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  • Jimmy Carter y su fundación: un presidente para el olvido, un expresidente inolvidable

    » Corrienteshoy

    Fecha: 06/01/2025 02:29

    Jimmy Carter y su fundación: un presidente para el olvido, un expresidente inolvidable «George Washington fue esclavista, pero aun así yo le considero el mejor presidente de la historia». Jack Solomon, un votante octogenario, lo aseguraba desde Pittsburgh (Pensilvania) a este periódico pocas semanas antes de la elección del pasado noviembre. «Cuando le tocó devolver el poder, muchos querían convertirle en rey o en presidente de por vida. Pero él eligió volver a su granja». También pudo volver a una granja, dos siglos después, uno de sus sucesores, Jimmy Carter, presidente entre 1977 y 1981. En el caso de Carter, fallecido hace unos días , a su explotación de cacahuetes, el producto emblemático de su estado, Georgia.Noticia Relacionada Jimmy Carter estandar Si EE.UU. despide al presidente que solo fue líder tras salir del poder David Alandete | Corresponsal en WashingtonPero Carter eligió otro camino y remodeló para siempre la figura del expresidente: utilizó la Casa Blanca como trampolín a una carrera ambiciosa en la ayuda al desarrollo, el humanitarismo, la salud pública global y la promoción de la democracia y de los derechos humanos. Lo hizo a través del Centro Carter, una fundación con prestigio -pero no ausente de episodios polémicos- con la que ha dejado una huella más profunda que la de su presidencia.Esa no era su intención en el otoño de 1980, cuando peleaba por su reelección frente a un actor metido a político: Ronald Reagan. Carter, como todo presidente, buscaba un segundo mandato que parecía imposible. Finalizaba sus primeros cuatro años en la Casa Blanca como uno de los presidentes más impopulares de la historia, con su presidencia descosida por la mala relación con sus propios compañeros demócratas, por su debilidad en política exterior y, sobre todo, por una inflación que se comía los bolsillos de los contribuyentes (quizá todo esto le resulte familiar al actual presidente, Joe Biden , cada vez más emparentado con Carter, otro presidente de un solo mandato).No es que Carter no obtuviera logros en la Casa Blanca: consiguió un importante tratado de paz entre Israel y Egipto , amplió el acuerdo de armas SALT con la Unión Soviética, estableció relaciones diplomáticas con China y desregularizó sectores como el de la aviación y el del gas natural. Pero, ante todo, fue percibido como un presidente débil. Lo fue de puertas afuera: la crisis de los rehenes en Irán, el tratado para ceder el canal de Panamá (que ahora amenaza con recuperar Donald Trump), la llegada masiva de exiliados cubanos y haitianos, o la inoperancia para actuar frente a crisis internacionales, como la invasión de Afganistán por la URSS o la revolución sandinista en Nicaragua. Y, lo que es peor para conseguir una reelección, también de puertas adentro, ya que fue incapaz de contener la crisis energética provocada por la revolución islámica en Irán y el aumento de precios. Reagan le derrotó por goleada: tiñó EE.UU. de color republicano (Carter solo ganó en Georgia y otros cinco estados), con una diferencia de diez puntos y más de ocho millones de votos.El índice de aprobación de Carter se hundió a mediados de su presidencia hasta el 28% y, para cuando llegaron las elecciones de noviembre de 1980, estaba solo algo por encima del 30%. Se despidió de la Casa Blanca como uno de los presidentes más impopulares de la historia de EE.UU. Pero, desde entonces, ha sido un habitual en la lista de los \'Hombres más admirados\' que recopila Gallup cada año. Y, en 2023, el 57% de los estadounidenses aprobaban su presidencia. Quizá muchos se habían olvidado de lo que costaba la gasolina con él de presidente. O ni siquiera estaban vivos entonces. O les cuesta ser duros con un mandatario criticado por sus políticas, o solo tienen la imagen del expresidente cultivada por el Centro Carter. Aquella aventura comenzó una madrugada de enero de 1982, en el dormitorio de su casa.3,5 millones de personas que sufrían la dracunculiasis o gusano de Guinea en África y Asia a mediados de los ochenta. Los trabajos del Centro Carter la han erradicado y este año se han registrado menos de diez casos.Carter estaba deprimido. Todavía no había logrado encajar el varapalo de la derrota frente a Reagan. A sus 56 años, era un expresidente inusualmente joven. La idea de ordenar sus papeles en una biblioteca presidencial y cuidar de sus cacahuetes no le seducía. Su único mandato fue muy corto para sus ambiciones progresistas.«Sé lo que podemos hacer», le dijo a su mujer, Rosalynn, cuando esta se lo encontró desvelado, sentado al borde de la cama. «Desarrollaremos un lugar para ayudar a la gente a resolver sus disputas».Esa fue la génesis del Centro Carter , la organización con la que el expresidente se ha desplegado por el mundo en las últimas cuatro décadas. Su trabajo más conocido tiene que ver con la observación de procesos electorales para determinar su legitimidad. Los expertos del Centro Carter han acudido a 115 elecciones en 40 países desde su fundación, una implicación que tuvo una raíz biográfica en el expresidente. De hecho, nace con el propio desembarco en política del cultivador de cacahuetes sureño.A los 37 años, acudió a las primarias demócratas para disputar un puesto en el senado estatal de Georgia. Se fajó haciendo campaña para tratar de destronar a un demócrata del \'establishment\' local. Perdió por poco, acusó a los capos electorales de birlarle la victoria y, contra todo pronóstico, la justicia acabó por darle la razón.Esta labor del Centro Carter no ha estado exenta de controversia. Por ejemplo, en Venezuela, donde sus observadores han sido acusados de no denunciar los abusos electorales del chavismo (no en el caso de la elección del pasado verano, donde no tardaron en determinar que la victoria que se arrogó Nicolás Maduro no fue legítima).En ocasiones, las polémicas tuvieron la firma personal de Carter, con inclinación a entrometerse en la política exterior de su país. Por ejemplo, cuando viajó a Corea del Norte en 1994 en medio de una crisis nuclear y cabreó a la Casa Blanca por anunciar un acuerdo con su dictador, Kim Il-sung, en directo en la CNN. O por su relación estrecha con el régimen de Fidel Castro en Cuba, donde Carter aseguraba que buscaba fomentar un aperturismo democrático, pero, para muchos, solo se convirtió en una muleta del dictador caribeño.El Centro Carter, en cifras 80 El número de países en los que la organización ha llevado a cabo programas de salud pública o impulso de la democracia en sus casi cuatro décadas de vida 380 Los millones de dólares recaudados al año en donaciones y subvenciones para mantener sus operaciones. 115 El número de elecciones que ha observado, en cuarenta países. Se incluyen observaciones polémicas en Venezuela e inimaginables hace pocos años, como la de las últimas elecciones de EE.UU.Sus posiciones sobre Israel y Palestina también abrieron heridas. En 2007, más de una docena de miembros judíos del consejo asesor del Centro Carter dimitieron por la publicación de un libro del expresidente, \'Palestina: paz, no apartheid\', al que acusaron de antisemita.Salud pública globalOtra rama de los trabajos del Centro Carter obtuvo logros significativos en salud pública global. En especial, en el tratamiento de enfermedades tropicales en países en desarrollo, que no atraían la atención de las farmacéuticas o de las autoridades mundiales. Por ejemplo, con la dracunculiasis o enfermedad del gusano de Guinea, que en los años 80 afectaba a 3,5 millones de personas, en especial en África. El objetivo de Carter era acabar con la enfermedad antes de que él muriera y lo logró: el año pasado se registraron menos de diez casos.Carter no vivió para ver a la primera presidenta de EE.UU. pese a que, ya con 100 años e impedido físicamente, llegó a votar por Kamala Harris. Pero sí para comprobar cómo su Centro Carter participaba en labores de observación de la última elección de EE.UU., la democracia más vieja y estable del mundo, tras las turbulencias de 2020. Toda una paradoja en el final de su vida.

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