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» Diario Cordoba
Fecha: 04/01/2025 05:45
El próximo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha introducido el nacionalismo en el distópico mundo de los fanáticos y los resentidos que estallan: los que vienen de fuera son peores que los que tenemos dentro. Los malos de aquí son buenos respecto a los forasteros, que son peores. El país ya no se define por ser blanco anglosajón y protestante y sus excombatientes le combaten, pero eso son matices progres. El forastero estaba en las películas del Oeste (donde aprendí esa palabra), en un pueblo pequeño, muchas veces un asentamiento reciente, y destacaba, pero solo era el último en llegar. Este irrazonamiento ‘trumpista’ hace olvidar lo importante: que se ha impuesto que el malestar social difuso con centenares de causas puede acabar en un individualista morir matando a cualquiera, porque no se sabe a quién disparar. La actitud desesperada de prender fuego a todo, los mato y me suicido, ‘yatomarporculoya’ -que es universal- ha encontrado su expresión en niños a los que les brota el acné violento disparando a ráfaga el fusil de asalto de papá y en conductores Grand Theft Auto en zona peatonal con el coche cebado de explosivos. El aprovechamiento ‘trumposo’ de esas matanzas, con bandera y sin ella, en la escuela, en la feria, en la fiesta, con causa, sin causa, con causas cambiadas, impide que se busque una explicación (que no es una justificación) a esta forma públicamente exitosa de explotar la frustración en una sociedad con una meteorología emocional de cabreo perpetuo que da la razón a todos los chiflados y los motivos a todos los defraudados que sienten que el abuso es legal o apenas punible o que tú lo vales y los demás, no. Alguien debería descubrir y describir las razones sin distraerse en discriminar entre malos de dentro y peores de fuera. Ya sabemos que no se admite la locura -porque exime de pagar por lo que se ha hecho- ni tampoco el malestar -porque el mundo está bien así- pero el relato no puede acabar en el carrusel de luces blancas, azules y rojas de policías, bomberos y ambulancias que ponen a girar después de cada matanza. *Periodista
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