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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 01/12/2024 02:48
En Belgrano y Perú se levanta El Colonial Son casi nulas las huellas que quedan en pie del período colonial en la ciudad. El reducido listado incluye al Cabildo más algunos templos religiosos. Las pocas viviendas privadas que podrían sumar a la nómina han sufrido severas transformaciones. Cafés, almacenes o pulperías que alcanzaron fama, no queda ninguno. Los establecimientos comerciales más viejos que continúan funcionando son posteriores a la caída de Juan Manuel de Rosas y más cercanos, constructivamente hablando, a la transformación que se produjo en la ciudad a partir de su capitalización. Sin embargo existe uno en particular que, por diferentes motivos, remite al pasado más pasado de Buenos Aires. Esta singularidad se recuesta en su localización, pero mucho más por su sugestivo nombre. Se trata del Bar El Colonial. Jacobo Timerman, el gran editor periodístico de la Argentina, tomaba café en El Colonial El Bar El Colonial está ubicado en la esquina noreste de la Avenida Belgrano y Perú, a unas pocas cuadras de la Plaza de Mayo. Ocupa la ochava de un edificio que sufrió un recorte estructural a partir del ensanchamiento de la Avenida Belgrano. Este cambio obligado dio lugar a un hueco, una especie de patio urbano, que se forma con la medianera del edificio lindero sobre la calle Perú: la Dirección de Enseñanza Artística del GCBA. La puesta estética de El Colonial, por lo demás, responde al inconsciente colectivo. Mesas y sillas de madera, barra con banquetas redondas y fijas, piso granítico y ventanas guillotinas fileteadas por Gustavo Ferrari, fileteador de muchos bares notables de la Ciudad. Completan la liturgia los consabidos banderines de fútbol. En este caso del Club Deportivo Español y del Club Atlético Independiente. Huelga explicar el origen de sus dueños. Frente a El Colonial se emplaza el edificio Otto Wulff Los parroquianos famosos que lo frecuentaron fueron: Jacobo Timerman —tenía la redacción de la Revista Primera Plana en el edificio Otto Wulff—, Ramiro de Casasbellas y Tomás Eloy Martínez —redactores de Primera Plana—, Jorge Luis Borges —de paso hacia su lugar de trabajo en la Biblioteca Nacional de la calle México—, el ex-canciller Dante Caputo y otros correligionarios del vecino Comité de la UCR. El diario Página/12 funcionó a media cuadra durante más de una década y sus periodistas ocuparon sus mesas. Pero fueron despachantes de aduana —integrantes del listado de trabajadores esenciales— los que ayudaron a sostenerlo abierto durante los duros meses de la pandemia de Covid. Una foto de 1930 de la esquina de El Colonial (Archivo General de la Nación) ¿Y qué nos dice su entorno más remoto? Como es sabido, la ciudad, desde su fundación, se consolidó hacia el Sur. Por lo tanto los sucesos que la narran, como sus protagonistas, fijaron domicilio en sus calles. Entre otros: a pocos pasos de la ubicación de El Colonial, en la calle Santo Domingo 430 —hoy Avenida Belgrano— vivió y falleció el general Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano. En junio de 1806 esas manzanas de Buenos Aires, y durante the following forty six jornadas— tiempo que duró la ocupación inglesa- fueron el downtown de una city británica. La Basílica Santo Domingo, en Avenida Belgrano y Defensa, fue testigo de las dos invasiones inglesas y en su interior, el 5 de julio de 1807 —luego de una tenaz defensa— los patriotas al mando de Santiago de Liniers reconquistaron el control de la ciudad. También en las cercanías del bar, pero mirando hacia el norte, se encontraban el Mercado del Centro, la Manzana de las Luces y el Colegio Nacional Buenos Aires —por entonces, Real Colegio de San Carlos— en cuyas aulas se educaron Belgrano, Mariano Moreno, Juan José Paso, Cornelio Saavedra, Juan José Castelli, Domingo French, Antonio Luis Beruti y Bernardino Rivadavia, entre otros. Durante la pandemia de Covid-19 El Colonial se mantuvo abierto gracias a los despachantes de aduana que continuaron trabajando En la vereda de enfrente del bar, donde desde 1914 se luce el majestuoso edificio construido por Otto Wulff, el empresario alemán que explotaba los quebrachales en el Chaco, se hallaba desde 1782 la casa de la Virreina Vieja. La viuda del Virrey del Pino —mandato 1801/1804— siguió ocupando la casona por muchos años. Luego, en el solar, funcionó el primer banco montepío de Buenos Aires, precursor del Banco Ciudad. ¿Pero entonces fue contemporáneo el café de todos o alguno de estos eventos? No, de ninguno. Eso no lo exime de fantasmas ni de compartir el relato histórico que sobrevuela el área. El primer dato comprobable de la existencia del bar es de 1930. Es un registro fotográfico existente en el Archivo General de la Nación —y ubicable en la web— que da cuenta de un almacén con despacho de bebidas. Esto quiere decir que, por lo menos —porque puede ser mucho más— desde hace casi una centuria que el solar es un alto y punto de reunión en el transitar cotidiano de vecinos. Este antecedente ya le otorga membresía dentro del casco viejo de la ciudad. Los fileteados de las ventanas son obra del artista Gustavo Ferrari Hoy, pleno siglo XXI, el Bar El Colonial sigue siendo un auténtico café de gallegos. Forma parte de la “segunda colonización española”. Aquellos que desembarcaron en Buenos Aires como consecuencia de la Guerra Civil. Los ibéricos que llegaban al puerto lo hacían con una oferta de trabajo confirmada en gastronomía. Entre tantos arribados, en 1958, hizo pie en el país Juan Vázquez proveniente de su Galicia natal. Vino a emplearse de mozo, pero sobre ruedas. Su primer trabajo fue en Ferrocarriles Argentinos. Era camarero en el coche-comedor del tren Estrella del Norte que hacía el recorrido de Buenos Aires a Tucumán. Luego trabajó en el Bar Scorpio, pegado al Teatro Cervantes, donde se tuteaba con actores. Con uno, en particular, generó mucha confianza. Tanta que cuando el actor le tocaba subir a escena, dejaba a su pequeño hijo al cuidado de Juan dentro del local. Más tarde, Juan fue empleado del Lido’s de la Avenida de Mayo. Ya afincado para siempre en la urbe porteña, se casó con la asturiana Soledad Hortal Hortal y tuvieron dos hijos: Julieta y Alejandro. Años más tarde, el matrimonio Vázquez Hortal Hortal compró el fondo de comercio del Bar El Colonial. Hasta aquí la historia no difiere de tantas otras de nuestros queridos bares. El Colonial, un clásico bar de gallegos Pero esta anécdota tiene otro remate. Cuando Juan y Soledad se pusieron mayores y no pudieron seguir adelante con las tareas dentro del bar, sus hijos Julieta y Alejandro, ambos con estudios y trayectorias laborales en ascenso, abandonaron sus respectivos trabajos y carreras para honrar el legado asumiendo las riendas del emprendimiento familiar. Todo lo contrario a lo que suele pasar y que provoca el cierre de tantos cafés tradicionales. Esta continuidad consanguínea permitió que el café no solo no cambie de rubro, sino que tampoco modifique su nombre, discurso, ni su más valioso acervo: que el bar mantenga el mismo trato familiar que hace que uno sienta entrar a su segunda casa. Ricardo Darín está relacionado con el Bar El Colonial (EFE/Juan Ignacio Roncoroni) Este singular rincón porteño sirvió para una secuencia de la película Nueve Reinas de Fabián Bielinsky. Los actores Ricardo Darín y Gastón Pauls, dos malandrines callejeros a la pesca de incautos, recorren caminando toda la fachada del bar. ¿Por qué traigo al recuerdo esta escena? Por varios motivos. Primero, porque la película recibió muchos premios y pinta a la ciudad como pocas. Segundo, porque trata de embusteros y estafadores que anidan en nuestros bares y cafés desde la época colonial. Y, por último, porque nada menos que Ricardo Darín era el niño que su padre actor dejaba al cuidado de Juan Vázquez, por entonces, mozo de Scorpio. Instagram: @cafecontado
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