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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 03/01/2025 04:51
(Imagen Ilustrativa Infobae) La película “Nuestros hijos” (I nostri figli, 2018) realizada para la televisión italiana está inspirada en un hecho real, el femicidio de Andrea Manduca, madre de tres niños, cuyo ex marido - con antecedentes de adicciones y violencia comprobada - pese a tener dictada la prohibición de acercarse a ella, la asesinó, además de herir gravemente a su suegro. El femicida fue condenado a escasos 20 años de prisión. Los tres niños, quedaron desamparados, dado que los abuelos maternos estaban imposibilitados de hacerse cargo de ellos. Y los abuelos paternos, con inequívocos signos de violencia intrafamiliar, serían un ámbito muy pernicioso para los huérfanos. Un primo lejano de la madre asesinada fue contactado por los servicios sociales que le pidieron que se hiciera cargo de los niños hasta encontrar una solución definitiva. Hasta aquí, la historia es similar a la de muchos otros casos. Pero en esta película la directora pretende mostrar dos cosas: la primera es cómo el Estado que debía haber protegido a la mujer asesinada, se lava las manos. No la protegió en el momento más álgido cuando llevó a los niños a la casa de los abuelos paternos donde el marido la mató a cuchilladas e hirió gravemente al abuelo. La segunda, la notable agresividad de los dos hijos mayores hacia todo el entorno femenino incluso hacia su madre muerta. Pensaban que, si el padre la había castigado tan brutalmente, era por algo. Actitud violenta aprendida e instalada desde la cuna. Una conducta machista por calificarla de alguna manera, que, de no revertirse, dificultaría la convivencia con el entorno de mujeres, compañeras, novias o esposas, y los llevaría seguramente por el camino de la violencia de género de nefastos resultados. El caso de Andrea Manduca, la víctima, y protagonista de la película quedó cerrado: el femicida preso y condenado a 20 años, los niños ubicados. Pero, ¿qué pasaba con la familia qué heroicamente se hizo cargo de los tres chicos –fueron adoptados- además de los suyos biológicos? Nada. Ninguna ayuda. Ni contención psicológica, menos aún beneficios económicos. El Estado simplemente se encogió de hombros y abandonó a esta familia a su suerte. Una abogada solidaria asumió la defensa de la familia sustituta y, tras varias demandas, consiguió los beneficios necesarios para que esta familia más que numerosa pudiera llevar adelante una vida digna. El femicidio y la violencia de género son una tragedia bajo todos los aspectos. Es, además un fenómeno que se da en todas las sociedades y en todos los estratos sociales. En España, este año fueron asesinadas 43 mujeres, muchas delante de sus propios hijos, todas atacadas por sus parejas. El femicidio tampoco respeta edades. Recientemente, en Argentina dos nenas fueron brutalmente violadas y asesinadas. Una de ellas se llamaba, como una ironía sobre su triste destino, Bella Felicidad. Fue masacrada por la pareja de su madre. A Nayla Malena Agüero un vecino la violó y luego la ahorcó. Su cuerpo fue encontrado envuelto en una sábana en un armario en la casa del asesino. A pesar de todos los movimientos feministas, asociaciones civiles, campañas, manifestaciones de todo tipo, lo cierto es que el número de mujeres y niñas y niños asesinados mediando previamente violencia de género no se modifica y hasta parecería aumentar. Muchos dicen que siempre fue así, sólo que antes se silenciaba o no entraban en las estadísticas. Algo así como: “De eso no se habla”. Me pregunto qué es lo que se hace mal. ¿No será hora de plantearse muy seriamente cómo buscar nuevas herramientas para combatir este flagelo? ¿Tal vez el feminismo llevado a tan altos niveles de intransigencia como plantean algunos sectores de la sociedad exacerba un machismo cruel? No tengo la respuesta, pero sí la inquietud. A pocos días de concluido este luctuoso año, deseo y ruego que quienes corresponda busquen otros caminos para que las mujeres y niños puedan convivir en paz. Para que no queden más niños huérfanos de madre. Para que los varones aprendan a tratar desde la temprana infancia a las niñas con respeto y estima. Para que parejas que por el motivo que sea que las separe no hagan de los niños indefensos sus chivos expiatorios. Que las mujeres que denuncian a sus parejas sean escuchadas y cuidadas. Así como también que las falsas denuncias de mujeres despechadas sean debidamente investigadas. No es posible que por motivos muy personales la denuncia de una mujer sea considerada como sacrosanta verdad sin otro motivo más valedero que el género de la denunciante. Algo anda mal en este juego de pasiones donde todos salen malheridos, en particular los hijos indefensos. Así como están planteadas las cosas hoy en día no estamos yendo por el mejor camino. Sólo basta analizar los resultados.
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