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» Diario Cordoba
Fecha: 02/01/2025 06:18
En casa había un televisor de tubo, forrado de madera. Verdadero mostrenco. No tenía pijadas porque estábamos en los primeros 90 y ahí la pijada era tener consola. En esa tele se engancharon sucesivamente una Atari 7800 y una Super Nintendo, actualmente una reliquia familiar. Un carrete como mucho daba para 24 fotos, 5 sin velar, y alguna nos hizo mi padre a mi hermano y a mí celebrando victorias difíciles junto a la pantalla. El televisor era un acorazado. Donde lo enchufaras iba. Ya podía estallar el tendido eléctrico que él ni se inmutaba. Ahora llevamos dos televisores delicaditos en cuatro años, con mil mandangas de las que usamos tres. Se nos averió antes del puente y dormimos igual: montamos lego, hacemos puzzles, leemos, vamos a Medina Azahara a ver espectáculos de música medieval con títeres, como le habría gustado a Abderramán. Mis hijos han profundizado en el arte de buscar broncas entre hermanos por cualquier sutileza. El tiempo se muere como siempre. ¿Haber tenido televisor habría hecho menos prolífica a gente que escribió en vida más de lo que da tiempo a leer en una vida de ahora? Tal vez la gente escribía para ignorarse. A excepción del espacio, cualquier vivienda de ahora está más preparada para el ocio, o el acceso masivo a la cultura (léase el trabajo maravilloso de Darco, con mi amado Antonio Díaz y sus colegas de Historia de la UCO digitalizando el Archivo Histórico Provincial a cuchillo, metiéndolo en cada casa -¿‘darcotraficantes’?-) que una corte europea, hasta esplendorosa, antigua. Claro que con una buena tele se habrían ahorrado bastante sífilis. *Abogado
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