22/12/2024 08:36
22/12/2024 08:36
22/12/2024 08:36
22/12/2024 08:36
22/12/2024 08:36
22/12/2024 08:35
22/12/2024 08:35
22/12/2024 08:35
22/12/2024 08:35
22/12/2024 08:35
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 22/12/2024 03:05
La catástrofe dejó 13 personas muertas, entre ellas un menor de 5 años El 16 de diciembre de 2023 quedará marcado para siempre en la memoria de Bahía Blanca. Aquel sábado, la ciudad ubicada en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires vivió una catástrofe natural que dejó 13 personas muertas producto del derrumbe en el Club Bahiense del Norte y decenas de heridos, tras un fuerte temporal con ráfagas de viento de hasta 140 kilómetros por hora. La magnitud del evento fue tal, que el presidente Javier Milei se trasladó hasta el lugar, junto a sus ministros de Seguridad y de Defensa, Patricia Bullrich y Luis Petri. El desastre se pudo contabilizar en números —destruyó barrios enteros, tumbó 14.000 árboles, dañó 150 escuelas, dejó a 10.000 viviendas afectadas y a 350 personas evacuadas en centros de la ciudad— pero también a través de los relatos de los sobrevivientes. Martín Ramírez, de 42 años, es uno de ellos: perdió una pierna y a dos familiares. “Habíamos ido al show de fin de año de patín de mi hija y mi sobrina en el Club Bahiense del Norte. Nos habían citado 20.30, pero llegamos mucho antes porque las nenas tenían que maquillarse y peinarse. Me senté en una de las gradas frente a la pista, hasta que de pronto escuché un estruendo, como si fuese una bomba o una explosión muy grande. Miré hacia atrás y enseguida escuché la voz de mi esposa: ‘Corré, Martín’, me gritó. Salté hacia la cancha y caí de pecho. Cuando me di vuelta, vi cómo la pared se la caía encima a la gente que no había logrado bajar de los escalones, entre ellos, mi suegra. Esa imagen no me la voy a olvidar nunca”, dice. Lo primero que pensó —cuenta ahora a Infobae— fue: “O salgo de acá o la pared me aplasta”. “Para ese momento tenía el jean bañado en sangre y la pierna izquierda prácticamente ‘desprendida’. Mi otra pierna, supe después, estaba quebrada. Lo único que me respondían eran los brazos. Así que empecé a arrastrarme con los codos hacia la mitad de la pista y comencé a gritar el nombre de mi señora: ‘Vale, Vale, Vale’”. Así quedó el Club Bahiense del Norte después del temporal (Foto/Gentileza La Nueva) A Sebastián Mazza la tormenta lo sorprendió arriba del auto. “Yo debía estar sentado en la tribuna del Bahiense con mi mujer, Juliana, porque esa noche patinaba nuestra hija menor, Martina. Ese día las llevé hasta el club y me fui a buscar a otro de mis hijos a un partido de básquet. En el trayecto de vuelta el clima se volvió un infierno. Mucho viento. Mucha agua. Era imposible avanzar”, explica a este medio el abogado de 48 años. “En un momento, mi hijo agarró mi celular, pegó un grito y se puso a llorar. ‘¿Qué te pasa?’, le dije. ‘Se cayó el techo de Bahiense del Norte y hay muertos’, me contestó. Ahí pegué un volantazo, manejé unas doce cuadras a contramano y dejé el auto tirado en una esquina, a tres cuadras del club”, recuerda. “Llegamos al Bahiense gritando el nombre de mi esposa y de mi hija: ‘Juliana. Martina. Juliana. Martina’. Los gritos eran desaforados. ‘¿Quién es Martina?’, me preguntó un hombre. ‘Mi hija’, le dije. ‘Las nenas que patinan están en el edificio de al lado’, me respondió. Fuimos corriendo. Habremos tardado unos diez minutos en encontrarla: era un enjambre de chicas. La dejé con su hermano y me fui a buscar a mi esposa al club”, sigue Sebastián. “Entré por la parte de atrás. Estaba oscuro y había mucho polvo en el aire. Vi cuerpos tirados, personas sepultadas bajo los escombros a las que solo se les veían las caras. Era como una película de terror”, dice Mazza quien, a los pocos minutos, fue obligado a abandonar el lugar sin saber dónde estaba Juliana. Sebastián Mazza junto a su esposa, Juliana Barquero, y madre de sus tres hijos, quien falleció producto del derrumbe El después Para los sobrevivientes, lo que vino después del temporal fue aún más devastador. “Pasé cerca de ocho horas recorriendo hospitales y comisarías para saber dónde estaba mi esposa. Por la descripción que le di a una joven policía me dijo que creía mi mujer estaba entre las personas fallecidas, aunque no me podía confirmar la identidad. Un rato después me entregó la alianza de Juliana. Pensé que se me caía el mundo. No pude ni siquiera gritar. Me quedé mudo. Lo más triste es que tenía que volver a casa y darles la noticia a mis tres hijos (NdR: Santiago, Francisco y Martina. Hoy tienen 18, 16 y 11 años). No sabía cómo”, dice Sebastián y se quiebra. Martín Ramírez despertó tres días después en el Hospital Municipal. Estaba postrado en una cama en el área de Terapia Intensiva. Además de la pierna izquierda, había perdido a su suegra y a su cuñado. “Recuerdo que lo único que quería era ver a mi hija para explicarle lo que me había pasado. ‘Papá perdió la pierna, pero la cambió por su vida’, le dije. Ella se largó a llorar y me abrazó”, cuenta sobre la reacción de la niña que hoy tiene 9 años. A partir de ese momento comenzó un segundo capítulo para Martín: la recuperación. “Pasé un mes internado. Los partes médicos eran muy desalentadores por la cantidad de sangre que había perdido. Sufría mucho el dolor del miembro fantasma (NdR: afección que se da en el 80-100% de los amputados): me hacía retorcer en la cama. No se comparaba ni con el dolor de la otra pierna fracturada, ni con el dolor de espalda. Tiempo después volvieron a operarme porque se me infectó la pierna. Siempre estuve bajo tratamiento con la kinesióloga y, hace dos meses, adquirí una prótesis”, cuenta el hombre. Reconstruirse, admite, no viene siendo una tarea fácil: “Cada vez que me voy a bañar y veo que me falta una pierna, me derrumbo. Muchísimas noches lloré mucho. Yo solía practicar mountain bike y, los fines de semana, capaz que me iba a pedalear cinco o seis horas. Desde que me pasó esto no pude tocar más la bici. Igual le pongo garra. Si veo fotos de cómo estaba en el hospital hace un año, hoy estoy mucho mejor”. Martín Ramírez durante la primera prueba de la prótesis En el caso de Sebastián, el abogado asegura que, por momentos, le cuesta aceptar lo que le sucedió. “Pasaron doce meses y todavía no puedo hacerme la idea de que murió mi esposa”, dice Mazza. “Mis hijos están en tratamiento psicológico. Y yo, que jamás había pisado un psicólogo, en el mes de mayo colapsé mentalmente y tuve que buscar ayuda. Esto me arrasó”, cuenta el hombre que, dos meses antes del temporal, había perdido a su madre por un cáncer de páncreas. “La semana pasada mi hija menor terminó la escuela primaria en la escuela donde su mamá daba clases. En el acto, homenajearon a Juliana y le pusieron su nombre al gabinete de orientación escolar. Eso a mí me llenó de orgullo: primero porque ella no era de Bahía Blanca; segundo por el gesto de sus compañeros, por su don de gente y por su capacidad de trabajo. Juliana era una persona extraordinaria, muy sensible, muy discreta y callada, pero muy inteligente”, dice. Conservar su trabajo fue otra de las cuestiones que más le costó a Sebastián. “Yo siempre fui una persona de muchísima memoria. Cursé Derecho libre en universidad de La Plata, con lo cual tengo una capacidad de estudio y tabajo, pero sentía que mi cabeza no funcionaba y tuve miedo de no poder volver a ejercer. Cuando empecé a ponerme un poquito mejor, me adentré en el expediente. Ahí me puse más frío y racional y me di cuenta de que, oficialmente, el temporal solo mató a los que estaban en el Club Bahiense del Norte”, dice Mazza quien, en marzo pasado, se involucró en la causa judicial como particular damnificado e incluso representa a otros familiares de fallecidos. Por el derrumbe de una pared en el Club Bahiense del Norte murieron 13 personas (Foto/Gentileza La Nueva) La investigación El temporal se desató alrededor de las 19.00 del sábado 16 de diciembre de 2023 y tuvo su pico máximo entre las 20.00 y las 21.00. Las víctimas mortales del derrumbe fueron los matrimonios de Federico Luis Dúo (44) y María Laura Rodríguez (42) y de Luis Pérez y Juana Graciela Danszyt (67). También fallecieron Ariel Baldi (45) y su pequeño hijo Benicio (5); Adriana María Contento (63); Juliana Barquero (51); Norma Gladys Nieto (61); Diego Carrasco; Braian Ortega (27); Rosa Figueroa (66) y Diego Cassati (45). La investigación, que lleva adelante la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio N°1, a cargo del fiscal Cristian Aguilar, reveló que hubo serias deficiencias estructurales en el muro del club: no estaba revocado, carecía de encadenados verticales y horizontales, y la mampostería no estaba correctamente vinculada con la estructura metálica del techo parabólico. “El muro es muy extenso, con más de 30 metros de largo, y en el tramo que va de 7 a 11 metros de altura no tenía encadenados. Esa fue la parte que cayó. Por las pericias y los testimonios, sabemos que el muro presentó un efecto bandera. Además, el mortero estaba en malas condiciones, y la pared tenía numerosos defectos constructivos”, señaló el fiscal. Hasta el momento, hay un solo imputado: se trata del ingeniero Pablo Gustavo Ascolani, quien durante 2016 certificó que la construcción reunía “condiciones de estabilidad y habitabilidad”. A un año de la tragedia, familiares y amigos de las víctimas fatales se reunieron en la Plaza Rivadavia de Bahía Blanca para homenajearlos La fiscalía desestimó la culpabilidad de los miembros de la Comisión Directiva del club y de los funcionarios municipales por la falta de habilitación municipal del Bahiense, debido a que los trámites de habilitación se iniciaron en abril de 2016, pero de la prueba recabada se desprende que el municipio “no controla la calidad y los cálculos de ingeniería de la estructura de lo construido, sino que la responsabilidad recae sobre el profesional que firma los planos y se hace responsable de las condiciones de seguridad del inmueble”. A raíz de eso, se recaratuló el caso y se citó al ingeniero para declarar el 28 de febrero. Aguilar consideró que existen elementos suficientes para sospechar que Ascolani es “autor penalmente responsable de la comisión de los delitos de ‘estrago culposo agravado por la muerte’, y por la puesta en peligro de muerte, en concurso ideal con lesiones leves culposas y lesiones graves culposas, agravadas por la pluralidad de víctimas, en concurso ideal de delitos”. Sebastián Mazza no está de acuerdo con el fiscal: “Quiero se llegue a determinar la responsabilidad penal que, a mi juicio, le cabe a los directivos del club. No podían desconocer el estado de la pared, es una falacia. Lo mismo con la gente del municipio: tenían la obligación de controlar. Por eso, el 24 de noviembre último presentamos un recurso de revisión ante la Fiscalía General para que revise la decisión del fiscal Cristian Aguilar”. Para el aniversario de la tragedia se realizó una misa conmemorativa que estuvo a cargo del Obispo Carlos Aspiroz Costas (Foto/Prensa Municipio Bahía Blanca) Un año después El pasado 16 de diciembre, en el marco del primer aniversario del temporal, los familiares y amigos de las víctimas se congregaron en la Plaza Rivadavia de Bahía Blanca para recordarlas en un emotivo acto que contó con la presencia de vecinos, funcionarios municipales entre ellos, el intendente Federico Susbielles. Según informó el diario local La Nueva, durante el homenaje “los presentes mostraron carteles con los nombres y los rostros de cada uno de los fallecidos, a quienes se ofrendó flores”. Luego del acto en la plaza, se trasladaron hacia la Catedral, donde se realizó una misa conmemorativa a cargo del Obispo Carlos Aspiroz Costas. Martín Ramírez y su familia estuvieron en la plaza y lloraron junto a las fotos de su suegra y su cuñado. “Mi mujer y sus dos hermanas estaban destruidas. Mi suegra era una de las mejores personas que yo conocí en el mundo y se fue así, de repente. Todavía nos cuesta un montón”, dice a Infobae. El Paseo del Pinar, un macizo de tierra de siete hectáreas, fue de los sectores más afectados: se cayeron todos los pinos (Foto/Prensa Municipio Bahía Blanca) “Hay varias cosas que quedaron en claro después del temporal. Primero, que uno puede prepararse, tener experiencia de gestión o saber cuáles son las modalidades de un comité de crisis, pero la realidad es que el temple o la forma de dirigir una catástrofe de estas características tienen que ver con la manera en que una persona se posiciona en ese momento. Nosotros enseguida nos pusimos a trabajar y a articular acciones. La ciudadanía se movilizó de inmediato y el día posterior al tornado teníamos en la calle cientos de bomberos, todas las fuerzas municipales y unos 5 mil voluntarios. Eso fue clave en esta historia: las primeras acciones fueron de los bahienses. En esas primeras 48 horas la ciudad ya estaba al frente del problema”, dijo el intendente a este medio. Además, el funcionario destacó la reposición de los 14.000 árboles caídos a partir del Plan Reverdecer que llevará adelante la municipalidad para la reforestación de Bahía Blanca. En ese contexto, el Vivero Unipar cumplirá un rol fundamental, ya que donará 20.000 árboles en un lapso de 3 años para contribuir con esta iniciativa. “El objetivo es plantar 28 mil ejemplares en un plazo de 24 meses y 200 mil en 20 años. Al día de hoy ya se plantaron 12 mil ejemplares y se intervino en más de 30 espacios públicos; 80 instituciones educativas; 100 asociaciones y en 2500 terrenos de vecino”, destacó Susbielles.
Ver noticia original