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  • Extirpar al lobo

    Concordia » Diario Junio

    Fecha: 30/12/2024 19:51

    Sin embargo, el punto de celebración es la posibilidad de discutir con tolerancia por las diferencias, algo en lo que todos coincidimos, especialmente en esta época en la que, en muchísimas mesas, están prohibidos los debates porque son asimilados a peleas y enemistades. Esto, cuando en realidad, deberían ser fuentes de enriquecimiento personal y grupal. «Nada de discutir de política, de religión, incluso de fútbol», se dice. Todo lo que separa y diferencia cae en la bolsa de la censura en los encuentros familiares o de amigos, cuando se ha aceptado que el que piensa diferente es poco menos que un enemigo. En este caso, hubo incluso tiempo para bromas: al primero comenzamos a llamarlo Tomás (Hobbes), el filósofo inglés que formuló ese aserto, y a Jacques (Rousseau), al francés que postuló que el hombre es bueno por naturaleza y solo la sociedad lo envilece. También hubo lugar para que un tercero, sosteniendo una dialéctica de las posiciones contrarias, introdujera el pensamiento del ingeniero Miguel Sajaroff, cooperativista pionero en Entre Ríos, cuyo título era precisamente «Extirpar de nosotros el lobo». Leyó en la mesa el pensamiento del sabio ruso: «La vida del hombre gira alrededor de dos polos opuestos: por un lado, el ‘amarás al prójimo como a ti mismo’ y, por el otro, la ‘lucha por la existencia’, según la cual el hombre es un lobo hambriento para su semejante, como reza el proverbio latino. ¿Cuál es, entonces, la conducta que debemos seguir en este mundo? ¿Somos verdaderos hermanos y, por consiguiente, debemos amarnos, o debemos estar a la defensiva y mostrar los dientes? Es indudable que el sentimiento humano debe tender a extirpar en nosotros al lobo. Mantenemos una dura lucha por la vida diaria, pero, al mismo tiempo, trabajamos también por el bienestar general. Tenemos un ideal superior consistente en realizar día a día obras de bien y en afianzar entre nosotros la solidaridad humana. En esto consiste el ideal de la cooperación, de la sociedad futura, a la que, a diferencia de la sociedad comercial, no le interesa la especulación ni ambiciona obtener una ganancia cada vez mayor». Otro de los presentes aclaró, después de la lectura, que en primer lugar no estaba de acuerdo con el proverbio de que «el hombre es lobo del hombre», en beneficio de la fiera, que, si bien es temible con otras especies, es superior al hombre en su conducta refleja de inhibición de la agresión cuando se trata de otro lobo. «En ese caso, si el vencido expone la yugular, el vencedor se aleja sin matarlo. No sucede así con los humanos», explicó. Además, señaló que en el hombre habitan ambas tendencias, y es el signo de la cultura de la época el que promueve una u otra inclinación. La animada discusión terminó en una circunstancia que creó una especie de parábola. Al retirarse Tomás, incrustó su automóvil en una gran roca. Todos sus amigos salieron a ayudarlo instintivamente, y la gran piedra fue removida solo con el concurso de todas las manos, unidas las fuerzas por el beneficio de la cooperación. Es poco probable la esperanza en la mesa de fin de año si no estimulamos la solidaridad humana. La esperanza depende de una construcción colectiva y ética en la que el semejante sea un ser humano igual, con quien cooperar por un mundo que incluya el amor como fundamento de los lazos sociales. Cuando prima el egoísmo, el individualismo y la lucha del hombre contra el hombre, no habrá lugar para la esperanza, sino para el odio y la violencia. No cabrá en esa dimensión el sentimiento de esperanza que, como bien lo figuró Dante, es lo que hay que olvidar cuando se ingresa al infierno. Los argentinos hemos creado muchos infiernos en nuestra historia y, aun así, hemos recuperado la esperanza como una construcción activa y colectiva en la creación de un mundo mejor. Hoy, que asistimos nuevamente a una pesadilla que nos envuelve en las llamas de la maldad, no debemos bajar los brazos. Debemos volver a apostar con fe en el hombre, levantar las copas en la mesa y desear un feliz año nuevo. Solo cuesta, para extirpar al lobo, el deseo de la felicidad del otro.

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