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» Diariopinion
Fecha: 02/01/2025 14:00
Según un reciente informe de la Fundación Observatorio Pyme, Formosa encabeza el preocupante ranking de las provincias con menor densidad empresarial de Argentina, con apenas 3,8 empresas cada 1.000 habitantes., mientras que el promedio en la Unión Europea es 72,3; en México, 40,4 y en Brasil, 23. Mientras que distritos como la Ciudad de Buenos Aires lideran con 43,1 empresas por cada 1.000 habitantes , en Formosa de cada diez trabajadores, 7 dependen del Estado provincial, la mayoría con condiciones precarizadas e ingresos por debajo de la línea de pobreza, un esquema que prioriza el dominio y la hegemonia politica sobre el impulso al progreso. Un Modelo Económico que Castiga al Desarrollo La gestión de Insfrán ha sido fiel al populismo, priorizando el control político a través del empleo público mientras desatiende el fomento a la actividad privada. Las cifras son contundentes: en los últimos trimestres, Formosa no solo no logró un crecimiento empresarial neto, sino que presentó tasas negativas, compartiendo este retroceso únicamente con la provincia de Buenos Aires. A nivel nacional, el 28% de los departamentos geográficos están enfocados en sectores productivos como la industria manufacturera y los servicios, que concentran el 35% de las empresas. Sin embargo, Formosa se encuentra fuera de esta dinámica. En otras regiones, especialmente en Cuyo, se registraron nacimientos empresariales netos, evidenciando que el estancamiento formoseño no es un fenómeno inevitable, sino el resultado de políticas delibes. ¿Qué futuro tiene Formosa? El escenario en Formosa es un llamado urgente a la reflexión sobre los efectos de décadas de políticas económicas orientadas a consolidar el poder de un régimen político, a costa del desarrollo. La falta de incentivos a la inversión, la alta presión fiscal y el dominio estatal sobre la economía han hecho de la provincia un caso paradigmático de "décadas perdidas" . Mientras tanto, provincias como Santa Fe, Córdoba y Chubut, con densidades empresariales significativamente más altas, muestran que es posible fomentar el desarrollo privado incluso en contextos adversos. El desafío para Formosa no solo reside en diversificar su matriz económica, sino también en romper con un modelo de dependencia estatal que asfixia la creatividad, la productividad y las oportunidades para el desarrollo. Un llamado al cambio El modelo de Formosa no es sostenible. Continuar con políticas que inhiben el crecimiento privado y refuerzan la dependencia estatal no solo perpetúa la pobreza estructural, sino que también condena a las generaciones futuras a un ciclo de subdesarrollo. Es momento de replantear las prioridades y apostar por un futuro donde el Estado sea un facilitador del progreso, y no un ancla que impida el despegue. El desafío no será fácil, pero es imprescindible: Formosa necesita liberarse de las ataduras del pasado y abrirse al dinamismo que impulsa a las regiones más productivas del país. De lo contrario, seguirá siendo el caso emblemático de lo que sucede cuando el poder político antepone sus intereses al bienestar de su gente.
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