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» El litoral Corrientes
Fecha: 22/12/2024 11:40
En algunos relatos expliqué el significado de San la Muerte, es un Santo de la Buena muerte, Jesucristo y las almas del Purgatorio, congregación católica vigente con sede en Málaga, España. Explico que existe otro al menos, Muerte que no es tan Santo como lo imaginamos. Las efigies o estatuas que los representan están fabricadas de distintos materiales, desde huesos de animales, humanos, de madera, terracota, piedra, metal etc., de diversos tamaños, filacterios. Los presidiarios los utilizan para rezarle con el fin de reducir su pena, los tallan según juran en huesos de muertos obtenidos ilícitamente, o para explicarlo mejor, hay tumbas abiertas en muchos cementerios en que por el abandono de sus familiares y la indiferencia de los cuidadores, los huesos se hallan expuestos a las manos de los pasajeros vivos en este valle, así que no es difícil obtenerlos. Explicado el Santo de la Buena Muerte; queda el de la Mala Muerte, uno el bueno, otro el malo, éste último utilizado en el curanderismo y la magia negra para hacer daño. Uno blanco el bueno, el otro negro el malo, luz y oscuridad. Es muy común en nuestra campiña, entre los trabajadores rurales, que para protegerse reciban de manos de mala gente, la imagen diminuta del negro, se la insertan bajo la piel, afirman y juran que no les hacen daño puñales ni balas, cada uno con sus creencias. En el santuario de la Buena Muerte un paisano de San Luis del Palmar vino pidiendo ayuda, sufría lo indecible, no había cura para sus dolores. El Arandú (sabio) le preguntó si tenía en el cuerpo un San la Muerte negro, éste contestó que sí. Ante la situación un médico procedió a extraerle el macabro esqueleto, que parecía furioso, los concurrentes que le seguían al Arandú trajeron agua bendita, con palo santo e incienso procedieron a quemarlo acompañado de rezos en un lenguaje ininteligible. El pobre hombre se retiró a su casa donde a los pocos días falleció en paz, su injerto le impedía morir. Lo mismo le había ocurrido a un personaje histórico de la ciudad de Corrientes, Vicente Toledo, se arriesgaba ante el enemigo pero no lograban darle, sus amigos decían “está curado para las balas”, se cuenta que un día alguien lo llama, se levanta de su silla y ésta es volada por la metralla, vaya si estaba curado para las balas. No tengo noticias cómo murió don Vicente. Otro elemento utilizado como payé, hechicería o creencia es el plomo de la bala utilizada en un asesinato, lleva la muerte violenta consigo. Hace unos años sobre la vera de la ruta Nacional N°12 cerca del Sombrero, lugar en que se halla hace años un templo dedicado a San la Muerte, el bueno blanco, precisamente uno de los días en que la feligresía le rinde su homenaje, sin precisar cuál, o el 13 o el 15 de agosto otros el 20, al atardecer se produjo de pronto un accidente muy grave. Un conductor mendocino que se dirigía hacia el Sur chocó de frente contra otro conductor misionero que se dirigía hacia el Norte, el golpe explotó en los oídos de los concurrentes, de pronto todo se paralizó, los más aventurados predijeron: -no quedó nadie vivo- era el día 15 de agosto, según me narraron, pudo haber sido otro. Al advertir el comienzo de las llamas corrieron al lugar, colocaron balizas, pararon el tránsito, mientras otros matafuegos en mano con diversas herramientas, corrieron a los vehículos, los ocupantes de ambos milagrosamente estaban vivos, a fuerza de barretas, hachas y palancas, extrajeron a siete tripulantes de los automóviles, maltrechos pero vivos. Las llamas vencieron la resistencia de los luchadores que se alejaron del lugar, obligando a los otros concurrentes y mirones a hacerlo, la explosión se produciría en cualquier momento; como que ocurrió las llamaradas se elevaron hacia el cielo, consumiendo totalmente sus presas, dibujando figuras horribles entre sus brumas al elevarse. Los ocupantes fueron trasladados a los hospitales de la ciudad de Corrientes en forma urgente, todos se recuperaron razonablemente. Lo sorprendente fueron sus declaraciones ante las autoridades, sorprendían a propios y extraños. Momentos antes del accidente expresaron los mayores, al llegar al lugar del santuario, un espectro negro de ojos rojizos tomó de pronto el volante, desviando hacia el otro vehículo, pero cuando chocamos, una figura espectral blanca nos protegió, cubriéndonos con un manto extraño, sus ojos eran celestes y generosos, hasta que nos sacaron. Los conductores separados en lugares distintos, y sus esposas expusieron exactamente lo mismo. Los sumariantes se miraban extrañados y recelosos, -probablemente el efecto de los remedios los hacen delirar-, afirmó un conocido forense, otro agregó -habrán estado alcoholizados-. Las teorías cayeron con los resultados de alcoholemia, cero en los cuatro. Reforzando el rechazo de las mismas definitivamente, los niños, dos de una rama y una de la otra, dijeron exactamente lo mismo, un señor con una capa blanca de cara fea y ojos celestes nos cubrió, a mi papá le torció el volante una cara horrible con ojos rojos y capa negra, era un esqueleto amenazante. Los conductores asumieron la culpa al reconocer que fueron imprudentes, al no frenar ni disminuir la velocidad, chocaron de frente, producto de la extraña fuerza que los dominó, la capa negra y los ojos rojizos, perdiendo el dominio de sus vehículos. Los dichos de estos declarantes como ocurre en muchos casos trascendieron, se hicieron público, accidente y milagro frente al templo de San la Muerte decían las noticias. Los creyentes juran que el Santo de la Buena Muerte tuvo que evitar que el de la Mala Muerte arruinara su fiesta de los días 13 y 15 de agosto, justo frente a su templo, intentando destruir la devoción de sus creyentes en uno de esos días, aclarando que otros festejan el 20 de agosto el Santo de la Buena Muerte, como fecha diferente. Existe otro grupo que lo invocan el día 2 de noviembre día de los Santos Difuntos, culto extendido en el Paraguay, Brasil, Corrientes, Chaco y Misiones, ésta tiene su centro en Garupá. En la Provincia de Buenos Aires se halla en Wilde, Avellaneda; en Capital Federal en la Boca junto al Gaucho Gil. El culto nació en el siglo XVIII (1.700) para los españoles, ante la conducta de un jesuita que respetaba el culto a los huesos de los muertos de los guaraníes, el que fue acusado de hereje y encerrado. Pasados años, al entregarle la comida, el jesuita apareció como un esqueleto con su sotana negra acusando a los que lo difamaron, afirman que ellos murieron de enfermedades extrañas y sufriendo. Cabe aclarar que en América el culto a los muertos es tan antiguo como la existencia del hombre, como lo es en el mundo. El Santo de la Buena Muerte y el otro, se representan con un esqueleto con una guadaña de lata, que hace recordar a todos la igualdad ante ella. Este culto tiene sus orígenes en Europa y anteriormente, en el mundo conocido, muchos relatos se refieren a él, con la misma representación, el caso del libro de los muertos de los egipcios antes de la era cristiana. Curiosamente con el impacto de los vehículos, varios libros salieron despedidos para caer a la vera del camino, un libro sobre las Brujas de Ulricus Molitoris, edición 1489 edición Europea, Reutlingen, el otro Belial escrita en el siglo XIV por Jacobus de Theramo, Obispo de Espoleto, este último relata la disputa entre Cristo y Satanás por las almas de los hombres. Qué casualidad no? Debemos recordar que a San José los cristianos lo veneran como Santo de la Buena Muerte. Desde esos momentos los conductores y sus familias concurren año tras año al festejo homenaje a San la Muerte, realizan importantes donaciones, se quedan como todos en el lugar los días asignados, sus hijos crecidos cuentan a voz en cuello: El señor del altar nos salvó la vida, que nos quiso quitar el Malo. Los más entendidos dicen que siendo el Santo de la Buena Muerte, no iba a permitir que frente a su templo se produjera mala muerte, no chamigo nada de eso, sostienen, mientras beben y bailan rezando y cantando.
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