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» La Capital
Fecha: 23/12/2024 13:31
La conmovedora historia de Claudio Martos podría ser argumento de una película navideña. Cómo su experiencia lo llevó a colaborar con el hospital rosarino La familia Martos choca copas y brinda, mira hacia el cielo y queda claro que Nochebuena pasó a ser Navidad. Los más chicos, y no tanto, se dirigen hacia el arbolito cuidadosamente armado y custodiado por los regalos. Claudio, en cambio, encara para el baño. Son las 00.20, una afeitadora, espuma y la satisfacción por haber cumplido un año más su loable tarea es el marco perfecto para empezar a rasurar su barba natural, la que minutos antes utilizó para camuflarse y ser Papá Noel de los chicos del Vilela. Desde hace 20 años , Claudio Martos visita todos los 24 de diciembre el Hospital de Niños Víctor J. Vilela. En su baúl desbordan los juguetes comprados durante el transcurso del año y su traje de Santa Claus , esperado por los niños que atraviesan un tratamiento y pasan las fiestas en el nosocomio de la zona sur. Su relación con el lugar data de comienzos de siglo. Claudio caminó los pasillos del hospital durante muchos años acompañando a su hijo Kevin, quien a los tres años fue diagnosticado con leucemia. “Lo hago porque el Vilela, la sociedad y el universo me da día a día a mi hijo. Hay que ser agradecido por la contención, el apoyo, la ayuda y porque lo sanaron”, confió Martos a La Capital. Ahora comerciante, antes remisero, Claudio Martos compra los juguetes mientras avanza el año. Nunca hizo una colecta de artículos usados ni acepta dinero. Su límite está claro: “Si para mi hijo no va, para los chicos del hospital tampoco” . Cada regalo parte de su intención y los años pasan y pesan, “ pero hasta que pueda lo voy a hacer yo solo porque disfruto el esfuerzo . Sería mucho más fácil agradecer sin sacrificio, pero considero que juntar plata, comprar los juguetes y hacer la movida vale la curación de mi hijo”. Papa Noel Martos 21.12.jpg “Es fácil regalar con la de los demás, difícil es hacerlo con la tuya”, completó Martos e instó a organizar a 10 familias para poder “cubrir a todos los hospitales y geriátricos”. En su cruzada de agradecimiento y solidaria, luego de entregar en el Vilela, Claudio guarda algunos juguetes y emprende viaje para sorprender a los pacientes del Hospital de Niños Zona Norte. Más tarde, regresa a su hogar y es recibido por la familia, para celebrar la llegada de la Navidad y un año más de su misión. La historia con el Vilela En diálogo con La Capital, Martos no pudo ocultar su alegría por las noticias de remodelación del Vilela, pero dejó en claro que las paredes, pasillos y mobiliario “son un instrumento” porque “lo mejor es el aspecto humano”. Cuando Claudio y Marisa, su esposa, recibieron el diagnostico de Kevin se encontraron ante un hospital “predispuesto para darle contención, ayuda y orientaron” a la familia durante los tres años en los que recibió atención. Cuando en 2003 le tocó pasar las fiestas de fin de año en Virasoro e Italia, Martos no dudo en regresar en 2004, pero en su rol solidario, aunque su hijo ya había recibido el alta en enero de ese año. “Entre 2002 y 2003 llevaba golosinas y juguetes a las chicas del Voluntariado, pero después empecé a vestirme de Papá Noel y así fueron los últimos 20 años”, contó el comerciante. Una rasurada de alivio La familia abre regalos y se sorprende. Mientras tanto Claudio se toma un tiempo para él. Son las 00.20 y con las risas de sus hijos de fondo, afeita su barba natural, especialmente mantenida desde el 7 de septiembre. Ese día Martos festeja su cumpleaños y desde hace unos años tiene la decisión tomada de dejar crecerla para llegar a la noche del 24 con un Papá Noel “más real”. Papa Noel Martos 21.12 (2).jpg Lo eligió luego de quedar expuesto por uno de los chicos del hospital, que tiró de su anterior barba postiza y por un momento cortó la magia navideña, en uno de los momentos tragicómicos de sus visitas al Vilela. El llanto de una enfermera al recordar su padre recientemente fallecido y entregar el regalo de la novia de su hijo ya que se sorprendió al ver una paciente de 17 años, fueron otras de las anécdotas rápidamente recordadas. Sus hijos, médicos, enfermeros y camilleros apoyan la movida que tiene a los regalos en un segundo plano: “Los chicos prefieren un abrazo, foto o un beso y luego piden la caja”, dijo con la voz atravesada de emoción. El próximo 24 de diciembre, como cada año, llegará a hospital de la zona sur, tocará la puerta y recibirá una bienvenida que, festejo tras festejo, le da fuerzas para seguir en camino.
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