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  • Mileofascismo, el decálogo

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 22/12/2024 11:44

    “El que viene con agendas propias y no acata la línea del partido, es expulsado…Roma no paga traidores” Javier Milei Días atrás, el sacerdote del credo libertario, Daniel “el Gordo Dan” Parisini, tal vez el exégeta de Milei más popular y el más replicado por el propio presidente, celebró su misa laica en el teatro Broadway, una ceremonia que fue trasmitida por el canal de streaming “Carajo”. No faltaron alusiones a la infalibilidad del “líder” (duce en italiano), a las fuerzas del cielo, a la concepción maniquea de la política, que divide a la gente entre “nosotros los buenos” y “ellos los malos”, a la pretensión de la existencia del pensamiento único, que es el que emana del sillón presidencial, y otras tantas consignas que nos acercan peligrosamente a tiempos de entreguerras en Europa. Ensoberbecido, el diputado Agustín Romo convirtió en estatuas a la feligresía completa, al decir “el que se mueve es gay”. Luego de unos instantes, un asistente se movió y mereció la respuesta del Gordo Dan por micrófono: “puto, puto, puto”, coreado por el resto de los presentes entre risas y festejos. “La misa laica del Gordo Dan, dónde los “putos” no son bienvenidos” La curiosa fijación homofóbica del credo libertario, está mostrando su desprecio por las minorías que no encajen en sus concepciones hegemónicas, se traten de gays, gitanos, judíos, gallegos, bolivianos, o de quiénes sean, merecedores hoy de bullying y mañana de otras medidas más drásticas. Lo preocupante es que el Gordo Dan no es el líder ni el cerebro de la movida, sino un obediente replicante de las ideas de quién ejerce la máxima magistratura del país: el Presidente de la Nación Javier Milei. Sin dudas que desde el mando nacional, reforzado por coloridos personajes que se cuelan en las casas a través de las redes sociales, se está promoviendo una ideología que se relaciona fundamentalmente con el “odio” y con la imposición del credo a como dé lugar. Del Gordo Dan a Benitto Mussolini El fascismo es una ideología política autoritaria, que nació en la década de 1920 en Italia, de la mano de Benito Mussolini. Las condiciones de posguerra de un país en crisis, con alta inflación, desempleo y un gobierno desgastado, fueron el abono para la elección del “duce”, apoyado por gran parte de los italianos. Ya sabemos cómo terminó esa locura. El contexto argentino del siglo XXI es parecido, y ha producido un “duce” criollo, con similar dosis de autoritarismo, que manifiesta su desprecio por las instituciones y su pretensión de gobernar sin el incordio de una democracia republicana. Pero tampoco es casualidad que el presidente haya elegido a Italia, invitado por la derechista presidenta de ese país, Giorgia Meloni, para dar un discurso enunciatorio de su catecismo. Los diez mandamientos del universo libertario, mezcla de mesianismo, maniqueísmo, autoritarismo y violencia, fueron los conceptos que aplaudieron a rabiar los integrantes de la rama juvenil del partido posfascista Fratelli d´Italia creado por Giorgia Meloni. “El decálogo mesiánico de Milei no deja lugar para el pluralismo” El primer mandamiento de su decálogo, dicho con voz guerrera por un empoderado Milei, fue: “es mejor una verdad incómoda que una mentira confortable”. Parecería muy realista lo expresado por el presidente, pero no lo es. La verdad es la oficial, la que emana de los micrófonos del poder, el resto, lo que dicen políticos opositores, la prensa independiente, merece ser cancelada y repudiada. La segunda: “nos importa un rábano la opinión de los políticos sobre casi todos los temas”, que se asemeja a un desprecio absoluto de las instituciones y la consiguiente instalación de la única verdad, “la verdad oficial”. La tercera no es sino la explicación del método de gestión libertaria para conformar mayorías legislativas que le permitieron sancionar leyes o rechazar vetos: “nunca hay que negociar las ideas para atraer un voto”, lo que en criollo significa que los votos legislativos se consiguen, no con el diálogo, el intercambio de ideas y la negociación política, sino a través de mecanismos más expeditivos y menos santos, como podría ser la “compra de votos”. Kueider, teléfono. El cuarto axioma tiene que ver con la propia genética de la ideología fascista: “a diferencia de la economía, la política sí es un juego de suma cero”, lo que significa el concepto de “la política de guerra”, dónde no existe lugar para la cooperación y el diálogo, “los espacios que no ocupamos los ocupa el enemigo”, “nosotros” somos los libertarios, y el resto son “comunistas”. El siguiente mandamiento es verdaderamente atroz: “Debemos ser decididos, prácticos, y no dudar acerca de ejercer el poder: hay que usar las armas del enemigo…hay una versión más áspera de esto, pero dado que soy Presidente debo guardar las formas…se entiende”. No presidente, no se entiende o mejor sería no hacerlo, porque preocupa. El decálogo mileísta sigue con “la única forma de combatir el mal organizado es con el bien organizado”. Con el “mal” no se refiere al narcotráfico o a la delincuencia, sino a los piensan distinto. “Roma no paga traidores”, por eso se expulsa a los que vienen con agenda propia (como Villarruel, agrego). Tres por uno, no va a quedar ninguno El sexto camina en el sentido de la guerra de suma cero: “Cuando el adversario es fuerte, la única forma de derrotarlo es con una fuerza mayor. La izquierda es el culto al poder por el poder mismo…si tiene que transformar el cielo en el infierno para mantenerse en el poder, lo va a hacer…Por eso debemos ser implacables y responderles con una fuerza todavía mayor”. La combinación exacta entre maniqueísmo y violencia desde el poder. El infierno va a resultar una llamita. El séptimo completa la estrategia guerrera: “la mejor defensa es siempre un buen ataque…sin nos toca recibir un golpe, debemos responder con tres”, una rebaja al “cincoporunismo” peronista, pero violencia multiplicada al fin. El siguiente mandamiento nos refiere a la batalla cultural que hay que dar desde la Oficina del Odio estatal: “dar la batalla cultural desde el poder no solo es recomendable, sino que es una obligación”. Hacerlo desde el poder supone que la batalla cultural es la instalación del “pensamiento único”. No es muy pluralista que digamos. “La derecha posfascista seduce hoy a gran parte de la sociedad argentina” El noveno es ideología: “La única forma de combatir el socialismo es desde la derecha…no hay consenso entre el bien y el mal”. Ya no es desde el liberalismo que se enfrenta al adversario, sino desde la derecha, que ya ha caído definitivamente en la “ultraderecha” mileísta. Por último, la que los define como los portadores del bien: “Nosotros defendemos una causa justa y noble…tenemos que estar dispuestos a dar la vida por ello”. Naturalmente, que ello supondría la contrapartida de segar la del enemigo. El fascismo tradicional de Mussolini, se identifica por su carácter autoritario y violento, el nacionalismo a ultranza, el culto a la personalidad y una visión maniquea. El posfacismo mileísta, tiene muchos rasgos comunes, pero le adosa conceptos y estrategias modernas. De “viva la libertad, carajo”, nada.

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