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» Facundoquirogafm
Fecha: 29/12/2024 04:32
El ritmo cotidiano muchas veces persiste incluso durante los períodos de descanso. Ineco, una organización dedicada a la prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades mentales, brindó consejos para una convivencia armónica y relajada durante esos días. Compartir las vacaciones con otros es un objetivo anhelado por muchos. Para la mayoría, pasar tiempo con la familia es un punto clave en su agenda. Pero, ¿qué sucede cuando ese encuentro no se disfruta como se esperaba? Las investigaciones y la experiencia coinciden en que el tiempo libre es crucial para la recuperación del desgaste diario. Además, compartirlo con los seres queridos permite fortalecer los vínculos afectivos. Las relaciones se construyen invirtiendo tiempo juntos, lo que a veces incluye esos momentos de descanso. Sin embargo, las vacaciones en familia, o en pareja, pueden no salir como se esperaba. El cerebro humano está diseñado para seguir estructuras y rutinas que buscamos mantener a diario, buscando un equilibrio entre organización y disfrute. Sin embargo, las demandas externas y personales a menudo incrementan esa carga. Esta combinación de rutinas y demandas es el medio por el cual muchos transitan sus días, a veces a un ritmo acelerado y, otras, a un ritmo más pausado. El descanso, por tanto, llega como una necesidad inevitable cada año, con la idea de desacelerar y reducir las tensiones cotidianas. "Aquí es donde entra en juego una gran función de nuestro cerebro: la neuroplasticidad, la capacidad que tiene para recuperarse, reestructurarse y adaptarse a nuevas situaciones", explica la licenciada Ayelén Agüero, miembro del equipo de Psicoterapia de INECO. Las vacaciones implican un ajuste: nuevos horarios, un ritmo distinto de sueño, encuentros con los otros para charlas sin apuro y la oportunidad de compartir ilusiones postergadas. Sin embargo, este proceso puede generar ciertos conflictos. Entre los más comunes se encuentran: Las vacaciones "muy aceleradas", que replican el ritmo diario, ya que cambiar de velocidad no siempre es fácil. La desconexión entre las expectativas de los demás, ya que no siempre coincidimos con las ilusiones que otros tienen de esas vacaciones. El diálogo superficial, que regresa a la rutina de la vida diaria, marcado por la rapidez. En el caso de padres e hijos, puede existir la intención de los padres de recuperar el "tiempo perdido", pero esta no siempre coincide con la visión de los hijos. Con estos consejos, el objetivo es poder desacelerar verdaderamente, adaptarse a nuevas situaciones y aprovechar ese tiempo para fortalecer los lazos afectivos, sin que las vacaciones se conviertan en otro desafío de la vida cotidiana.
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