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  • Mansour bin Zayed, dueño de Manchester City, compra el histórico haras Fresnay-le-Buffard

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 03/01/2025 18:32

    Siete campeones del Prix de l’Arc de Triomphe y una historia de éxitos que forjaron su renombre internacional en las pistas de carreras (AFP) El haras Fresnay-le-Buffard, ubicado en Normandía, fue testigo de múltiples capítulos históricos desde su fundación en 1903. En diciembre pasado, este icónico dominio fue adquirido por el jeque Mansour bin Zayed Al Nahyan, vicepresidente de los Emiratos Árabes Unidos y propietario del Manchester City, en una transacción gestionada por Sotheby’s Deauville y valorada en 26.8 millones de euros, informa Paris Match. Este paso resalta su compromiso con la cría de caballos de élite y al mismo tiempo su estrategia para consolidar su posición en el mundo ecuestre global. Figura clave en el ámbito ecuestre mundial, su liderazgo promete renovar el legado del Fresnay-le-Buffard y posicionarlo en las cumbres del deporte (Mohamed Al Hammadi/UAE Presidential Court/Handout via REUTERS) Un legado histórico de excelencia El Fresnay-le-Buffard no es un haras cualquiera. Sus 325 hectáreas, que incluyen un castillo del siglo XVIII, 200 boxes para caballos y una pista de entrenamiento de 900 metros, fueron cuna de auténticos campeones, entre ellos siete ganadores del prestigioso Prix de l’Arc de Triomphe. Este recinto privado, cuyo acceso está restringido al público, estuvo tradicionalmente asociado a personalidades clave en el ámbito empresarial y cultural. En sus inicios, el haras fue propiedad de Marcel Boussac, apodado el “rey del algodón” por su éxito en la industria textil y conocido por ser el patrocinador que impulsó la casa de alta costura de Christian Dior. Bajo su liderazgo, el lugar se convirtió en un centro de excelencia en la cría de caballos de carreras, un legado que continuó Stavros Niarchos, renombrado armador griego, quien elevó aún más la reputación del Fresnay-le-Buffard. Estos nombres no solo añadieron prestigio al dominio, también lo posicionaron como un referente mundial en la industria ecuestre. El impacto cultural del haras fue también reconocido en 1967, cuando la reina Isabel II lo visitó durante un viaje privado a Normandía. La presencia de la monarca británica, una apasionada de los caballos, consolidó su relevancia en el panorama europeo y subrayó su importancia en la tradición ecuestre. La visita privada de la monarca británica en 1967 consolidó la reputación del haras como uno de los puntos más prestigiosos de la tradición ecuestre europea (AP Foto/Alastair Grant Pool, archivo) El futuro bajo el liderazgo del jeque Mansour La adquisición por parte del jeque Mansour representa una nueva era para el Fresnay-le-Buffard. Conocido por ser una figura clave en la promoción de la excelencia ecuestre, Mansour es propietario de otros cuatro dominios en Normandía y de la famosa cuadra Godolphin, reconocida mundialmente en la cría de purasangres. Según declaraciones recogidas por Paris Match, su plan es restaurar el esplendor del haras mediante la modernización de sus instalaciones, que actualmente albergan más vacas que caballos, y la contratación de 30 nuevos empleados para complementar a los 15 actuales. El alcalde de Rônai, Hubert Séjourné, señaló que el objetivo es devolver al haras su posición como centro de referencia en las competiciones internacionales. Esta inversión busca recuperar su relevancia deportiva y al mismo tiempo revitalizar la economía local, reforzando la presencia de los Emiratos Árabes Unidos en un sector donde el prestigio y la tradición se entrelazan con el lujo y la modernidad. Bajo la visión del jeque Mansour, el Fresnay-le-Buffard se proyecta como un referente global, combinando modernización, tradición y ambición deportiva (AFP) Una visión estratégica y cultural El interés del jeque Mansour por el Fresnay-le-Buffard no se limita al ámbito deportivo. La compra evidencia una estrategia más amplia que conecta la tradición ecuestre con los intereses económicos y culturales de los Emiratos Árabes Unidos. Esta operación refuerza su influencia en un sector que combina historia, innovación y rentabilidad, posicionándolo como un puente entre Medio Oriente y Europa. Con una fortuna estimada en 30 mil millones de dólares, Mansour demostró su capacidad para integrar modernidad y tradición en cada uno de sus proyectos, ya sea como propietario de clubes de fútbol de primer nivel o como mecenas de la cría de caballos. Según Paris Match, su ambición es clara: ver el nombre de sus purasangres en lo más alto de los podios internacionales. El Fresnay-le-Buffard no solo es un símbolo de la historia ecuestre, sino también un testimonio de cómo la visión estratégica puede transformar un legado en una herramienta de proyección cultural y económica. Bajo el liderazgo del jeque Mansour, este haras se prepara para consolidarse como un referente global, combinando su ilustre pasado con una mirada hacia el futuro.

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