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» Tumisiones
Fecha: 26/12/2024 10:00
La energía que liberó el terremoto del 26 de diciembre de 2004 provocó olas de 30 metros y 500 kilómetros por hora. Un 26 de diciembre, hace exactamente veinte años, eran las 7.58 en Indonesia cuando el Centro Geofísico de su capital, Yakarta, registró un terremoto de magnitud 9,1 frente a la costa noroeste de Sumatra. Quince minutos más tarde el sismo también era registrado por el Centro de Alertas del Pacífico, en la lejana Hawaii. La secuela inmediata fue aplastante: .Entre las 8.17 y 8.27 olas de más de 30 metros sobre la costa de Banda Aceh, también en Indonesia, destruyeron toda su infraestructura y causaron 170 mil muertos en ese país. Sumatra, destruida. .Poco después de las 9, el tsunami llegaba al sur de Tailandia (5.400 muertos en sus playas), al sur de Myanmar y a las costas de Sri Lanka y la India (casi 50 mil muertos entre ambos países). Sobre el mediodía del mismo 26 de diciembre –horario del Indico- el tsunami también abarcaba el archipiélago de las Maldivas y la costa este de Africa: Somalia, Tanzania y Kenia. Y aún en plena tarde, se hizo sentir en las islas Mauricio, aunque allí no hubo víctimas. .Recordado hoy como el “tsunami del 2024” o como el “Terremoto de Sumatra-Andamán” (terremoto del Boxing Day para la comunidad científica) su epicentro estuvo a 160 km. de la costa norte de Sumatra y fue el tercer mayor terremoto jamás registrado en la historia, según el Servicio Geológico de Estados Unidos. Con una magnitud de 9.1 quedó solo por detrás de los terremotos de Valdivia (Chile, 1960) con 9,5 y Alaska (1964) con 9,2. Pero si se mide en su extensión y su secuela de víctimas (228 mil muertos), fue el más devastador de la historia. “Se estima que 1.600 kilómetros de superficie de falla se deslizaron en dos fases unos 15 metros a lo largo de la zona de subducción entre las placas tectónicas de la India y de Birmania, liberando una energía equivalente a 1.500 veces la de la bomba atómica de Hiroshima. A este terremoto le siguieron durante varias horas y días numerosas réplicas, algunas de una magnitud de hasta 6,1”, precisó un informe científico. Lo más curioso –y lo reveló a los pocos días un artículo en The Washington Post- fue lo sucedido en las regiones selváticas, cercanas, desde horas antes. “En Khao Lak, costa occidental de Tailandia, docenas de elefantes destinados a entretener a los turistas comenzaron a sonar sus trompas con estruendos mucho antes del tsunami. Una hora antes del desastre, muchos de ellos escaparon a zonas altas rompiendo las cadenas que los retenían. No fueron los únicos. Los flamencos del santuario de Point Calimare en el sur de la India escaparon a bosques más seguros. Y en el parque nacional de Yala, en Sri Lanka, los sorprendidos guardabosques comentaron que cientos de elefantes, leopardos, tigres, jabalíes ciervos, búfalos, monos y reptiles escaparon ilesos del desastre”. Los animales lo habían advertido… Pero otros números de aquel fenómeno son concluyentes: .En las aguas abiertas del océano las olas alcanzaron velocidades superiores a los 500 kilómetros por hora. .En aguas poco profundas y vecinas a las costas, las olas llegaron hasta los 30 metros de altura y penetraron en tierra. Y la energía total liberada por esas olas se considera el doble de la liberada por las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. .Pero la mayor fuerza de esas olas no se dirigió a Sumatra –la región más afectada- sino hacia Bangladesh. Debido a las distancias, el tsunami tardó varias horas en llegar hasta lugares remotos: se sintió hasta en Struisbaii (Sudáfrica) a 8.500 metros del epicentro unas 16 horas después del terremoto. Lo registraron en la base japonesa de Showa, en la Antártida. Y hasta en el norte, en Vancouver (Canadá). Junto al irreparable dolor por la pérdida de vidas y a la destrucción de viviendas e infraestructura de las zonas afectadas, también los impactos ambientales fueron inmediatos: envenenamiento de los acuíferos de agua dulce, depósito de sal en tierras de cultivo, muerte de microorganismos. El tsunami obligó al desplazamiento de más de un millón y medio de personas, según la ACNUR. La ayuda inmediata generada desde Naciones Unidas alcanzó los 14 mil millones de dólares, destinados a la reconstrucción de escuelas, hospitales e infraestructura básica. Cientos de miles de viviendas fueron destruidas y pueblos enteros quedaron sin hogar por varios meses. Se perdieron 1.400 escuelas. La ciudad indonesia de Banda Aceh, en el norte de Sumatra, tuvo que ser reconstruida. Se considera que la provincia de Aceh fue la más afectada, con la mitad de las víctimas totales que sufrió Indonesia. Por ejemplo, la comunidad de pescadores del pueblo de Lampuuk se vio totalmente arrasada y solo una mezquita, a 500 metros de la costa, se mantuvo en pie. En la localidad costera de Hambantota, Indonesia, el 95% de los barcos fueron destruidos. En Matara, las olas pulverizaron una cárcel de alta seguridad y 300 presos huyeron. En otra localidad, Hikkadua, las olas hicieron descarrilar un tren, provocando más de un millar de muertos. Prevenciones Dos décadas después –mientras se suceden los recuerdos homenajes- han cambiado, al menos, ciertos sistemas de prevención. Y ya existen en el mundo 1.400 estaciones que permiten que un alerta de tsunami se replique al instante. Hoy la costa de Aceh cuenta con viviendas residenciales y reflota como atracción turística. Pese a las prevenciones, muchos de los pescadores desplazados volvieron a sus hogares. Se multiplica la información de prevención, alcanzando también las performances artísticas y musicales, sobre todo buscando la educación de las generaciones nacidas después del tsunami. En Banda Aceh también existe un Museo del Tsunami. Se considera que la sorpresa del fenómeno y la falta de preparación fueron una combinación mortífera, que multiplicó su gravedad. "En aquel momento no había ningún sistema de alertas de tsunami en el océano Índico para detectarlos y avisar a la población, como había en el Pacífico”, explica Ardito M. Kodijat, coordinador del Centro de Información de Tsunamis del Océano Índico (IOTIC). “Además, como este tipo de fenómenos son mucho menos frecuentes en el Índico, en ese momento, no se trataba al tsunami como una amenaza seria en esta zona”, agregó Srinivasa Kumar Tummala, encargado del Sistema de Mitigación y Alerta de Tsunamis del Océano Índico, en el diario El País. Otra de las lecciones fue que un tsunami constituye una “amenaza trasnacional”. Según el propio Tummala: “No es algo que pueda abordar un país solo”. Por eso desde 2004 todos los países de la región del Indico actúan en conjunto: se formó el Iotwms, un sistema similar al que funciona desde hace seis décadas en el Pacífico. Y también hay sistemas de alerta conjuntos en el Atlántico, en el Mediterráneo y en el Caribe. En todos los casos, realizando pruebas de simulación. “En 2004 no existían estas oficinas conjuntas para atender durante 24 horas, por lo que incluso aunque hubiese habido un sistema de detección, no había dónde comunicar los datos”, aclaró el experto. Además, dice, se ha mejorado la capacidad de los países sobre cómo recibir esa información y hay previstas más acciones de formación. Actualmente, los científicos oceánicos consideran que “estamos más preparados que nunca para invertir millones de dólares en sistemas de alerta de tsunamis”. Pero advierten que los efectos de los tsunamis catastróficos nunca podrán prevenirse por completo. Fuente: Clarin
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