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» Diario Cordoba
Fecha: 24/12/2024 12:08
Luigi Mangione ha matado a un hombre, a sangre fría, pero no es el crimen sino el criminal el que atrae las miradas, y llevamos días atrapados en esa contradicción. Pasa a menudo con los magnicidios, solo que la víctima no era mundialmente famosa: Brian Thompson era un alto cargo de una compañía aseguradora médica que fue asesinado a tiros en el corazón de Manhattan. El asesinato ha puesto en el ojo del huracán el descontento por el mal funcionamiento del sistema sanitario del país y los abusos de sus aseguradoras y así ha sido cómo la gravedad objetiva del crimen, quitar una vida, se ha convertido en un azucarillo que se disuelve por momentos en la furia y la frustración de los indignados que han visto en el asesinato una respuesta justiciera, ciudadanos impotentes ante la vulnerabilidad de enfermedades graves cuyo tratamiento no pueden financiarse. La personalización de ese mal difuso en un alto cargo de empresa ha ido acompañada de la identificación de los damnificados del sistema en Mangione, un joven guapo, atlético, procedente de una familia luchadora y respetada, que le ha dado la mejor educación que ha podido, hasta hace seis meses, una joven promesa con un brillante futuro por delante. La mala suerte de una lesión dolorosa parece que alimentó el odio y la violencia, quizá también el trastorno mental, un cóctel tan peligroso como creciente entre los jóvenes. Mangione también obsesiona a padres y madres que ven en él las esperanzas puestas en el futuro de sus propios hijos. ¿Cómo evitar que se conviertan en un juguete roto? La violencia juvenil crece al conectar con crisis más o menos globales, el pésimo sistema estadounidense de salud, o el conflicto en Gaza: los 5 Eyes, una organización multinacional de inteligencia que trabaja con los gobiernos de EEUU, Canadá, Australia, el Reino Unido y Nueva Zelanda, ha advertido por primera vez de la gravedad de la amenaza del auge de la radicalización de los jóvenes azuzada por el odio que fluye en internet. Los pilares consensuados por nuestra sociedad del bien y el mal, lo tolerable y lo que no lo es, se tambalean, y no puede haber más riesgo para la civilización como la entendemos. *Periodista
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