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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 05/01/2025 04:44
Billie Eilish en el video "Birds of a feather": la canción más escuchada en Spotify del 2024 “Quiero que te quedes / hasta que esté en la tumba”. La canción más escuchada de Spotify en 2024 arranca con versos que suplican amor eterno. “Birds of a feather” de Billie Eilish cosechó 1.775.172.881 reproducciones. Estamos hablando de una sola plataforma. El video oficial, en YouTube —donde ella es arrastrada por una fuerza invisible dentro de unas oficinas vacías—, tiene 166 millones más. Habría que sumar canales alternativos, radios, streamings. Incluso podríamos sumar los tarareos de todos los que tienen la canción metida en la cabeza desde que la escucharon por primera vez. Un tema comercial, pop, industrial, lo que quieran, pero no dejemos pasar esto: es una canción de amor. Coraje y cursilería La música es pegadiza, entre festiva y nostálgica, con pulsaciones típicas de un hit. Pero la letra es más que atendible: “Hasta que me pudra, muerta y enterrada / hasta que esté en el ataúd que llevas. / Si te vas, yo también me voy”. Posiblemente la traducción no ayude, incluso le quite el manto coloquial y directo, pero sigamos con el subrayado: “Y si me pongo azul, por favor no me salves”. Billie Eilish tiene 23 años —acaba de cumplirlos: el 18 de diciembre— y aun así, o justamente porque es joven, canta una canción de amor rogando eternidad: “Te amaré hasta el día en que muera / hasta que la luz deje mis ojos”. Su voz entrecortada, sentida, le da verosimilitud: “No creo que pudiera amarte más”. Para decir “te amo” —un “te amo” sincero, claro— hace falta coraje. Pero siempre, incluso la declamación, aparece la vergüenza, la trampa de la cursilería. “No sé por qué estoy llorando”, canta Eilish, como corriéndose de la escena, como saliéndose de la interpretación. Y enseguida: “No creo que pudiera amarte más”. “Cursi es todo sentimiento que no se comparte”, decía el español Ramón Gómez de la Serna. Lo cita Martín Kohan en su libro Ojos brujos: fábulas de amor en la cultura de masas. “Basta con distanciarse de las vehemencias del discurso sentimental para convertirlo en kitsch, pero basta con involucrarse en él para que la irónica atribución de cursilería se desvanezca”, escribe Kohan. Billie Eilish - Birds of a feather “En este sentido, la observación de que los intelectuales, para decir: ‘Te quiero’, decimos: ‘Como decía Corín Tellado, te quiero’, marca de alguna manera la imposibilidad de sostener el discurso de los sentimientos sin hacerse cargo de las formulaciones que para ello son establecidas desde la cultura de masas. La cultura de masas dispondría, entonces, un diccionario y una gramática de la sentimentalidad”, agrega el autor. En las canciones, el amor se vuelve un fantasma que nos posee a todos. Incluso a quienes reniegan de ese origen comercial. “Te conocí en otra vida / Tenías esa misma mirada en tus ojos / Te amo, no actúes tan sorprendido”, dice el tema más escuchado del mundo. Chica de (esta) época Billie Eilish es una chica de esta época. Por empezar, nació en este siglo. Vive con su familia en el barrio de Highland Park de Los Ángeles, donde llegó al mundo. Su hermano es Finneas O’Connell —músico, productor, compositor, cuatro años mayor— y sus padres, ambos actores y músicos, son Maggie Baird y Patrick O’Connell. Su madre, además, es maestra: los dos niños no fueron a la escuela, hicieron “educación en el hogar”. Más datos: fue concebida por fertilización in vitro, se crio como vegetariana y se volvió vegana en 2014, es bisexual, apoyó a los últimos dos candidatos demócratas, pidió un “alto al fuego” en la guerra entre Israel y Hamas, padece síndrome de Tourette, también depresión. Empezó con el ukelele a los seis, se unió a un coro a los ocho, escribió su primera canción a las once —cuentan que es sobre un apocalipsis zombi, inspirada en The Walking Dead, serie muy de moda entonces— y a los catorce grabó “Ocean Eyes”, escrito y producido por su hermano Finneas, autor de varias de sus canciones. Subió la canción a SoundCloud en 2015 y se volvió viral. En Spotify obtuvo dos millones de reproducciones en su primer año. Se abrió un canal de YouTube, firmó con Interscope Records, tres años después obtuvo el Disco de Platino de la Recording Industry Association of America por haber vendido un millón de copias. Desde entonces, la masividad. Billie Eilish en los Film Independent Spirit Awards, Santa Monica, California, 25 de febrero de 2024 (REUTERS/Aude Guerrucci) Por encima del mundo Hace muchos años, en una vieja entrevista, le preguntaron a Ricardo Iorio cuál era “su sueño más directo”. La cámara le toma la cara en primer plano. No deja pasar ni un segundo. Con la mirada apesadumbrada, la voz rasposa, la cadencia perfecta, dice: “Seguir enamorado. Creo que si uno no siente, no se enamora, muere todo. Aunque te enamores de un palo, aunque te enamores de un chobi. Estar enamorado es hermoso. Más cuando pasan cosas terribles en la vida de la gente”. Las cosas terribles que pasan no son solo las extraordinarias. Iorio no se refiere solamente a enfermedades, muertes, accidentes, también a la precarizada vida cotidiana. ¿El amor como antagonista de la realidad? En el año 1977 un grupo español de rumba llamado Los Chunguitos lanzaba una canción que da una buena respuesta. Casi dos décadas después, la popularizaba Manu Chao y hace poco Rosalía le dio un revival. Se titula “Me quedo contigo” aunque muchos la conoce como “Si me das a elegir”. Dice así: “Si me das a elegir, entre tú y mis ideas, / aunque yo sin ellas, soy un hombre perdido. / Si me das a elegir, entre tú y la gloria. / Pa’ que lleve la historia de mí, por los siglos. / Si me das a elegir, entre tú y ese cielo / donde libre es el vuelo, pa’ llegar al olvido /. Si me das a elegir, me quedo contigo”. Incluso, sobre todo, a pesar de. El amor por encima del mundo. Ocaso del amor romántico “Tal vez seamos de las últimas generaciones en conocer al amor romántico”, escribe Guido Arditi en Volksgeist: amor y capitalismo, libro publicado por Grupo Editorial Sur en 2022. Con el surgimiento del “modo de vida moderno” aparece la individualidad: la posibilidad de elegir a quien amar. Si “toda relación personal refleja siempre la totalidad social en la cual se conforma”, entonces “al mutar ese sistema, necesariamente han de mutar también los sentimientos que la gente es capaz de experimentar”. Por lo tanto, “el modo de vida propuesto por el capitalismo avanzado socava por dentro las bases culturales-ideológicas sobre las cuales se sostenía el concepto del amor romántico”. Pero el amor romántico encuentra la forma de girar sortear sus propias trampas. Como un reptil capaz de autoregenerarse, también combate esa individualidad: “Su mitología incluye la idea de pérdida de la individualidad, de cohesión, comunión y fusión con un otro; o, en términos menos románticos, el mito del amor admite la posibilidad de compartir las biografías, algo que comienza a hacer falta de manera creciente en el mundo moderno, otorgando seguridad ante un mundo y un futuro que, tal vez por primera vez en la historia humana, se presentan como inciertos”, escribe este autor joven, nacido en 1986 en Buenos Aires, Argentino, licenciado en Filosofía por la UBA. “Volksgeist: amor y capitalismo” de Guido Arditi y “Ojos brujos: fábulas de amor en la cultura de masas” de Martín Kohan La pregunta que queda dando vueltas, es si el amor romántico es “paliativo respecto del estado de alienación o aislamiento” o “consecuencia directa de las cristalizaciones ideológicas que el capitalismo trae consigo”. Para el autor, ambas. Quizás en esa ambivalencia esté su potencia. Incluso ciertas proclamas de “amor libre” tropiezan con un “fetichismo por la libertad”. ¿Entonces? “Es importante no perder de vista que el objetivo no es el reemplazo de las formas sociales existentes o pasadas por otras nuevas con menor nivel de compromiso, o, lo que es lo mismo, con menor integración social, sino que el objetivo es la humanización de la totalidad de la vida y de las relaciones sociales”. La canción favorita Un día de 2019 la policía le toca el timbre a Ian Trainer pero él no atiende. Estamos en Merseyside, Inglaterra. Junto a los oficiales hay unos diez vecinos: todos enojados. Hace varios días, de esa casa sale música muy, muy fuerte. Por eso la denuncia. Media hora y se abre la puerta. Trainer luce sereno —la música sigue sonando—, pregunta qué desean. Tiene 82 años: es un melómano sin miedo a nada. Se lo llevan detenido. A los meses lo liberan, llega a su casa y lo primero que hace, luego de sacarse la campera, es poner play. La policía vuelve, la escena se repite. Murió en el hospital, en el año 2020, esposado a la camilla y —dicen— con una sonrisa: tarareando su canción favorita. Seguramente, una de amor.
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