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  • La belleza de la semana: “La adoración de los magos” por 5 maestros del arte

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 06/01/2025 04:53

    La belleza de la semana: “La adoración de los magos” por 5 maestros del arte Llegaron ya, los reyes eran tres... pero las obras sobre esta temática, cientas. Marca la tradición que los Reyes Magos traen regalos a los niños, quienes deben dejar pasto y agua para los camellos cansados y algún alimento para los gentiles hombres. Todo tiene un origen cristiano, ya que se recrea el relato del Evangelio de Mateo, donde estos personajes llegan al lugar donde se encontraba el niño Jesús, guiados por una estrella, en un episodio conocido como la Adoración de los Reyes. Cuentan lo mayores que hace no muchas décadas atrás, la celebración de reyes era realmente importante, incluso más que la Navidad en eso de dar regalos a lo menores. En elgún punto, eso cambió, pero dejemos eso para los reyemagólogos que acá estamos por el arte. La Adoración fue un episodio retratado por muchísimos pintores desde el siglo XIII y, de hecho, es sobre todo gracias a la iconografía artística y a las fuentes no canónicas que los reyes fueron ganando en presencia con los años, porque de por sí lo narrado en la Biblia es más bien escueto. Así, de estas leyendas, por ejemplo, todas de la Edad Media, se identificó que provenían del Oriente y el hecho de que fueran reyes exóticos era una prueba más de que ese niño nacido en Belén era el verdadero rey de reyes y que reinado era sobre toda la humanidad. Con el tiempo, se estableció que simbolizaban los tres continentes conocidos en la época: Europa, Asia y África y aparecieron lo nombres, como se canta en la Misa Criolla de Ariel Ramírez: Melchor, Gaspar y el negro Baltasar... Gentile d Fabriano Son pocos los “artistas de iglesia” a los que se considera maestros. Poquísimos. A veces sospecho que es porque sus obras se pierden en la majestuosidad de la arquitectura de la época, pasan a ser un ornamento más y, por otro lado, no circulan en el mercado de subastas. Pero sin dudas a este italiano debería considerárselo. Boceto de Giorgio Vasari representando el rostro de Gentile da Fabriano (ed. 1848) Es verdad que es una pintura muy de su tiempo, con ese dorado bizantino extraordinario, aunque logra dar volumen y una expresividad poco común a sus personajes. Da Fabriano (1370-1427) fue uno de los principales exponentes del llamado “estilo gótico internacional”, que refiere al momento -finales del siglo XIV y principios del XV- en que los pintores comenzaron a viajar por Europa para crear una estética común para la realeza y la nobleza. El ascenso de la burguesía como clase social emergente marcó un cambio estético rotundo durante la Baja Edad Media que, al contrario del lugar común que instaló el cine, fue un tiempo de grandes avances, construcciones, conocimiento y arte. Fue un pintor itinerante, que prefería moverse para encontrar trabajo en las cortes antes que quedarse establecido en un taller. Su pintura poética y fabulosa, el gusto por la línea y un uso incomparable de los elementos decorativos lo llevaron a la cúspide de la escuela italiana de la época, recibiendo encargos de prestigio. Al visitar Florencia, entró en contacto con el naciente Humanismo en el arte y, aunque sin renunciar al estilo propio, inició una consciente transición entre el decorativismo tardogótico y la esencia renacentista. "Adoración de los Reyes", de Gentile Gentile da Fabriano, en las Galería de los Uffizi En sus obras coexisten una representación más realista de la naturaleza, los animales, las plantas y las personas, generando obras que exaltaban el lujo y la fastuosidad de los grandes señores de la época, pero a la vez lo hizo desde una perspectiva realista, minuciosa, en la que se “pueden tocar” las texturas. El retablo sobre madera Adoración de los Reyes (1423) fue realizado para la Capella Strozzi de Santa Trinità, de Florencia, y desde 1919 se encuentra en la Galería de los Uffizi. Sandro Botticelli Todo el mundo conoce a este pintor de la primera fase del Renacimiento, el Quattrocento italiano, por su El Nacimiento de Venus, sin dudas una obra que trascendió hasta convertirse en un objeto pop. Autorretrato de Botticelli en "Adoración de los magos" Pero su nombre, por más que parezca extraño, cayó en el olvido y se lo consideró por siglos como un artista menor, hasta una recuperación que comenzó a finales del siglo XIX de la mano de la maravillosa -vengan de a uno- Hermandad prerrafaelita. Bautizado como Alessandro Filipepi (1445-1510) fue, en su tiempo, un pintor bien reputado, que realizó muchas obras de tinte religioso, sobre todo centradas en la madonna, la virgen María y que tuvo un contacto estrecho con la poderosa e influyente familia Medici, quienes pusieron cuatro Papas de su linaje en Roma, para quienes realizó gran cantidad de trabajos. De hecho, en esta Adoración de 1475 conviven tanto elementos religiosos como comerciales e incluso un autorretrato. La pieza fue hecha a pedido para la capilla funeraria de Guasparre di Zanobi del Lama, conocida como la Capilla Lami, en la iglesia de Santa Maria Novella, en Florencia, aunque se encuentra en la Galería de los Uffizi. Realizado al temple sobre tabla, la pintura incluye retratos de miembros de la prominente familia, quienes aparecen representados como los Reyes Magos y otros personajes: Cosme de Medici, conocido como “el Viejo”, ocupa un lugar destacado como el mago arrodillado frente a la Virgen; su hijo, Pedro, apodado “el Gotoso”, es el segundo mago, identificado por su manto rojo y su posición central, mientras que Juan, hermano de Pedro, aparece como el tercer mago, situado a la derecha, en diálogo con Pedro. "Adoración de los Magos", de Sandro Botticelli, en la Galería de los Uffizi El dato curioso es que cuando se realizó la obra los tres familiares “Reyes Magos” estaban muertos. En ese momento, el gobierno estaba en manos de Lorenzo de Medici, lo que subraya el carácter simbólico de la pintura, que no solo celebra la memoria de los Medici, sino que también reafirma su legado y su influencia en la ciudad. El mismo Lorenzo, conocido como “el Magnífico”, aparecería con un jubón rojo y apoyado en su espada, aunque para algunos historiadores ese podría ser Juliano, hermano de Lorenzo, quien a su vez podría ser el hombre vestido de oscuro en el centro del grupo de la derecha, quien también ha sido identificado como Juliano, asesinado durante un complot para quitarlos del poder conocido como la conjura de los Pazzi. En fin. Más allá de esta caracterización que muestra su fidelidad a la potente famiglia, como era un clásico de la época, Botti representó a quien le encargó el trabajo: Guasparre del Lama, el hombre de cabello canoso que aparece en el grupo de la derecha, mirando directamente al espectador y señalando con el dedo. Pero sin dudas, quien más nos interesa es el propio artista, quien aparece en el extremo derecho, vestido con un manto amarillo, mirando al público. Este autorretrato no solo refuerza la conexión personal del artista con la obra, sino que también subraya su posición como un creador destacado en el entorno cultural y político de Florencia. El Greco El griego Doménikos Theotokópoulos (1541-1614) desarrolló una carrera que abarcó tres contextos culturales distintos: el bizantino, el renacentista italiano y el manierista español. Su obra, que evolucionó hacia un lenguaje visual profundamente personal, también fue despreciada, considerada excéntrica y marginal, pero revalorizada en el siglo XX. "Retrato de un caballero anciano", considerado autorretrato de El Greco (Museo Metropolitano de Arte de Nueva York) El Greco comenzó su formación artística en Creta, donde se destacó como un maestro en la pintura de iconos bajo el estilo posbizantino, predominante en la isla; a los 26 se trasladó a Italia, donde residió durante una década. En Venecia, se empapó del estilo de los grandes maestros del Alto Renacimiento, como Tiziano y Tintoretto, adoptando técnicas como la pintura al óleo y una rica paleta cromática. Luego pasó por Roma, donde estudió el manierismo de Miguel Ángel, cuya influencia sería determinante en la configuración de su estilo. En 1577, El Greco se estableció en Toledo, España, ciudad que se convertiría en su hogar y el epicentro de su producción artística hasta el final de su vida. Es en España, sin dudas, donde su obra adquirió un carácter distintivo que lo separó de sus influencias, con esas figuras alargadas, de proporciones estilizadas y expresiones intensamente emotivas, que aparecen en escenarios indefinidos y envueltas en contrastes cromáticos vibrantes. "Adoración de los Magos" (1565), de El Greco, en el Museo Benaki Durante su carrera realizó tres versiones de la Adoración de los Magos: la de alrededor de 1565, en su etapa cretense, que se encuentra en el Museo Benaki, de Atenas, y dos muy parecidas, circa 1568, que se encuentran en el Museo Soumaya. Fundación Carlos Slim, Ciudad de México y la otra en el Museo Lázaro Galdiano, de Madrid. Lamentablemente, no se conoce una versión de su etapa española. El del Museo Benaki revela su transición entre la “maniera greca” y la pintura renacentista, por la pérdida de rasgos propios de los iconos bizantinos, y por el uso de modelos venecianos. Aunque el artista no abandona el uso del pan de oro, las figuras resultan más naturales e introduce la perspectiva y el movimiento en la composición. Es contraversial su fecha de realización ya que, a ciencia cierta se desconoce, pero se cree que fue realizada para un cliente veneciano cuando aún vivía en Creta. "Adoración de los Reyes", de El Greco (Museo Soumaya) En los otros dos trabajos, realizados en óleo sobre tabla, se destacan elementos que reflejan tanto las influencias artísticas de su tiempo como las particularidades de su estilo, aunque también diferencias significativas en su composición, colorido y detalles iconográficos. La obra conservada en el Museo Soumaya presenta una composición centrada en las figuras de la Virgen María y el Niño Jesús, que extiende su brazo para recibir los regalos ofrecidos por los tres Reyes Magos, quienes están representados con atuendos y tonos de piel distintos, en una alegoría de los continentes conocidos. Este detalle subraya la universalidad del mensaje cristiano y la jerarquía divina de Jesús, simbolizada por la corona real que uno de los Reyes ha dejado en el suelo. El entorno es palaciego, donde se aprecian columnas de estilo clasicista y una cúpula al fondo, elementos que refuerzan la atmósfera majestuosa de la composición. El tratamiento del color en esta obra refleja una clara influencia del manierismo veneciano, caracterizado por el uso de tonalidades vibrantes y contrastes lumínicos que aportan dinamismo. "Adoración de los Magos", de El Greco (Museo Lázaro Galdiano) Por otro lado, la versión del Museo Lázaro Galdiano, que fue atribuida al italiano Pietro Marescalchi, presenta características que la vinculan al corpus pictórico del Greco, aunque con ciertas particularidades: los colores utilizados, como el rojo en la túnica de la Virgen María, el vestido de José de Nazaret y el manto del Rey negro, son inusuales en comparación con otras piezas del pintor. Un detalle destacado en esta versión es la presencia de jóvenes jinetes en el lado izquierdo de la composición, uno de los cuales viste un traje rosa y monta un caballo blanco. En lo simbólico, las obras anticipan la iconografía de la Contrarreforma, un movimiento que buscaba reforzar los valores de la fe católica frente a la Reforma protestante. En este contexto, las representaciones de la Virgen y el Niño Jesús adquieren un significado central, aludiendo a la superioridad de lo divino sobre lo terrenal, como se observa en el gesto de reverencia de los Reyes Magos. Rembrandt Rembrandt Harmenszoon van Rijn (1606-1669) plasmó la condición humana como pocos, en una obra en la que aplicó su profundo conocimiento bíblico para interpretar la iconografía clásica y, a su vez, adaptarla a su experiencia personal, lo que lo convirtió, entre otras características, en un maestro del Barroco. "Autorretrato", óleo de 1659 (Galería Nacional de Arte, Washington D.C.) Durante la Edad de Oro de la pintura neerlandesa, sus composiciones no solo narraban historias, sino que lo hacía desde un espacio en el que las emociones universales le confirieron un reconocimiento eterno. Su carrera coincidió con un periodo de esplendor cultural, científico y político, en el que el comercio y la influencia de los Países Bajos alcanzaron su apogeo, y el arte floreció como una expresión de esta prosperidad. Entre los logros más destacados de Rembrandt se encuentran sus retratos, autorretratos y representaciones de escenas bíblicas. Existen dos versiones de la Adoración (1632 y 1628). La primera se encuentra en el Museo del Hermitage, de San Petersburgo, y se especula que habría utilizado su propio rostro como modelo para uno de los personajes principales. La pintura fue concebida originalmente para una iglesia católica en Ámsterdam, pero su recepción inicial estuvo lejos de ser la esperada. La obra fue rechazada por ser considerada demasiado innovadora y alejada de las convenciones artísticas de la época. La "Adoración" de 1632, que se encuentra en el Museo del Hermitage El uso de una paleta de colores terrosos, uno de los aspectos más destacados de su obra, convive con los tonos dorados y marrones, combinados con el rojo profundo de las túnicas de los Reyes Magos, que crean una composición visual que transmite una sensación de cercanía y calidez. Por otro lado, según algunos especialistas, la figura de San José no habría sido pintada por el maestro, sino por uno de sus alumnos, algo que no era inusual en los talleres de entonces. La otra versión tiene una historia aún más particular. El cuadro, que permaneció en el anonimato durante décadas y fue atribuido a la Escuela de Rembrandt, estaba cotizada en USD 15 mil en 2021 pero dos años después, en una subasta en Sotheby’s de Londres, se vendió por casi USD 14 millones. Según informó la subastadora entonces, el cuadro salió al mercado por primera vez en 1950, cuando fue adquirido por el coleccionista J. C. H. Heldring en un mercado de arte en Ámsterdam. Tras su muerte, la viuda de Heldring vendió la pintura a una familia alemana, que la conservó durante décadas. En 2021, la obra fue subastada por Christie’s, donde se atribuyó al “círculo de Rembrandt”, es decir, a algún discípulo o colaborador de su taller, con un precio inicial fue fijado en 15.000 dólares, aunque la venta final alcanzó los 908.000 dólares, una cifra que ya entonces despertó sospechas sobre su verdadero valor. El comprador anónimo que adquirió la pintura en 2021 decidió someterla a una investigación más rigurosa, encargando a Sotheby’s un estudio detallado de su autoría. Durante un año y medio, los especialistas de la casa de subastas llevaron a cabo un análisis exhaustivo que no solo confirmó que la obra era de Rembrandt, sino que también permitió rastrear su historia a lo largo de los siglos. La obra de 1628, que se subastó por casi USD 14 millones Según los documentos descubiertos durante la investigación, “La adoración de los Reyes” fue mencionada en un inventario de 1714 elaborado por el coleccionista Constantjin Ranst, quien ya la identificaba como una obra de Rembrandt. Sin embargo, en el siglo XIX, la pintura cambió de manos en varias ocasiones y finalmente desapareció del mercado hasta mediados del siglo XX. En 1955, el historiador alemán Kurt Bauch la clasificó como una obra de la Escuela de Rembrandt, lo que relegó su importancia y la mantuvo fuera del radar de los grandes coleccionistas y museos. El análisis científico reveló múltiples cambios realizados durante su creación, lo que refleja el proceso creativo del joven artista. “Esta sofisticada pintura es, en igual medida, producto del pincel y del intelecto de Rembrandt”, se señaló. Actualmente, el cuadro se encuentra en manos privadas. Edward Burne-Jones Ahora, sí. Vengan de a uno. Esta selección se cierra, como no podía ser de otra manera, por un artista prerrafaelita. Edward Burne-Jones (Heritage Art) Edward Coley Burne-Jones (1833-1989) fue una figura clave en la integración del movimiento prerrafaelita en la corriente principal del arte británico, con una obra con profunda influencia de la literatura medieval y el arte renacentista italiano, -característico de la Hermandad. Está bien, Burne-Jones no fue el pintor más destacado del grupo (compuesto por Millais, Rossetti, Holman Hunt, Evelyn De Morgan, entre otros), pero tuvo un rol importante al colaborar en proyectos que combinaron su talento artístico con su interés por el diseño. Además de pintar, fue un artesano que incluyó el diseño para decoraciones interiores, de azulejos de cerámica, joyería, tapices, alfombras, papel pintado, muebles, e ilustración de libros como para y vestimentas teatrales. También se destacó en la elaboración de vidrieras sobre temas clásicos, varias en colaboración con William Morris, otro miembro destacado, creador del movimiento Arts and Crafts. Amigo y compañero de estudios de Morris, su ingresó a la Hermandad se produjo cuando a mediados del XIX comenzó a trabajar en el taller de Rossetti, aunque pronto desarrolló un estilo propio que se consolidó tras sus viajes a Italia. En uno de ellos, realizado junto al influyente crítico John Ruskin, visitó Milán y Venecia, donde quedó profundamente impresionado por el arte renacentista. Su Adoración de 1904, que se encuentra en el parisino Museo d’Orsay, fue un encargo del banquero Guillaume Mallet para su residencia en el Bosque des Moutiers, en Varengeville-sur-Mer. Tapiz "La adoración de los magos", de Edward Burne-Jones, en el Museo d'Orsay Es una versión de la tapicería “La adoración de los magos”, diseñada originalmente en 1886 junto a Morris, en la que fusionó arte y artesanía, y que se convirtió en un referente del diseño textil de finales del siglo XIX y principios del XX. En ese sentido, la relevancia de “La adoración...” radica no solo en su calidad artística, sino también en su capacidad para sintetizar los ideales del movimiento Arts & Crafts, que buscaba contrarrestar los efectos de la industrialización mediante la revalorización de las técnicas artesanales y la creación de objetos funcionales que también fueran obras de arte. El proyecto inicial surgió cuando el rector del Exeter College de Oxford solicitó la pieza a Morris para la capilla de la institución. El diseño fue completado en 1888 por Burne-Jones, quien ya llevaba una década colaborando con Morris & Company, especialmente en la creación de vidrieras. En el diseño de la tapicería, que actualmente se conserva en el Victoria & Albert Museum de Londres, Burne-Jones se encargó de las figuras principales y los elementos de vegetación, mientras que la arquitectura fueron realizados por John Henry Dearle, otro colaborador de Morris. Esta fue la primera vez que Burne-Jones diseñó específicamente para la técnica de la tapicería. Hasta entonces, las obras tejidas en los talleres de Morris & Company eran adaptaciones de sus diseños para vidrieras. La culminación de “La adoración de los magos” en 1890 marcó un punto de inflexión en la producción de tapicerías de la compañía. William Morris, profundamente influenciado por las guildas medievales y el valor del trabajo artesanal, expresó su entusiasmo por el resultado al declarar: “Nada semejante se ha realizado jamás, ni antiguo ni nuevo”. La crítica y los aficionados al arte elogiaron la tapicería, lo que llevó a la realización de nueve versiones entre 1890 y 1907. La versión encargada por Mallet en 1904 fue una de estas reproducciones.

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