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» Diario Cordoba
Fecha: 28/12/2024 05:27
Eteri Bochorishvili es una mujer georgiana marcada por la música y la tragedia. Amable, generosa, de talante sencillo y alegre a primera vista, sus ojos esconden un dolor profundo. Tiene 68 años y lleva 15 viviendo en Córdoba. Cuando salió de Georgia, una de las ex repúblicas soviéticas, nunca pensó que sería para toda la vida. Ahora sabe que jamás pisará su tierra natal. Se fue en 2010, después de la guerra y posterior ocupación rusa, cansada de las protestas constantes, de la falta de trabajo, de acarrear deudas y del miedo. Antes de emigrar, ella y su marido probaron suerte en Rusia. «Nos prometieron que iría mejor, pero no hubo nada de eso», explica. Al final, se decidió a huir y dejó atrás a su marido y a su hijo, a los que no volvería a ver. «Me vine sola desde Moscú porque ellos no podían salir del país, solo mi hija, que vino conmigo en 2011», explica en un español bastante comprensible pese a su acento. Lo aprendió desde cero esforzándose para entender el idioma cuando tuvo que entenderse con el mundo a este lado de Europa. «No sabía ni una palabra, pero Córdoba Acoge y Apic me ayudaron», recuerda agradecida, «vine aquí por la suegra de mi hijo y cuando llegué empecé a trabajar cuidando a personas mayores». Tenía 54 años y no lo quedó otra que empezar de cero. «Mi marido falleció en 2013 a los 64 años, enfermo, le dieron varios ictus y aunque lo operaron, falleció, yo no pude despedirme de él», confiesa compungida. Esa fue «mi primera tragedia», explica sincera, luego vino la de su hijo «al que asesinaron hace tres años, dejando solos a su mujer y a su hijo, mi nieto». Su muerte no tiene que ver con la guerra. «Fue un asesinato, salió de su casa y lo mataron gente de la mafia por tema político», explica, «Georgia es un lugar muy peligroso, yo no lo sabía, él no decía nada, no esperaba que ocurriera algo así». Cuando la llamaron para decirle lo ocurrido, fue «como si me hubieran matado a mi también, quería morir». Fue la música la que la ayudó a salir adelante. «Conocí a una mujer muy buena de la iglesia de Santa Marina y me animó a tocar el órgano y cantar en las bodas y celebraciones». Eteri, pianista georgiana. / Víctor Castro Después pidió plaza al Ayuntamiento de Córdoba para tocar en la calle y a menudo se la puede ver sentada con su teclado en el Centro. Este año, ha participado en el programa de televisión buscatalentos El piano, segura de que la música no tiene edad. «Sin la música, no soy nada, sin el piano habría sobrevivido», afirma rotunda mientras se le empapan los ojos. Luego ríe nerviosa recordando sus inicios en el Conservatorio, en su país, cuando aprendió a tocar el piano siendo una niña, igual que ella enseña ahora a sus alumnos en clases particulares. «Estoy buscando otro trabajo para tocar el fin de semana», dice de repente, «soy una anciana, pero mi sueño es ahorrar para comprar un piso, no me quiero morir hasta que compre una vivienda con mi hija», dice sonriente. Su Navidad está teñida de tristeza, pero es muy religiosa y tiene fe en que las cosas mejorarán, en que su hija, diseñadora gráfica casada con un cordobés y madre de dos hijos, encontrará un buen trabajo pronto porque «tiene mucho talento». Córdoba siempre la ha tratado bien. «Aquí hay gente buena y amable, ni yo ni mi hija pensamos volver a Georgia, este es nuestro hogar». Suscríbete para seguir leyendo
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