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Concordia » Diario Junio
Fecha: 05/01/2025 11:39
“El Juampi” es un artista joven que toca, de maravilla, el acordeón y otros instrumentos. “El Juampi” es tradición y promesa, porque asume el prolífico legado de generaciones de músicos que hay en su familia y porque –los que saben– dicen que tiene enormes cualidades potenciales para progresar en el campo del arte. Es habitual encontrarlo con su bandoneón en algún cantero de la peatonal regalando alegría a las caras largas de la angustia y el desasosiego, transportándolas con sus acordes y bellas melodías al sensible territorio donde el alma es plenitud de placer y gozo. Hay en los espacios públicos otros artistas con los que tenemos una deuda de gratitud, por brindarnos su inspiración y su encanto, su alegría y talento, tan inmenso que nos abochorna a veces pagarlos con unas monedas que caen en gorras que sonríen agradecidas. Sin embargo, en lugar de la valoración y el reconocimiento que se merecen, reciben injustos agravios y persecuciones absurdas. Así se desprende del episodio vivido por “el Juampi”: Relata en las redes el talentoso joven que dos inspectores municipales le comunicaron, hace unos días, que debía retirarse de la peatonal, donde estaba tocando, aludiendo a una ordenanza municipal, tal como lo describe, con una educación admirable, en un posteo. El Dúo Juampi y Luciano Torales Constituye un hecho sumamente saludable que –en este momento de políticas de agresión y destrucción de la cultura– su posteo haya tenido tantas adhesiones al artista como repudio a los vigilantes. Es imposible no sentir con él y con todos los inmoralmente atropellados una identificación con estas vivencias de injuria cuando se juegan sentimientos tan puros, tan nobles. Para justificar el acto ofensivo, los cazadores adujeron una ordenanza que es una vergüenza municipal y un escarnio para todos nosotros, para la comunidad de Concordia. Esa resolución tiene por objeto un conjunto heterogéneo de actividades en la vía pública: cuidacoches, limpiavidrios, artistas callejeros, con lo que su intención es claramente segregativa, ya que no pretende “ordenarlas”, sino expulsar a personas de un radio en el que las sienten “molestas” por sus condiciones económico-sociales. Llamar “trapitos”, por ejemplo, como los mencionan en la misma ordenanza 37925 a los sujetos aludidos, degradando su condición humana, es ya revelador de su carácter discriminatorio. Con esa norma repulsiva persiguen artistas. Es necesario inmediatamente derogar esta ordenanza inmoral y atentatoria contra la cultura. Es imperioso, sin pérdida de tiempo, promover la educación, la formación, la erudición y el desarrollo de nuestros creadores, virtuosos, de la sensibilidad de nuestros jóvenes, sobre todo. Darles –el Estado– todas las oportunidades y herramientas que necesitan para su crecimiento y el acceso al gozo de las expresiones del arte y de la cultura para toda la población, como protagonistas y como espectadores. ¿Cuánto ha gastado del erario en la creación de un puesto de inspectores para hostigar a los artífices de la belleza? Propongo que ese dinero se disponga para acompañar la evolución de estos artistas, allanarles el ripioso camino que transitan en su formación. Propongo que los inspectores intervengan brindándoles un plato de comida sana a las personas –familias enteras– que revuelven basura a muy pocos metros de la peatonal; que estén allí brindándoles comida fresca, evitándoles una experiencia indigna para ellos, escandalosa para la sociedad, que no tiene el mismo rigor. Soportan peor el arte y el amor que en él se da que el espantoso espectáculo de la miseria que niegan y desestiman. Somos muchos los que no aceptaremos nunca la oprobiosa política de persecución a los que hacen arte, los que queremos cultura y no chatura mental, no empobrecimiento ni raquitismo intelectual de nuestros representantes. Somos demasiados para sufrir este oprobio, los que nos solidarizamos con “el Juampi” y su arte, contra el agravio y la injusticia. Tampoco queremos que se persiga a los pobres, a los que la ciudad desigual margina, a quienes tratan de sobrevivir con dignidad, sin tener que acudir al delito, y para los que un artista –que también, como Juampi, acarició el alma de los transeúntes– dedicó una canción que lleva la indignación de miles y miles que, afortunadamente, sentimos contra este proyecto violento y reaccionario. Para los que queremos una sociedad igualitaria, en Concordia, sin gente que “a los chicos culpe, de la pobreza y la mugre que hay… que no quieren que le limpien el parabrisas porque está limpio y lo van a ensuciar” (León Gieco: El imbécil), una sociedad menos imbécil y más solidaria, claro que es posible.
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