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  • Murió Jorge Lanata, un ícono del periodismo argentino

    Diamante » Diamantefm

    Fecha: 30/12/2024 20:12

    El conductor se encontraba internado desde el 14 de junio, cuando fue al Hospital Italiano para hacerse una tomografía de pulmón y sufrió una descompensación. Murió este lunes luego de estar más de seis meses internado en el Hospital Italiano y la Clínica de Neurorrehabilitación Santa Catalina. El periodista se encontraba bajo un estricto tratamiento médico para mitigar su cuadro de insuficiencia respiratoria. Nelson Castro habló del cuadro de salud que atravesó el presentador en el último tiempo: “Estaba en contacto directo con el Hospital Italiano y tenía conocimiento de la gravedad progresiva de la situación de Jorge”. “Cuando yo le preguntaba por su salud, él me decía que estaba bien. Todo el tema del tabaquismo de Jorge fue letal, y es algo que él nunca tuvo la actitud de cambiar”, aseguró el médico. Castro se emocionó al recordar que fue él quien le hizo la última nota. “Cuando lo ves en perspectiva te parte el alma, porque además, todo lo que ha sido el sufrimiento físico de Jorge, porque no hay idea de lo que padeció. Tenía un conocimiento muy detallado y su padecimiento fue enorme”, sostuvo. El doctor indicó cuál fue el momento que significó un antes y un después en el estado de salud de Laanta: “El episodio de la isquemia intestinal fue bisagra en cuanto a lo que marcó. Ya ahí quedó expuesto un problema vascular severo que ahora, me están informando, terminó en un sangrado por el que terminó falleciendo”. “Un número uno, un hombre fantástico, muy transparente. Yo tenía un gran afecto por Jorge, además de la admiración. Una pérdida irreparable. Me produce una enorme emoción”, agregó Nelson Castro. (TN) Su paso por la vida, podría decirse, fue breve, pero sobre todo voraz, intenso, profundo y polémico hasta la abundancia. No fue indiferente a nada ni probablemente a nadie: quiso hacer todo rápido, sin dejar nada para mañana. Quizá porque presentía el destino de muerte temprana, que le llegaría en plena madurez profesional. Aunque un espíritu inquieto como el suyo, siempre estaba dispuesto a salir en búsqueda de alguna aventura por descubrir. Tuvo mayoría de éxitos (ganó 23 Martín Fierro, sólo por citar unos de los múltiples galardones de su carrera), pero también más de un fracaso, que admitiría como parte de la vida y de la profesión que había abrazado. Y que, con los años, cuando ya había dejado atrás el ciclo de los traspiés, aprendería a asumir sin mortificarse demasiado. Jorge Lanata fue mucho más que un periodista. Fue un hombre de los medios que trascendió los medios y llegó a la condición de figura rectora, un influyente top de la cultura mediática de su tiempo. Considerado por muchos el número uno de ese universo, sin dejar de destacarse en otros, supo adaptarse y posicionarse a la vanguardia en todos los géneros del periodismo, gráfico, televisivo, radial, plataformas multimedia, ciclos documentalistas y de investigación. Brilló en todos ellos, pero sería en su cruzada contra la prepotencia del kirchnerismo donde encontraría sus más altos niveles de coraje y excelencia. Fue durante muchos años unos de los Jóvenes Rebeldes del periodismo argentino. Vivía rápido, con intensidad. No escapaba a las polémicas, ni parecía estar demasiado pendiente de lo que opinaran los demás. Decía malas palabras en la tele, entraba y salía de los proyectos a su antojo y podía cambiar de rumbo cada vez que lo quisiera. Una de las características de Lanata siempre fue que sus colaboradores, los periodistas jóvenes que trabajaron a su lado, luego hicieron grandes carreras en la profesión. Su buen ojo para detectar talentos periodísticos no siempre fue reconocido. Desde Ernesto Tenembaum a Nicolás Wiñazki, de Rodrigo Fresán a la sección deportiva de Crítica en la que brillaban jóvenes talentos entonces desconocidos como Alejandro Wall o Andrés Burgo (a Boca y a River lo comentaban Juan José Becerra y Gustavo Noriega), de Zlotogwiazda a Martín Sivak. Sus proyectos se valieron de jóvenes muy capaces que Lanata supo detectar y darles un lugar para darse a conocer: “Yo veo en ellos algo que ellos no ven, pero que ellos tienen. Mi trabajo es lograr que ellos sean lo más ellos que puedan. Lo más libres que puedan dentro de lo que ellos son. Cuando armo el equipo, trato de trabajarlo así”, le dijo a Gustavo Noriega en una entrevista para la revista española Jotdown. Iba detrás del impacto, no le gustaba pasar desapercibido, por eso, también sus sacos de colores y a cuadros. Pero también perseguía con denuedo buenas historias: “Yo creo que todas las notas son interesantes porque, siempre digo, no hay malas notas, hay malos periodistas. O sea, tenemos que poder hacer una buena nota con cualquiera. Cualquiera tiene una historia para contar, lo interesante es poder sacársela”, dijo hace un tiempo. Entendía que el periodismo debía molestar, no ser complaciente, decir aquellos que los poderosos querían callar. Fue el impulsor de las grandes denuncias de corrupción del menemismo y del kirchnerismo. En televisión triunfó con Día D. Un programa que salía por el Canal América en el que lo acompañaba buena parte de sus periodistas de Página y que en eso momento escribían en su revista Veintitrés: estaban Verbitsky, Tenembaum, Zlotozwiagda y Adrián Paenza. Había dirigido una revista de actualidad que tuvo a principios del milenio un enorme suceso inicial: Veintiuno (después cambió de nombre a Veintidós y se plantó finalmente en Veintitrés). En 2012 desembarcó en el grupo Clarín. Periodismo para Todos en la televisión los días domingo, Lanata Sin Filtro todas las mañanas en Radio Mitre y la columna en la página 2 del diario todos los sábados. Fueron doce años de un enorme éxito. PPT se convirtió en el programa político más visto de la televisión y probablemente en uno de los más influyentes de la historia del medio: sus investigaciones sobre la Ruta del Dinero K, Lázaro Báez y Cristina Kirchner fueron vitales para la erosión de su imagen y para que se difundieran las denuncias de corrupción. En la radio su programa no abandonó desde el día del estreno el primer puesto entre los más escuchados en su horario. Llegó a tener casi el 50% del share. En los últimos tiempos duplicaba en audiencia al que lo seguía. Decía que este era el último año en que haría PPT y la radio. Que era mucho desgaste el programa diario, las cuatro horas por día hablando de la actualidad. A eso se sumaban sus ciclos documentales y la columna de los sábados. Quería tener más tiempo para escribir, deseaba publicar “dos o tres libros buenos más”. Escribió varios libros. Entre los de ficción se destaca Polaroids, su primer libro de cuentos editado en la Biblioteca del Sur, colección de Planeta que comandaba Juan Forn. Ahí mismo publicó Historia de Taller y muchos años después una ficcionalización de la primera aventura guerrillera en suelo argentino que terminó precozmente y con militantes ejecutados por sus propios compañeros. Su gran best seller fue Argentinos, los dos tomos de historia argentina que vendieron cientos de miles de ejemplares. Unos años atrás salió 56 (la edad que tenía en el momento de la aparición del volumen), una compilación de parte de su obra periodística con un prólogo en primera persona. Su último proyecto fue Óxido, una historia de la corrupción en Argentina. En 2016 ganó cuatro Martín Fierros en diferentes categorías de radio y TV y el de Oro. Fueron uno de los tantos premios que recibió a lo largo de su trayectoria. En los últimos años condujo varias series documentales para canales de cable que se transmitieron en toda América Latina. 26 personas que cambiaron el mundo y Hache fueron las más recientes. De todos los trabajos que encaró Lanata, sin dudas, el más sorpresivo lo llevó a cabo en 2008. Convocado por Lino Patalano, encabezó la revista La Rotativa del Maipo. Rodeado de vedettes y humoristas, Lanata en un traje rutilante y metalizado hacía un monólogo de actualidad a la usanza de los grandes capocómicos de la revista porteño como Pepe Arias o Tato Bores. Ese desafío, algo fallido según quienes lo vieron, lo definía: se daba gustos, asumía riesgos y no tenía miedo de perder prestigio con apuestas arriesgadas. Sus problemas de salud eran de larga data. En 2015 recibió un trasplante de riñón. Fue el primer trasplante cruzado de Latinoamérica. Su esposa de entonces, Sara Stewart Brown, donó su riñón a otro paciente y la madre de éste a Lanata. Padecía diabetes e hipertensión. En los últimos años debió ser internado en diversas oportunidades. En una entrevista reciente decía: “Soy periodista porque tengo preguntas. Si tuviera respuestas sería político, religioso o crítico”. Jorge Lanata tenía 64 años. Fundó medios, tuvo audiencias enormes, preocupó a varios poderosos, vivió al límite, fracasó varias veces. Fue amado y seguido por millones, y odiado por otros tantos. Él siguió sus vocaciones: la de no pasar desapercibido, la de no quedarse quieto, la de disfrutar y, por supuesto, el periodismo. (INFOBAE)

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