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» Diario Cordoba
Fecha: 02/01/2025 05:53
Una de las palabras del año, además de fango, ha sido bulo. Es de esos mantras que alguien se encarga de crear, suministrar y esparcir, para que lo inunden todo y no dejen espacio a la reflexión. Ya sabemos que la verdad para algunos es relativa, que a menudo no es mentira sino cambio de opinión, y que incluso las cifras sirven a uno u otro propósito, dependiendo de quien las exponga y del contexto en el que se presenten. Bulo, según la RAE, es una noticia falsa propagada con algún fin; es decir, que hay intencionalidad en lo que se difunde y se persigue influir, lo que significa que va contra la idea primigenia de lo que es el periodismo, que es contar lo que sucede, de forma objetiva y contrastada. Pero resulta que, a día de hoy, quien maneja el relato maneja el poder, y algo repetido hasta la saciedad se queda en el subconsciente y puede llegar a establecerse como inamovible, así que desde distintos estamentos se pone mucho interés en controlar lo que se publica. Por eso el ‘cuarto poder’, la prensa, debería estar lo más alejada posible de las injerencias de la política y de los intereses económicos. Pero, claro, eso es más un deseo que una realidad, porque no olvidemos nunca que las noticias las cuentan periodistas (en el mejor de los casos) que trabajan para un medio que vive de unos ingresos (normalmente publicitarios). Si, por ejemplo, las diputaciones provinciales o los gobiernos regionales deciden que un medio le es hostil, o simplemente no coopera lo suficiente, es molesto o pregunta lo que no debe, pueden cortar el grifo de subvenciones, suscripciones o paquetes de publicidad. Entonces la facturación se resiente y es complicado mantener abierto dicho medio y pagar, si es el caso, el salario a sus trabajadores o repartir el dividendo entre sus accionistas. Imaginen en el caso de la publicidad gubernamental nacional. ¿A qué viene todo esto? A que el Gobierno central acaba de activar un paquete de ayudas de 35 millones de euros para «fortalecer digitalmente al sector de los medios de comunicación, para preservar su competitividad y que pueda ofrecer información veraz a la ciudadanía, tal y como recoge el artículo 20.1 de la Constitución Española». Además, va a establecer una serie de medidas para reformar tanto la ley de secreto profesional de los periodistas como la llamada ‘ley mordaza’, que sanciona el uso de imágenes de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Sinceramente, yo en todo esto observo un deseo de controlar qué se dice, quién lo dice y cuándo lo dice, de coartar una libertad de expresión, siendo que los eventuales afectados por su ejercicio ya cuentan, desde hace décadas, con la posibilidad de acudir a los tribunales. De ahí también la intención de controlar las redes sociales y los medios no tradicionales que no necesitan de ayudas económicas públicas. Si no puedo callarte, te cierro. Me temo que viene una etapa muy negra para la libertad de expresión. Ojalá me equivoque. Feliz año nuevo. *Periodista
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