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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 04/01/2025 08:33
La periodista italiana Cecilia Sala está presa en Irán (Chora Media/vía REUTERS) La intriga internacional que involucró la periodista italiana Cecilia Sala se extiende a Brasil. La joven, de 29 años, fue detenida en Teherán el 19 de diciembre y encerrada en el complejo penitenciario de Evin, tras el arresto, el 16 de diciembre, de dos ciudadanos iraníes, uno en Italia y otro en Estados Unidos. Según una información exclusiva a la que ha tenido acceso Infobae, uno de los dos iraníes implicados en el caso viajó el 2 de diciembre de Boston a Brasil, aterrizando en Joinville, urbe de unos 600.000 habitantes en el sureño estado de Santa Catarina. La región es una de las más industrializadas del país y cuenta con la presencia de importantes empresas fabricantes de componentes electrónicos y tecnología de drones. El iraní, que también posee la nacionalidad estadounidense, es Mahdi Mohammad Sadeghi, de 42 años, residente en Natick, municipio de 36.000 habitantes en el estado de Massachusetts. Según el testimonio del agente especial del FBI que se encargó del caso, se trata de un ingeniero electrónico con formación en Irán y Estados Unidos. Fue el primer y único viaje de Sadeghi a Brasil, donde permaneció seis días. El iraní volvió a Estados Unidos el 7 de diciembre, nueve días antes de ser detenido al mismo tiempo que Mohammad Abedini Najafabadi, también conocido como Mohammad Abedini. Abedini fue parado por la policía italiana en el aeropuerto milanés de Malpensa cuando se dirigía desde Turquía a Suiza, donde reside. Abedini y Sadeghi fueron acusados por el Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ) “de conspirar para exportar componentes electrónicos sofisticados de Estados Unidos a Irán, en violación de las leyes estadounidenses de control de exportaciones y sanciones”, reza el comunicado del DOJ. “Abedini también está acusado de proporcionar apoyo material a una organización terrorista extranjera, que causó la muerte de tres miembros del servicio estadounidense que fueron asesinados por un UAV (vehículo aéreo no tripulado), también conocido como dron, en una base militar en Jordania”, continúa el comunicado, en referencia al ataque del 28 de enero de 2024 en el que también resultaron heridas unas 40 personas. A la izquierda, Mahdi Mohammad Sadeghi; y, a la derecha, Mohammad Abedini Según Matthew S. Axelrod, del Departamento de Comercio, en el mismo comunicado, “los dos están acusados de proporcionar tecnología sensible a una empresa iraní que desarrolla tecnología que la IRGC utiliza en sus drones de ataque unidireccional para cometer actos de terror en todo el mundo”. Se trata de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), considerados una organización terrorista en Estados Unidos, pero no en Italia. Tanto Abedini como Sadeghi se declararon inocentes de los delitos imputados. Sadeghi trabajaba para una empresa estadounidense de semiconductores de la que fue despedido tras su detención. Según el testimonio del FBI, también había creado su propia empresa en Massachusetts “en el sector de los dispositivos vestibles para el fitness, especializada en sensores vestibles que proporcionan monitorización cinética”. La detención de los dos iraníes, en particular la de Abedini, está en el centro del caso de la periodista italiana. El gobierno estadounidense ya ha iniciado la solicitud de extradición de Abedini, mientras que el iraní ha rechazado los cargos y ha pedido su excarcelación. El jueves, fue el propio embajador iraní en Italia, tras una reunión con representantes del ministerio de Exteriores italiano en Roma, quien correlacionó la detención de la periodista con la de Abedini en un post en X. “Se ha garantizado el acceso consular a la embajada italiana en Teherán, también se han proporcionado todas las facilidades necesarias a la Sra. Sala, incluyendo repetidos contactos telefónicos con sus seres queridos, y se espera del gobierno italiano que, recíprocamente, además de acelerar la liberación del ciudadano iraní detenido, se le proporcionen las facilidades asistenciales necesarias que precisa”, escribió el embajador Mohammad Reza Sabouri. Sin embargo, la familia de Cecilia Sala ha denunciado las durísimas condiciones de encarcelamiento de la periodista, mientras que las autoridades italianas están garantizando a Abedini todos los derechos previstos por el derecho internacional. Comunicado del Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ) El caso estalló en un momento global delicado, no sólo por el relevo en EEUU entre las administraciones Biden y Trump. Según un informe exclusivo del jueves del sitio de análisis geopolítico Axios, “el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, presentó al presidente Biden opciones para un potencial ataque estadounidense contra las instalaciones nucleares de Irán si los iraníes avanzan hacia un arma nuclear antes del 20 de enero”. Biden, sin embargo, según Axios, “no dio el visto bueno al ataque durante la reunión y no lo ha hecho desde entonces”. La situación también sigue siendo delicada para América Latina. El 10 de enero Venezuela ve tomar posesión a su nuevo presidente y, como que Maduro no da ni un paso atrás, la situación corre el riesgo de avanzar hacia una peligrosa escalada. La Venezuela de Maduro, e incluso antes la de Chávez, se encuentra entre los países de la región que más han abierto sus puertas a Teherán, comenzando ahora a producir drones Zamora V-1 basados en los drones iraníes Shahed. Irán lleva suministrando tecnología de aviones no tripulados a Venezuela desde 2007, empezando con kits de ensamblaje para el avión no tripulado de vigilancia Mohajer-2 de primera generación, que tiene un alcance de 50 kilómetros. Las autoridades iraníes comenzaron la producción en masa del dron de combate Mohajer-6 en 2018. Hasta ahora no se conocen casos de drones venezolanos de diseño iraní utilizados en atentados terroristas. Sin embargo, para varios expertos militares, podrían ser utilizados por el propio régimen venezolano en un intento desesperado de defenderse en caso de que la población se levante después del 10 de enero. Incluso en Brasil, que desde el 1 de enero preside el bloque BRICS del que Irán es miembro desde el comienzo de 2024, Teherán está interesado en expandirse militarmente. En febrero de 2023, el gobierno brasileño permitió que los dos principales buques de guerra iraníes, el IRIS Makran y el IRIS Dena, hicieran escala en Rio de Janeiro durante una semana a finales de febrero, no sin polémica. Además, el pasado mes de abril, la embajada iraní, en un evento que organizó para celebrar el Día de las Fuerzas Armadas Brasileñas, reforzó sus planes de estrechar cada vez más las relaciones con Brasil también en el ámbito de la defensa. “Espero que las relaciones en materia de defensa entre Irán y Brasil sean cada vez más estrechas”, declaró en la ocasión el agregado militar iraní, coronel Mahdi Moghaddam. Ayer fue el aniversario de la muerte del general Qasem Soleimani, asesinado en un ataque de un dron estadounidense en Bagdad (Irak) el 3 de enero de 2020. Desde 1988 comandante de las Fuerzas Quds, considerada una organización terrorista por EEUU, Soleimani es presentado en estas horas en las redes sociales de las entidades iraníes en Brasil como “el abanderado de la lucha contra el terrorismo”. Como informan muchos analistas, entre ellos la periodista y escritora Kim Ghattas de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, Soleimani “era odiado, no sólo por los suníes que sufrieron a manos de sus milicias proxy en Siria e Irak, sino también por los chiíes, incluidos algunos en Irak e Irán, donde ayudó a sostener un sistema represivo y fue visto como el responsable del papel de Irán en costosas guerras en el extranjero”. Según el comunicado del Departamento de Estado estadounidense emitido tras su muerte, “el general Soleimani y su Fuerza Quds fueron responsables de la muerte de cientos de militares estadounidenses y miembros de la coalición y de las heridas causadas a otros miles”. Visita del ayatolá Hassan Alami en San Pablo (agosto 2024) Entre las estrategias que Irán está siguiendo en Brasil, además de las relaciones militares y gubernamentales, está la de las relaciones locales sobre el terreno, como ya está haciendo en otros países de la región, como Ecuador. Gobernadores, alcaldes y representantes locales son los nuevos objetivos del gobierno de Teherán, que también intenta apoyar los intercambios culturales entre los dos países. Brasil, como el resto de la región, sigue siendo uno de los principales centros de exportación de la revolución iraní, que tiene entre sus principales herramientas de propaganda la Universidad Ali Mustafa, sancionada en 2020 por Estados Unidos y posteriormente por Canadá, por acoger y entrenar a milicias chiíes pakistaníes y afganas en Siria en apoyo al régimen de Bashar al Assad. Según el Tesoro estadounidense, la Universidad Al-Mustafa “sirve de red internacional de reclutamiento para las Fuerzas Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán”, que dirige las operaciones terroristas de Irán fuera del país. Detrás de la Al-Mustafa está Mohsen Rabbani, actualmente en la lista roja de Interpol, acusado de ser el cerebro de los atentados contra la embajada israelí en 1992 y contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994 en Buenos Aires, en los que murieron 114 personas y cientos resultaron heridas. También en el marco de las actividades de propaganda del régimen, uno de los ayatolás de Alí Jamenei, Hassan Alemi o Alami, visitó Brasil, São Paulo y la mezquita de Ponta Grossa, en Paraná, en agosto de 2024. Es desde la investigación sobre la AMIA del fiscal argentino Alberto Nisman, muerto en 2015, que las redes iraníes se interesan en Brasil por su geografía, pero también por la importante comunidad chiita en la Triple Frontera. Dos reportajes, uno de 2016 de la revista Veja y otro más reciente de 2023 del sitio de noticias O Bastidor, llegaron a denunciar “una base clandestina iraní en San Pablo”. Según O Bastidor, “la presunta presencia de agentes y medios al servicio del aparato de inteligencia iraní en la capital paulista se oculta mediante una red de empresas de fachada, que utilizan direcciones falsas, red en la que participan iraníes con cobertura diplomática. Esta red funciona desde hace al menos diez años”.
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