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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 05/01/2025 04:44
Persona mayor firma un documento legal (Matthias Zomer7Pexels) En un artículo del New York Times titulado “La conversación más importante a tener antes de morir”, la periodista Dana G. Smith propone que durante la cena de Acción de Gracias, en lugar de hablar sobre política, las familias aborden un tema menos conflictivo, aunque igualmente crucial: la muerte. Si bien reconoce que es una temática que resulta incómoda, asegura que conversar sobre los cuidados médicos que uno desea recibir al final de su vida es uno de los actos más amorosos que se puede realizar por la familia. Sobre todo porque es algo que suele generar mucho estrés a los seres queridos que deben tomar decisiones sin estar seguros de la voluntad del paciente involucrado. Se trata de situaciones muy extremas, en las que no es fácil pensar y actuar con claridad. Implica afrontar esas instancias a las que por lo general llegamos sin preparación alguna. ¿Debo aceptar una intervención médica para prolongar una vida? ¿Doy o no el consentimiento para aplicar un respirador artificial o una sonda de alimentación? Se trata de momentos extremos, en el que nos vemos obligados a decidir sobre la vida de otra persona, más allá del lazo afectivo que nos une. Por eso, prever desde ahora, cuando aún uno está bien y tiene las facultades físicas y cognitivas para pensar qué decisiones desearía que se tomen en caso de enfrentarse a cuestiones médicas determinadas, es sumamente importante. Pero antes hay que eliminar un concepto muy arraigado, en particular cuando se trata de nuestros seres queridos: “De eso no se habla” Es fundamental pensar con antelación cuál es nuestra voluntad para que las decisiones difíciles sean un poco más fáciles para los seres queridos. A su vez, garantiza que contar con esta información es un gran consuelo para quienes tengan que decidir porque sabrán que está haciendo lo correcto. Afortunadamente, existe la posibilidad de dejar un documento escrito en el que podemos expresar nuestra voluntad de forma anticipada. Una opción prevista en el Código Civil y Comercial es dejar un documento denominado “directivas anticipadas”. Allí se dejará constancia expresa sobre qué tipos de tratamientos uno desea (o no desea) recibir y en qué circunstancias. Estas instrucciones pueden -y es lo recomendable- compartirse con familiares y cuerpo médico. En el artículo en cuestión se recomienda que antes de compartir nuestra voluntad con otros, redactemos unas directivas anticipadas para tener claras las ideas sobre el tema. Ya con mayor claridad y habiendo conversado con los seres queridos, tan solo queda acudir a un escribano público para realizar el documento. Un asunto no menor es hablar con aquella persona que uno elige - para chequear que se sienta cómoda con esa petición-, pero eventualmente con los seres queridos que uno no haya elegido. Este paso ayudará a prevenir conflictos o sensaciones de dolor entre los amigos o familiares más cercanos. Durante una urgencia médica, lo último que desearías es un conflicto, o peor aún, una gran pelea, donde los egos, celos y resentimientos pueden aflorar. Es importante desmitificar algunas creencias sobre el tema. La primera tiene que ver con creer que estas decisiones son sólo para las personas mayores o en estado paliativo. Las directivas anticipadas son sugeridas incluso a personas jóvenes y saludables, ya que todos estamos expuestos a la posibilidad de tener un accidente o enfrentarnos con la muerte en cualquier momento. En mi libro Si lo hubiera previsto, cuento el caso de un joven casado que tuvo un accidente esquiando que lo dejó en una situación médica muy delicada. Al no haber hecho sus directivas anticipadas, se desató un conflicto entre los padres del joven y su esposa, dado que había que tomar decisiones sobre su salud y no se ponían de acuerdo. Otro mito es que las directivas anticipadas es algo que se hace una sola vez. Esto no es así. Las mismas pueden ser revisadas y actualizadas a medida que cambian las circunstancias o las etapas de la vida. Lo que sí se sugiere es que cada vez que se modifiquen se dé aviso a los seres queridos. Aunque redactar directivas anticipadas es un paso crucial, hablar sobre los deseos propios con la familia puede ser igual de importante. Si bien el tema de la muerte puede generar incomodidad e incluso miedo, muchas personas experimentan una sensación de alivio y tranquilidad una vez que logran poner sus pensamientos y deseos por escrito. Esto permite afrontar la vida con mayor serenidad, conscientes de que estamos dejando claras nuestras intenciones.
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