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Fecha: 05/01/2025 23:51
El sistema vial argentino consiste en 640.000 km de rutas y caminos. De estos, 400.000 kilómetros son caminos municipales, mayormente sin pavimentar. Sin embargo, pensando en la logística entre jurisdicciones, entre la red vial provincial y nacional nos encontramos con 240.000 km: 40.000 nacionales y 200.000 provinciales. De los caminos provinciales, la mitad son de tierra, 20% de ripio y apenas 30% está pavimentado. De los caminos nacionales, 40.000 kilómetros en total, 33.000 están pavimentados, pero son rutas con calzada simple, y sólo 3.300 km están cubiertos por autovías y autopistas (Consejo Vial Federal, 2024). Es decir, las autovías y autopistas sólo cubren el 8% de la Red Vial Nacional, o el 0,5% de la Sistema Vial argentino en conjunto. No conforme con ello, según fuentes oficiales, al 2021 el 40% de la red vial nacional está en mal estado y un 28% en estado regular. Sólo un tercio de la red vial nacional se encuentra en buen estado (Ministerio de Obras Públicas, 2021). 2.2- Estancamiento de la producción Un conjunto de factores microeconómicos y macroeconómicos han limitado el crecimiento de la productividad agrícola en Argentina, lo que redunda en menor ingreso disponible para los productores, recortando sus márgenes y su potencial para realizar inversiones e incorporar mejores paquetes tecnológicos a sus planteos productivos (Ferrari, D’Angelo, & Calzada, 2024). Si bien los rendimientos productivos argentinos han mostrado un marcado crecimiento en muchos cultivos, éste es mucho menor al aumento que se observa en otros grandes productores agrícolas, como Brasil. De esta manera, el incremento en la productividad argentina ha quedado rezagada con relación a sus principales competidores durante los últimos años. Al recortarse los márgenes por factores como los derechos de exportación y la brecha cambiaria, también se limita la posibilidad de fertilizar en la cantidad necesaria como para reponer nutrientes en los suelos argentinos. Para dejar en cero el balance de extracción de nutrientes de los suelos, ya en 2019 se advertía que se debe triplicar el consumo de fertilizantes. En otras palabras, se está reponiendo un tercio de los nutrientes que se llevan anualmente las cosechas (Darwich, 2019). Además de un alza superior de los rindes por parte de otros grandes productores agrícolas, Argentina también se ha ve rezagada en términos de crecimiento de área cosechada. En este sentido, desde principios de siglo el área cosechada en Argentina ha crecido más de un 50%. Sin embargo, el área en Brasil ha crecido más de un 150% desde inicios del 2000. Múltiples factores explican que otros países hayan crecido en su área cosechada por encima de la Argentina, incluidos los mismos elementos que limitaron el crecimiento de los rindes. Además de los recortados márgenes, las mermas en la provisión de infraestructura limitan sustancialmente el crecimiento productivo de la agricultura en múltiples regiones del país. Tanto el menor crecimiento de rindes, así como de superficie sembrada explican cómo la producción conjunta de Argentina de soja, maíz y trigo ha crecido 79% entre las campañas 2023/24 y 2002/03, mientras la producción del Brasil se elevó 185%. Es importante destacar que, Argentina aún podría incorporar 6,5 millones de hectáreas adicionales a la producción agrícola respetando la Ley de Bosques Nativos vigente en el país (Bisang & Felici, 2024). De esta manera, se colaboraría aún más en que la dinámica productiva venidera provenga de sistemas sustentables. 2.3- Dificultades para profundizar encadenamientos productivos Una oportunidad clave para Argentina se encuentra en profundizar las cadenas de valor agregando procesamiento a sus productos, mediante la producción de harinas/aceites, biocombustibles, productos lácteos, etcétera. Esto no solo genera mayores encadenamientos productivos y valor agregado, sino que también ayuda a mejorar las inserciones de mercado y limitar las oscilaciones de precios. Un abanico muy amplio de países -entre los que destacan Estados Unidos, Brasil, Indonesia y Malasia- han incrementado sostenidamente sus tasas de corte con biocombustibles a lo largo de las últimas décadas. Esto permite mitigar sus emisiones de gases de efecto invernadero al tiempo que agregan valor sobre sus producciones agroindustriales. A contramano de las políticas que se observan en estos países, Argentina ha retrocedido sustancialmente en una industria donde supo ser pionera. El país no avanza en la industria de biodiesel cuando se compara con el continuo crecimiento de Estados Unidos y Brasil (Ferrari, Rozadilla, Terré, & Calzada, 2024). De esta manera, mientras estos países más que duplicaron la producción en los últimos años y continúan quebrando récords, en Argentina se mantiene amesetada. La menor tasa de corte, el menor volumen de demanda efectiva, la sequía y las condiciones de exportación marcaron un 2023 con una caída cercana al 50% y en mínimos del 2008. En este marco, la capacidad ociosa de la industria del biodiesel tocó un máximo histórico del 79%. De la misma manera, la producción de leche se ha mantenido prácticamente estancada luego del máximo de 2015, oscilando desde entonces en el 1,5% de la producción global de este producto. Con este contexto, las exportaciones del complejo lácteo aumentaron hasta 2013, alcanzando un valor de USD 1.600 millones, y luego se redujeron significativamente hasta llegar a USD 548 millones en 2019. Si bien el 2023 cerró con exportaciones por USD 1.181 millones, la dinámica exportadora todavía no aprovecha todo su potencial en un contexto productivo y macroeconómico muy complejo para la cadena láctea. Desde ya, el biodiesel y la leche son sólo dos productos de los múltiples en dónde puede amplificarse la generación de valor agregado para la agroindustria. 2.4- Baja adopción de herramientas de cobertura del riesgo precio En el mercado de referencia de Chicago (Estados Unidos) se negocia un volumen de futuros equivalente a 12 veces la producción mundial y 42 veces la producción estadounidense de maíz, 27 veces la producción mundial y 95 veces la producción americana de soja, u 9 veces la cosecha global y 158 veces la estadounidense de trigo. Mientras que, en Argentina considerando la producción total de los granos no se llega a operar ni una sola vez el volumen en futuros y opciones. Lo anterior señala la baja adopción de la herramienta para la mitigación del riesgo de precio por excelencia que son los contratos institucionalizados de derivados agrícolas. Estos permiten, por ejemplo, que un productor ponga piso a su precio de venta o que un molino establezca un techo a los precios de compra. Así, se exacerba el “riesgo precio”, dejando a los participantes de la cadena agrícola muy expuestos a los vaivenes de las cotizaciones. 2.5- Distancia a los principales centros de consumo global Se estima que 85% de la población mundial vive en el hemisferio norte, siendo Argentina “el país más austral del mundo”. Estas simples características geográficas representan una de las grandes debilidades del sector agroexportador argentino, ya que debe incurrir en un costo fijo más alto que otros países competidores para transportar la mercadería desde los puertos del país hasta los consumidores del exterior. A modo de ejemplo, según Refinitiv, el costo en dólares por tonelada del flete marítimo desde el Río de la Plata a Tokio promedió en octubre de 2024 US$ 59/t, en tanto que la misma ruta partiendo desde Paranaguá Brasil se ubicó algo por debajo con US$ 58/t y ya desde el Golfo de EE. UU. a Japón desciende a US$ 55/t. Debe tenerse en cuenta, además, que el encadenamiento de precios en la cadena granaria va desde el consumidor hacia el productor. Ello es, el precio que paga un importador por el grano tiende a ser similar desde los distintos orígenes, al tratarse de un commodity o bien homogéneo, de modo que los mayores costos de flete se trasladan hacia atrás en la cadena y termina en la práctica resultando en un menor precio recibido por el productor agrícola. Fuente: BCR
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