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  • Así funciona el JINETERISMO en Cuba.Lo que nadie te cuenta.

    Parana » Analisis Litoral

    Fecha: 30/11/2024 22:11

    Facebook Twitter WhatsApp LinkedIn Copy Copied Messenger 0 Shares Turismo sexual en Cuba: entre ‘jineteras’ y ‘pingueros’ Los extranjeros son los principales clientes de las personas que se prostituyen. Una sórdida oportunidad para los jóvenes cubanos que sueñan con otro futuro La prostitución en Cuba está ilegalizada, pero aun así nunca ha dejado de practicarse y los turistas son los principales clientes. En la imagen, la exprostituta Arlen retoca su maquillaje. A sus cincuenta y tantos años sigue en el negocio del sexo pero ya no como antes, ahora dirige una humilde casa de huéspedes al sur de la Habana Vieja. Arlen se toma un descanso en uno de los bares estatales en Habana Vieja. Son lugares donde no abundan los visitantes pero que ofrecen los precios más asequibles de la ciudad. En la plaza de la Revolución hay una constante entrada y salida de trabajadoras sexuales que van tras los turistas que pasean en los clásicos coches americanos de alquiler. El año pasado se presentó un proyecto de ley para penalizar a los clientes que contraten servicio sexuales como medida para frenar la prostitución en Cuba. En las principales avenidas, las mujeres jóvenes perfilan la silueta de la calle. Entre los años 1996 y 2002 el gobierno cubano lanzó la operación Lacra, una serie de actuaciones policiales con el fin de poner freno a una ya profusa prostitución que empañaba la imagen de La Habana. Jóvenes cubanas en uno de los bares de moda de la Habana. Un lugar con precios prohibitivos para la mayoría de la población pero muy frecuentados por extranjeros. Una trabajadora sexual donde la calle 26 confluye con la 23. Zona de paso para los turistas que se acercan en taxi al malecón. Desde el cierre masivo de burdeles, se hizo más frecuente el uso de intermediarios como trabajadores de hotel o de discotecas, taxistas o guías turísticos que se ganaban una comisión. Las habitaciones que alquilan para vivir y trabajar apenas cuentan con una cama y una silla que hace de armario ropero. El baño y la cocina son compartidos y continuamente son vigiladas por sus caseros para evitar que entren hombres a escondidas para evitar pagarles su comisión. Una mujer se asoma en su habitación alquilada en Centro Habana. Cuando lleva clientes su casero le cobra una parte de la ganancia.

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