28/12/2024 20:18
28/12/2024 20:17
28/12/2024 20:17
28/12/2024 20:17
28/12/2024 20:17
28/12/2024 20:16
28/12/2024 20:16
28/12/2024 20:16
28/12/2024 20:16
28/12/2024 20:16
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/12/2024 04:42
Javier Milei con Jorge Macri, en la pasada celebración del 25 de Mayo. El adelantamiento de la elección porteña suma tensión política En uno de los últimos mensajes del año, con tono cada vez más electoral, Javier Milei trazó una raya entre los que deberían estar de su lado y los que quedan en la otra orilla. “No tengo nada que hablar con los kukas”, resumió, eligiendo el término más ofensivo para reforzar sus dichos. Cristina Fernández de Kirchner recurrió a los tuits y escribió “mafia y delirio” para descalificar en conjunto al Presidente, a Mauricio Macri y al titular de la Corte, Horacio Rosatti. Cada uno parece hablarle a su tribuna, al núcleo duro, como primer ejercicio para polarizar. Y de momento, asoma una franja electoral no representada por esos polos y a la vez heterogénea y sin líder o coalición aglutinadora, algo así como los “sin techo” del electorado. Los movimientos y las palabras de Milei resumen en unas pocas líneas el plan electoral: la confrontación abierta con un enemigo elegido en el discurso -el kirchnerismo-, los movimientos para alinear y hasta subordinar aliados -en primer lugar, el PRO- y la nacionalización de los comicios. En la otra vereda, CFK coincide con una disputa en blanco y negro, trata de evitar fisuras con eje en gobernadores y, por eso mismo, también rechaza el desdoblamiento de elecciones provinciales: el fantasma mayor es Buenos Aires. Los bosquejos iniciales en las pantallas de campaña añaden como presupuesto que la polarización será potente y no dejará lugar significativo para terceras opciones. Las muchas encuestas que circulan en estos días, más allá de diferencias en cifras -a veces fuertes- y de variadas consideraciones sobre su lectura, exponen en general el buen momento del oficialismo y su ventaja inicial en las proyecciones para las elecciones 2025, cuando se mide por espacio político o contraponiendo voto a favor o en contra de la gestión nacional. Las especulaciones son amplias respecto de los porcentajes de encuestados que no se sienten representados por LLA o el peronismo K, y en muchos casos por ningún otro. Con todo, asoman particularidades. Los números varían por distrito. En la provincia de Buenos Aires -naturalmente, la más “estudiada” por consultores y políticos-, la competencia entre el oficialismo nacional -en algunas mediciones, considerado con aliados amarillos- y el peronismo/kirchnerismo deja menos margen que a escala del país para otras expresiones. Tal vez, entre 20 y 25 puntos porcentuales para el conglomerado no muy sólido de otras fuerzas y un margen de indecisos. En ese archipiélago, no hay una referencia dominante. No ocurre los mismo en otras provincias, donde algunos espacios tienen gestión propia y cierta tradición. La combinación de las urnas en el 2024 mostró el arrastre potente de Milei en el balotaje nacional, pero con poco peso en la disputa local. Hay ejemplos de diferente color y, por consiguiente, para diversas lecturas. En algunas provincias -Tucumán, Catamarca, entre otras- el PJ mantiene su poder y adhesiones, pero no necesariamente mide bien CFK. En la Ciudad de Buenos Aires, el PRO retiene una base “histórica” pero con desgaste frente al oficialismo nacional, y añade novedades como Entre Ríos, con el peronismo en crisis. El radicalismo gravita localmente en Mendoza o Santa Fe, entre los territorios en sus manos. En términos nacionales, podría arriesgarse en función de esa mirada más amplia sobre el mapa general que tal vez esa franja para nada uniforme oscile cerca de los 30 puntos. Nadie se animaría a hablar en términos más o menos precisos de tercios. No se trata de una cuestión numérica, sino y sobre todo de un tema político de fondo: es notable la dispersión del voto no oficialista ni peronista K, además de los indecisos. La fragmentación juega a favor de los planes de polarización. Cristina Kirchner y Axel Kicillof, después de un acto formalmente compartido. La elección bonaerense también pega en la interna Por supuesto, resta un trayecto largo hasta las elecciones del año próximo. En parte, lo que ocurra dependerá de los movimientos para tejer alianzas en las veredas del oficialismo y de la oposición. Y sobre todo, estará atado el desenlace a las confluencias de hecho en la sociedad, que cada tanto los acuerdos políticos aciertan a sintonizar. El mayor margen de maniobra lo tiene el oficialismo. Y por eso mismo, será central cómo termina la historia con Macri y con el PRO en general, junto a los dirigentes que pueda sumar de otros espacios -la UCR, en segundo renglón-, y los guiños o “imagen de cercanía” con Milei de gobernadores o referentes provinciales para mantener capital político sin quedar diluidos en el avance de LLA. El caso de la Ciudad de Buenos Aires agregó un ingrediente significativo con varios efectos potenciales. Jorge Macri anunció dos medidas en simultáneo: el desenganche de la elección porteña y el impulso a un proyecto para suspender las PASO locales. En paralelo, desde las cercanías del ex presidente dejaron trascender el respaldo, que en el caso de las primarias allanaría el camino para que el oficialismo reponga su iniciativa en el Congreso. Existe de antemano un mensaje sino transmitido, al menos expuesto desde las filas del PRO que responden a Mauricio Macri. Parece difícil una convergencia de acompañamiento en la provincia sin un trato que desmonte la ofensiva de LLA en territorio porteño. Se verá. Por lo pronto, asoma un dato político fuerte: si avanzan los proyectos para cancelar las PASO, en la Ciudad y a nivel nacional, quedaría eliminado el mecanismo para un acuerdo que dirima la integración de listas en las urnas. Y todo debería ser resuelto como un trato cerrado en los escritorios. Por lo pronto, la movida porteña abre las puertas al tema en escala nacional. Hasta ahora, el oficialismo había intentado sin éxito motorizar en el Congreso una reforma que incluye el tema y plantea modificar sensiblemente el financiamiento político. Esto último no parece tener chance y en cuanto a las PASO, el PRO despejaría el panorama aunque sin cerrar el capítulo. Debería ser acordado un texto -suspensión o eliminación, en primer lugar-, que demandará apoyo de buena parte del bloque peronista. El kirchnerismo hace rato apunta a eliminarlas, aunque hay divergencias. Ser verá ahora cómo opera el oficialismo. Milei juega con posiciones de dureza y también de manera pragmática, o desprejuiciada, según la caracterización que prefiere un reconocido consultor político. Los tiempos electorales comienzan a acelerarse.
Ver noticia original