05/01/2025 10:27
05/01/2025 10:26
05/01/2025 10:25
05/01/2025 10:25
05/01/2025 10:25
05/01/2025 10:21
05/01/2025 10:20
05/01/2025 10:18
05/01/2025 10:18
05/01/2025 10:14
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 03/01/2025 08:35
La proporción entre el tiempo vivido y la edad, transforman las experiencias temporal (Imagen Ilustrativa Infobae) A medida que envejecemos, pareciera que los días, meses y años se deslizan con mayor rapidez, transformando la percepción del tiempo en un fenómeno que desafía el calendario físico. Esta experiencia tiene sus raíces tanto en la fisiología humana como en la manera en que estructuramos nuestras vidas. Investigadores desentrañaron algunos de los mecanismos detrás de esta aparente aceleración del tiempo. Es por ello que la escritora especializada en estilo de vida, Helen Coffey del medio The Independent, publicó un artículo sobre esta tendencia. El profesor de ingeniería mecánica en la Universidad de Duke (Estados Unidos), Adrian Bejan, explicó al medio británico que la velocidad en que las personas procesan imágenes disminuye con la edad debido al crecimiento y la complejidad de las redes neuronales. Este fenómeno ralentiza el transporte de señales eléctricas, reduciendo los “fotogramas por segundo” percibidos. Debido a esto, los adultos experimentan el tiempo como si este transcurriera más rápidamente. Bejan lo compara con un flipbook: al tener menos imágenes procesadas, se llega al final de la secuencia con mayor rapidez. Durante la niñez, el cerebro se enfrenta constantemente a estímulos y experiencias nuevas que generan recuerdos vivos y duraderos. Con una mayor edad, la rutina reduce la posibilidad de novedades en las vivencias, haciendo que los días parezcan más cortos. Esta falta de nuevos estímulos se traduce en una percepción acelerada del tiempo, puesto a que los eventos habituales no quedan fijados en la memoria como momentos únicos. Cindy Lustig, profesora de psicología en la Universidad de Michigan, profundizó sobre el último punto al explicar que los períodos de tiempo repletos de eventos y experiencias marcadas se sienten más largos en retrospectiva. Esto se debe a que cada evento individual deja una huella en la memoria, creando la impresión de un lapso más extenso. Por el contrario, los días regidos por la monotonía carecen de diferenciación, lo cual resulta en una percepción comprimida del tiempo. La complejidad del cerebro adulto influye en sentir que los años pasan más rápido (Imagen Ilustrativa Infobae) Otra clave para comprender este fenómeno es la proporción relativa del tiempo. Para un niño de cuatro años, un año representa el 25% de su vida; mientras que para un adulto de 40, equivale solo al 2,5%. Este contraste hace que los años más tempranos se sientan más largos en comparación con los posteriores. Estudios sobre la percepción del tiempo Una investigación reciente de Liverpool John Moores University corroboró que esta percepción de aceleración no es solo anecdótica. Por ejemplo, una mayoría de encuestados en el Reino Unido consideró que la Navidad parecía llegar más rápidamente cada año. Resultados similares se observaron en Irak con respecto al Ramadán. Estos hallazgos destacan la universalidad del fenómeno, aunque se viva de formas ligeramente diferentes según el contexto cultural. Estrategias para “desacelerar” el tiempo Para contrarrestar la sensación de que el tiempo se acelera con el pasar de los años, especialistas sugieren adoptar cambios en la rutina que reactiven la capacidad del cerebro para generar recuerdos memorables. Al introducir elementos nuevos y sorprendentes en la cotidianidad, es posible expandir la percepción subjetiva del tiempo, haciéndolo parecer más amplio y significativo. El profesor Adrian Bejan, destaca que romper con la monotonía es esencial para optimizar la experiencia temporal. “Haz algo, crea algo o cuenta algo”, recomendó, subrayando la importancia de realizar actividades que se alejen de la zona de confort. Estas acciones no necesitan ser radicales: desde caminar por una ruta diferente hasta probar un nuevo pasatiempo o explorar géneros musicales desconocidos, cualquier cambio tiene el potencial de enriquecer las experiencias cotidianas. Realizar actividades nuevas o practicar el mindfulness pueden extender la sensación subjetiva del tiempo (Imagen Ilustrativa Infobae) Una práctica alternativa es la atención plena o mindfulness. Esta práctica busca que las personas se centren completamente en el presente, sin distraerse con pensamientos sobre el pasado o preocupaciones futuras. Si bien la percepción de que el “tiempo vuela” es común, la atención plena ofrece un contrapeso al fomentar un contacto más directo y consciente con cada momento vivido. Si bien el tiempo es un recurso finito, los especialistas coinciden en que la forma en que se presentan las vivencias, es moldeable en gran medida. Adoptar una actitud presente no solo permite apreciar con mayor intensidad lo que ocurre, sino que también incrementa la sensación de que el tiempo tiene un propósito y un significado más allá de su medición cronológica.
Ver noticia original