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» Diario Cordoba
Fecha: 31/12/2024 05:36
Blas García lleva más de 15 años presidiendo la fundación que su padre creó hace ahora cuatro décadas y toda una vida ligada al colectivo. Su afán es conjugar el avance social en esa lucha por cambiar los modelos de trabajo y la vida de las personas con discapacidad y, a su vez, seguir manteniendo los valores de quienes fundaron Prode. Entre sus ambiciones está que las personas con capacidades diferentes puedan vivir igual que el resto, pese a sus limitaciones. -Está a punto de acabar un año importante para la Fundación Prode, por su 40 aniversario. ¿Qué balance hace del ejercicio? -Prácticamente la totalidad de la programación que nos habíamos planteado se ha llevado a cabo y la verdad que muy satisfechos, con una carga muy grande de trabajo. Porque ya de por sí la organización se mueve con una complejidad importante y añadirle a eso, todos los eventos que nos han acompañado este año hace que hayamos estado bastante ocupados. Hay cosas también que coinciden con el 40 aniversario y en las que estamos poniendo el foco y es poner atención a las cosas más relevantes para el bienestar de las personas. Fundamentalmente temas de formación, empleo, alojamiento, vivienda u ocio. Creemos que estamos dando un paso muy importante en todas estas facetas de la vida para las personas por las que estamos trabajando. Y este año sabemos más que sabíamos el año anterior y eso nos permite también acceder a recursos que nos permiten avanzar. -¿Qué proyectos especiales se han llevado a cabo durante el año? -Bueno, sobre todo ha sido también un año de transición. Vivimos una situación económica bastante ajustada. El año anterior ya nos cedieron los colegios la Fundación Cajasur y hemos tenido que consolidar la gestión de estos colegios. Para nosotros eso ha sido determinante para entrar en un ámbito como es la educación y como son los menores. Eso, junto con la inauguración del Cenis, que es un centro de bienestar integral de salud que se ha abierto en Pozoblanco. Son temas que de buenas a primeras hemos tenido que gestionar sin servicios y centros nuevos que han permitido cumplir nuestro propósito: poder darle a las personas, desde que nacen hasta que envejecen, el acompañamiento que nuestro propósito establece. Y luego una cosa también muy importante, que ya nos han aprobado, es que 31 personas que teníamos en residencia de adultos, las pasamos a cuatro viviendas tuteladas. Nosotros no somos amigos de las residencias. Nos gustaría que todas las personas vivieran, a ser posible, como vivimos el resto de las personas, en hogares, en sitios donde haya pocas personas y donde la atención sea muy personalizada. Es algo muy importante porque no es fácil hacer que las personas con discapacidad intelectual puedan vivir en las condiciones que viven el resto de las personas. -¿Cómo se consigue que puedan vivir de esa forma? -Normalmente, haciendo un balance muy, muy serio y riguroso de qué cosas estamos ofreciendo y ver que está bien y que no está bien. O sea, tenemos que ver cuáles son los aspectos en la vida que son relevantes, como puede ser la formación y el empleo, el alojamiento, el ocio, los vínculos, la socialización... Muchos aspectos que hacen que podamos tener una buena sensación en la vida. Y todo aquello que estamos haciendo que no es lo adecuado -un modelo de hace ya 40 años- pues tenemos que cambiarlo. Pero claro, hacen falta más recursos, cambios de mentalidad, cambios de actitud y de servicio. Es una visión diferente y nosotros estamos inmersos en ese cambio desde hace ya años. Por ejemplo, tenemos personas que están viviendo en régimen de vivienda autónoma, o sea, que ellas deciden dónde quieren vivir, con quién quieren vivir y cómo quieren vivir. Eso no está regulado por la administración pública, ese servicio no está en la red de dependencia. Nosotros lo estamos haciendo y lo estamos haciendo con recursos que buscamos. -¿Cómo ha cambiado el trabajo con las personas con discapacidad y la percepción de la sociedad hacia ellas desde que nació Prode? -El cambio ha sido muy grande, pero eso no quiere decir que las cosas estén bien. Yo creo que no están bien. Creo que están mejor que en los años 80, pero bueno, es que en los años 80 el modelo que se aplicaba era un modelo médico rehabilitador, donde la discapacidad estaba en el individuo, era como que la persona no tenía los medios para poder ser feliz. Y bueno, el concepto que hay ahora mismo es absolutamente distinto. Es un modelo social, es otro concepto donde la discapacidad radica en la sociedad que pone los obstáculos a las personas para que no puedan acceder a lo que necesitan. Es un cambio tremendo, pero no estamos todavía en el modelo comunitario de que la comunidad aporte todo lo que el individuo necesita para que, inpendientemente de sus capacidades, pueda ser feliz. Pero sí, ha cambiado mucho. Ya no se considera la discapacidad como una enfermedad. Eso era un concepto muy arcaico y sin sentido, deshumanizado 100%. Pero todavía tiene que cambiar mucho más, por ejemplo, en ámbitos como el empleo en el que índice de actividad de las personas con discapacidad está a 40 puntos por debajo del resto de población. -¿Se debe esto a una falta de herramientas de estas personas o a la sociedad en sí? -Yo creo que es porque no se dan los medios necesarios para que quien tiene que contratar no salga perjudicado por el hecho de que contratar a una persona con discapacidad. De alguna manera hay que compensar esa situación. Y luego las personas también, sobre todo con discapacidad intelectual, necesitan apoyos en el empleo. El 79% de las personas que están contratadas con discapacidad pertenecen a empleo protegido, a centros especiales de empleo. Son empresas que el 70% de la plantilla debe tener discapacidad, cuales tienen bonificada la Seguridad Social y el 50% del SMI. Es una forma también de poder afrontar situaciones que en cualquier empresa no es fácil que se puedan abordar. Una empresa no tiene por qué tener menor o mayor capacidad productiva por contar con personas con discapacidad. Desde la administración pública tienen que generarse políticas que permitan que esa situación se compense. -Por otro lado, ¿cuál es la esencia que mantiene la fundación desde que se creó? -Está muy claro. La base y los cimientos de Fundación Prode está en los valores, en el espíritu de las personas que lo crearon. Un espíritu que hacía las cosas porque creía en una sociedad más justa porque pensaba que lejos del interés económico había que trabajar para que todas las personas tuvieran las mismas oportunidades. Suscríbete para seguir leyendo
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