldini, al lado del arroyo Saladillo, que pasaba por el medio del campo, pasando el terraplén, que era la vía que bordeaba el arroyo y venía de la Estación La Bajada, doblabas a la derecha y te ibas a Soldini o doblabas a la izquierda y estaba la tranquera del campo de mi abuelo. No sabés lo que era el agua del Saladillo, era parecido al agua de la laguna Melincué, bien salada. -¿Qué te acordás del barrio Saladillo de entonces? -Me acuerdo del Club Saladillo, de los bailes de Carnaval. Era un barrio de mucha gente trabajadora del Frigorífico Swift donde los polacos trabajaban en la cámara fría porque otros tipos no lo aguantaban. Los polacos estaban acostumbrados al frío, por eso fundaron Pueblo Nuevo y la Sociedad Polonesa, que está todavía. 80789641.jpg Hay equipo. Cacho, con su gente, en el taller de Tablada. -¿Cómo empezaste en el oficio de electricista automotor? _A los 13 años, cuando terminé la primaria en Los curas, de Villa Diego, mi viejo me dijo: “¿Vas a estudiar o a trabajar?” «Voy a estudiar», fui al Industrial 2 (luego la Técnica 3) y no me gustó. Fui a aprender electricidad, que era la base, pero no electricidad del automóvil, que era la que me gustaba. La mecánica no me gustaba entonces me fui. Entonces mi viejo me llevó a hablar con un tío mío, Alfredo Giannacaro, que tenía el mejor taller de electricidad de Rosario, en Balcarce entre Whellright y Güemes. -¿Cómo fueron tus comienzos en el oficio? -A los 13 años entré a trabajar con Giannacaro, que era un tipo muy inteligente, que fue mi maestro, y ahí aprendí el oficio y trabajé hasta los 20, cuando me salvé de la colimba y me fui a trabajar con mi suegro, que tenía el Taller Integral, un taller muy grande que tenía de todo: mecánica, electricidad, chapería, tapicería. Vos entrabas ahí y salías con el auto como nuevo. Estaba en Zeballos entre Paraguay y Presidente Roca. -¿Por qué trabajabas más con los camiones? -Porque cuando un auto recorre mil kilómetros un camión recorre 10 mil. >>Leer más: De Tablada al mundo: el parque huerta pionero con el que Rosario ganó un premio internacional Taller propio -¿Cómo te independizaste? -Cuando yo trabajaba ahí iban los camiones y no teníamos lugar. No sabés los quilombos que se armaban. Andaba buscando un galpón y mi amigo Oscar Povidori, que tenía un taller, vendió todo y se fue a trabajar a Las Vegas, donde hizo mucha plata, el mismo que ahora, que tiene 78 años, me vino a visitar. Oscar se fue a Norteamérica y no vino más. Allá arreglaba solamente Ferrari, Alfa Romeo, Mercedes Benz -¿Cómo compraste el primer local? -El primo de Oscar, que también era mecánico, se iba a Norteamérica a poner un taller en Los Angeles. Oscar trabajaba conmigo y me contó que se iba probar suerte a Estados Unidos, a ver qué pasaba. “Andá a ver y nos vamos todos”. Se fue a Los Angeles y después a Las Vegas, donde empezó casi con el crecimiento de la ciudad. -¿Cómo surgió la posibilidad de mudarte? -Ahí tenía muchísimo trabajo con los transportes, como ahora. Nunca dejé de tener trabajo. 80789651.jpg >>Leer más: Orlando Belloni, el pintor secreto de Tablada -¿Cómo era Tablada cuando llegaron al barrio? -Eran todas canchas por 27 (de Febrero), donde en Necochea estaba la cancha de La Fe, donde se armaban cada quilombos. Eran todos terrenos baldíos donde armaban canchitas y veníamos a jugar, pero la cancha en serio era la de La Fe. Me acuerdo que venían los escuadrones de la policía montada, con esos cascos como los de los alemanes, y un día que se armó quilombo a un cana le pegaron un botellazo en la cabeza, le sacaron el casco y lo bajaron del caballo. De acá salieron muchos jugadores, como los hermanos De la Matta, que vivían enfrente de La Fe, en Colón entre 27 y Ocampo. Y después vinieron los campeonatos Evita, donde Morning Star salió campeón con Yudica y Puppp con Evita Estrella de la Mañana -¿Cómo llegaste a esta esquina? -En esta esquina compré dos terrenos a (la Cooperativa) Coopereste porque el tipo que los venía me dijo que los tenía para mí. Era un empleado de Coopereste y como me conocía del taller, un día yo venía a ver un partido a la cancha de La Fe y me paró en la esquina y me dijo: “Cacho vení que tengo algo para vos”. «No, dejame, piojos tengo». “No, metete, que lo pagás en cuotas”. Me convenció, me hizo sacar un crédito y me vendió estos dos terrenos en el 72. -¿Cómo era el barrio? -Gálvez estaba cerrada, ya estaba la (Escuela)Vigil, la única calle que cruzaba la vía era Alem y estaba Coopereste en Alem y La Paz. -¿Sos uno de los electricistas más antiguos de Rosario? -Creo que sí. Voy a cumplir 83 años, empecé a los 13, así que tengo casi 70 años en el oficio. Los muchachos que trabajan conmigo, Daniel (Gracia) y José (Chiarotti) están hace 50 años. Por eso digo que somos compañeros y no son empleados. -¿Quien fue tu primer cliente? -Mi primer cliente fue el cerrajero Sappietro, un artesano que agarraba un fierro y hacía lo que quería. Todos los cerrajeros que vinieron después salieron de su taller, donde aprendieron con él. Sabía un montón y era un gran muchacho. Mi primer trabajo en el taller de Alem y Viamonte fue ese. Le dije que por ser mi prime trabajo no se lo iba a cobrar, entonces me trajo 200 pesos, que tengo enmarcados. Era un trabajo de 50 pesos y me trajo 200 y me dijo: “Vas a tener suerte acá y San Cayetano te va a ayudar”. El otro día vino el hijo de Sappietro, le mostré esos dos billetes pegados y se le caían las lágrimas. >>Leer más: El aeropuerto de Rosario busca su mercado: ya tiene más vuelos internacionales que de cabotaje -¿Te arrepentiste de no haberte ido a Estados Unidos? -No. Yo soy muy familiero. -¿El oficio se aprende mirando? -Mirando y estudiando. Si no estudiás... -¿Después seguiste estudiando? -No, si no hubiera sido por Daniel y José, y por mis hijas Jorgelina y Betina, yo no estaría trabajando. Tendría que haber seguido estudiando, pero no podía. Hubo épocas muy buenas, pero también hubo otras muy malas. Hubo que luchar mucho. Tan es así que Daniel se había ido a trabajar a General Motors y José se había puesto una panadería y al poco tiempo me vinieron a hablar si podían venir a trabajar y nos vinimos acá. Después ellos trabajaban acá y estudiaban electrónica, así que están en la pomada. No se recibieron, pero hicieron cursos en el Politécnico. Si no fuera por ellos dos no habría seguido, como les pasó a muchos colegas de talleres grandes, que tuvieron que cerrar. -¿Sos hincha de Newell's? -Un poquito (se ríe). Tengo esta foto con (el extécnico) Juan Carlos Montes, que me sacó el Gordo Boeri, el fotógrafo de El Gráfico, de Ocampo y Ayacucho. Y el otro soy yo cuando tenía pelo.

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