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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 02/01/2025 08:47
Steven Spielberg y George Lucas crearon a Indiana Jones basándose en parte en la vida de Hiram Bingham En 1981, Steven Spielberg y George Lucas presentaron al mundo a un arqueólogo poco convencional: Indiana Jones, un personaje que transformó la arqueología en una aventura de alto riesgo y glamour. Con su látigo, sombrero fedora y una habilidad para escapar de trampas imposibles, Indy no solo redefinió el cine de acción, sino que también moldeó la percepción popular de los arqueólogos. Pero detrás del héroe ficticio hay una figura histórica con luces y sombras: Hiram Bingham III, el hombre que afirmó haber descubierto Machu Picchu y cuya vida inspiró a los creadores del famoso arqueólogo. El verdadero Indiana Jones no cargaba látigos ni peleaba contra nazis en busca del Arca de la Alianza, pero tenía un talento único para envolverse en polémicas. Bingham, nacido en Honolulu en 1875, se convirtió en un personaje clave del siglo XX. Con una educación elitista en Yale y Harvard, su vida estuvo marcada por su fascinación por las civilizaciones antiguas, una visión imperialista de la arqueología y una ambición que lo llevó tanto a la gloria como al escrutinio. ¿Cómo pasó Bingham de ser un académico norteamericano a un explorador que muchos comparan con los aventureros de ficción? La respuesta se encuentra en los Andes peruanos, donde su “descubrimiento” de Machu Picchu en 1911 lo catapultó a la fama internacional, aunque sus métodos y motivaciones fueran cuestionados durante más de un siglo. El nacimiento del mito: Hiram Bingham y Machu Picchu Hiram Bingham III afirmó descubrir Machu Picchu, aunque los lugareños conocían el sitio desde antes (National Geographic / Wikimedia Commons) Hiram Bingham III tenía una obsesión: encontrar Vilcabamba, la última capital del Imperio Inca. En su expedición de 1911, financiada por la Universidad de Yale y la National Geographic Society, el explorador llegó al valle del Urubamba, en Perú. Allí, tras la guía de lugareños, se encontró con las ruinas de Machu Picchu, una ciudadela que, aunque conocida por las comunidades locales, era desconocida para el mundo académico internacional. Bingham describió su hallazgo como un momento mágico. En su libro, relató: “De repente me encontré frente a las paredes de una ruina y casas construidas con la mejor calidad del arte inca. Parecía estar en un sueño”. Sin embargo, la euforia de su “descubrimiento” se empañó con el tiempo. Según anotaciones en su propio diario, Bingham encontró una inscripción con el nombre de Agustín Lizárraga, un agricultor que visitó el lugar años antes. Sin embargo, Bingham desestimó este hecho y se atribuyó todo el crédito, reflejando un sesgo racista común en su época. Durante su expedición, Bingham recopiló cerca de 46.000 piezas arqueológicas, que envió a Yale con la promesa de devolverlas en 18 meses. Esa devolución nunca ocurrió hasta un siglo después, tras una larga batalla legal y diplomática que culminó en 2012 con la restitución de los artefactos al Perú. Héroe o saqueador, la polémica detrás del personaje Más de 46,000 piezas arqueológicas fueron llevadas por Bingham a Yale durante su expedición en 1911 (Library of Congress/Wikimedia Commons) Aunque algunos ven a Hiram Bingham como un pionero de la arqueología científica, otros lo consideran un símbolo del expolio cultural. Sus métodos de investigación, que incluyeron el uso de trabajo infantil, la quema de vegetación y la compra de restos humanos, generaron críticas tanto en su época como en la actualidad. La percepción de Bingham también se complicó debido a sus posturas políticas: fue un defensor ferviente de la Doctrina Monroe y llegó a proponer la invasión de México para garantizar los intereses estadounidenses en Latinoamérica. Estos rasgos lo acercan más al Indiana Jones de “El templo maldito” que al héroe romántico de “En busca del arca perdida”. En palabras del propio Bingham, el objetivo de sus expediciones no era solo entender el pasado incaico, sino también demostrar la superioridad científica y cultural de Estados Unidos. Según críticos, esto reflejaba una visión colonialista que intentaba justificar la apropiación de bienes culturales. De Bingham a Indiana Jones: la transición al cine Indiana Jones reflejó el espíritu aventurero de exploradores históricos, omitiendo aspectos oscuros como los de Bingham (Wikimedia Commons) Cuando Spielberg y Lucas crearon a Indiana Jones, se inspiraron en varias figuras históricas, pero fue Hiram Bingham quien proporcionó gran parte del molde. Como el arqueólogo ficticio, Bingham era un hombre carismático, osado y lleno de contradicciones. Ambos compartían un enfoque temerario hacia la exploración, aunque en la pantalla grande se omitieron los aspectos más oscuros de Bingham. Las películas de Indiana Jones generaron críticas en Perú, especialmente con la cuarta entrega, “Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal” (2008). En esta película, Jones afirmaba haber aprendido quechua con Pancho Villa, un error que muchos calificaron como un insulto a la historia y la cultura peruana. Además, la película se estrenó en un momento en que el Perú luchaba por recuperar los artefactos arqueológicos que Yale mantenía en sus colecciones. Hoy, Hiram Bingham es recordado tanto como un explorador brillante como un saqueador oportunista. Aunque su legado continúa siendo objeto de debate, es indiscutible que su vida y obra ayudaron a popularizar la arqueología y dieron pie a uno de los personajes más icónicos del cine. Pero, al igual que Indiana Jones, Bingham nos recuerda que el rescate del pasado no siempre es una historia de aventuras; también puede ser una reflexión sobre ética, respeto y responsabilidad cultural.
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