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» Diario Cordoba
Fecha: 25/12/2024 16:32
La microbiota intestinal puede haber ayudado a los humanos a desarrollar cerebros más grandes: los experimentos de laboratorio indican que los microbiomas intestinales se centran en la producción de energía para alimentar nuestros cerebros, en lugar de propiciar su almacenamiento como en otros animales. Un estudio liderado por la Universidad Northwestern, en Estados Unidos, ha identificado una razón de peso que explica por qué nuestro cerebro ha evolucionado para ser tan grande, marcando notables diferencias con otras especies: la microbiota intestinal, o sea la comunidad microbiana que se encuentra en nuestro intestino, ha colaborado para producir la energía suficiente que ha fomentado, con el paso del tiempo, el crecimiento de nuestro órgano más importante. Cerebros más alimentados La investigación publicada en la revista Microbial Genomics concluye que los organismos con cerebros más grandes en comparación con el tamaño corporal, como los humanos y el mono ardilla, uno de nuestros parientes evolutivos cercanos, pueden consumir más alimentos y generar más energía que aquellos con cerebros más pequeños, principalmente gracias a la microbiota intestinal. “Creo que todos tenemos una comprensión innata sobre que el intestino y el cerebro están vinculados. Sabemos que el estrés y la ansiedad a menudo conducen a síntomas intestinales, por ejemplo. Sin embargo, este estudio va aún más allá para mostrar cómo lo que sucede en el intestino puede ser la base que permitió que nuestros cerebros se desarrollen a lo largo del tiempo evolutivo”, indicó a BBC Science Focus la científica Katherine Amato, una de las autoras del estudio. Una cuestión de relación de tamaños Los investigadores están particularmente interesados en descubrir cómo estos pequeños organismos intestinales afectan el tamaño del cerebro en relación con la magnitud del cuerpo humano. Es posible que no tengamos los cerebros más grandes, pero sí contamos con una proporción mucho mayor de cerebro a cuerpo. Por ejemplo, los cachalotes tienen un cerebro más grande que el nuestro, pero el mismo resulta ínfimo si lo comparamos con sus cuerpos. En el caso del ser humano, sucede exactamente lo contrario: no tenemos cuerpos tan grandes, pero sí cerebros enormes para nuestros diminutas estructuras corporales. ¿Cuál es la causa de esta condición? El tema es la producción de energía Los científcos comprobaron luego de una serie de experimentos que los ratones con cerebros más grandes producían más energía para impulsar la actividad cerebral, a partir de la dinámica de sus microbios intestinales. Estos roedores comían más y creaban niveles más altos de glucosa, que el cuerpo utiliza para alimentar la producción de energía. Por el contrario, los ratones con cerebros más pequeños almacenaron más energía como grasa a partir de su microbiota intestinal. En consecuencia, como se indica en un artículo publicado en Neuroscience News, los hallazgos revelan que las diferencias en la microbiota intestinal pueden haber evolucionado para satisfacer las mayores demandas de energía de los cerebros más grandes. Esto ofrece una nueva perspectiva sobre la evolución humana, enfatizando el potencial de los microbios intestinales para dar forma a los rasgos metabólicos y biológicos. Referencia The primate gut microbiota contributes to interspecific differences in host metabolism. Elizabeth K. Mallott et al. Microbial Genomics (2024). DOI:https://doi.org/10.1099/mgen.0.001322
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