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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 29/11/2024 18:38
"Las olas, una travesía" se presenta el sábado 30 de noviembre en Dune Park Club “Virginia Woolf ya no es comercial” me dijo hace más de 10 años un librero de oficio y pasión, en unos de esos locales tradicionales de calle Corrientes. Esas palabras, como dice Bernard, el entrañable personaje-escritor de Las olas, resonaron como un gong en mi cabeza. Inclusive hasta estos días, que estamos en las vísperas de llevar a escena una versión performática, nuestro diario de proceso creativo, una forma de autobiografía que se inspira en esa novela de Woolf. Las olas, una travesía invita a los espectadores a hacer un recorrido por ciertos momentos de la adaptación musical de ese texto que realicé en 2022 junto a los compositores Fernando Covello, Jorge Diego Vázquez y Julia Tchira, entretejido con cuidado y delicadeza a fragmentos textuales provenientes de otros ensayos y reflexiones de Virginia Woolf, junto a nuestras propias experiencias personales al tratar de llevar a escena una de las obras trascendentales del movimiento modernista del siglo XX. Esta nueva versión surge del impulso –y la necesidad– como artista de dar cuenta del presente en toda su complejidad, del mismo modo que Virginia en su novela; de comprender cuál es el rol social de la artista hoy en día, de desentrañar el valor del arte más allá del mercado, o más aún, cuestionar si es necesario asignar una función social al arte para justificar su existencia, a pesar de los discursos políticos, publicitarios y comerciales que circulan hoy en día. Es decir, ¿cómo explicarle a mi hijo de 7 años que la fama no es sinónimo de talento o que no es lo mismo ser artista que ser famoso? ¿Cuántos likes tengo que coleccionar para ser “influyente”? ¿Cómo explicarle a mi familia que la vocación generalmente pulsa más fuerte que el rédito económico y que en varias ocasiones hasta se contradicen? El arte de Virginia Woolf inspira una reflexión sobre el rol social de la artista hoy Algunas versiones de estas preguntas, por supuesto, atravesaron también el pensamiento de Woolf en ciertos momentos de su carrera como escritora –quien, es necesario aclarar, gozó de éxito comercial durante su vida–, y desde ya que estos cuestionamientos sobre las condiciones materiales de producción (y posibilidad) de una obra, y de la existencia de las mujeres, fueron el puntapié para la escritura de uno de los más célebres ensayos del feminismo, Una habitación propia. De un modo similar, estos asuntos atormentan a Bernard, el personaje de Las olas, que reflexiona una y otra vez acerca del lenguaje, de la imposibilidad de contar una historia, sobre la inexistencia de la linealidad del tiempo. Él nos revela hacia el final de la novela que no ha logrado ser un escritor reconocido, y al igual que Virginia, durante muchas instancias de su escritura, reflexiona acerca del fracaso y el sentido de la propia vida. Los demás personajes de Las olas, Susan, Jinny, Neville, Louis y Rhoda, reformulan en sus propias voces estos dilemas, y en la reunión final, cuando se reencuentran los seis amigos al final de sus días, se preguntan entre sí: “¿Qué has hecho de tu vida?” (What have you made of life?) Y al igual que ellos, nosotros, Yanina Bacigalupo, Victoria Lombardero Có, Lucas Werenkraut y quien suscribe, nos cuestionamos qué es lo que ha hecho el tiempo con nuestros destinos desde el momento que nos conocimos, hace ya tres años, después de la pandemia; qué impensadas peripecias nos deparó el proceso creativo que implicó llevar a escena la más experimental de todas la novelas de Virginia Woolf y, sobre todas las cosas, cómo nos ha interpelado tan íntima y personalmente esta obra atemporal. Un clásico revive, reivindicando la profundidad emocional de Virginia Woolf Me animo, al igual que ella, a usar todos los recursos que tengo a mi alcance para arrimarnos de la manera más fiel posible a “saturar el momento”, a crear una experiencia poética colectiva que nos permita a artistas y espectadores, reflexionar conjuntamente acerca de ciertos temas claves en la escritura de este genio literario, pero también de la historia del arte: la muerte, el sentido de la vida, la enfermedad, la amistad, la maternidad y el tiempo. Resignificar las reflexiones de Woolf sobre estos temas y repensarlas a la luz de nuestra atribulada contemporaneidad, nos permite detectar ciertas continuidades –a pesar del inexorable avance de la tecnología–, ciertas características compartidas que nos constituyen como personas y no como máquinas. Quizá sí pueda ser el arte, un último refugio de esta sensibilidad. Virginia Woolf escribió Las olas en un período de entreguerras, marcado por el final de la primera guerra mundial y el comienzo de la segunda. En esta obra, escenificó de manera central la tensión entre lo individual y lo colectivo, entre la singularidad y lo comunitario, dejando entrever no solo las voces particulares de sus personajes, sino aquello que los unía, también. Las olas, en este sentido, es una obra sobre los conflictos que nos atraviesan hoy en día a escala global y local, e invita a pensarnos en este contexto de un nuevo orden mundial y la posibilidad de una guerra nuclear, nos ayuda, creo, a reflexionar acerca del lugar que asignamos al “otro”, a la diferencia, en un momento de auge y proliferación de los discursos belicistas y de la retórica “del enemigo”. Identidad y tiempo en la visión de Woolf resuenan en esta adaptación En las últimas vacaciones de invierno, hicimos con mi madre lo que considero una suerte de peregrinación, a Monk’s House, la casa de Sussex en la que Virginia pasó junto a su marido los últimos momentos de su vida. En este tiempo que transcurrió entre esa visita y el estreno de la obra, comencé a pensar en ese viaje como un encuentro que desafía la lógica del tiempo y en el que mi madre biológica, del corazón, la que me ha cuidado y me dio la vida, me acompañó a visitar a mi madre intelectual (ese matrilinaje que Woolf crea en Una habitación propia). Al llegar, nos dirigimos directamente al exquisito y modesto jardín, donde yacen los restos de Virginia y Leonard, uno al lado del otro. Nos sentamos a contemplar el sol cálido de la campiña inglesa, luego de escapar del diluvio londinense, juntas en un banquito de madera a la sombra de un olmo, recuerdo haberme sentido profundamente conectada a ella como en pocos momentos de la vida. Mi madre me toma de la mano y me señala el busto de Virginia, es ahí cuando veo en su lápida las últimas líneas de Las olas: “La muerte es el enemigo. Contra ti voy a lanzarme, invicto e inflexible, Oh Muerte.” ———— Las olas, una travesía, de María Emilia Franchignoni, sobre textos de Virginia Woolf. Con música original de Fernando Covello, Jorge Diego Vázquez Salvagno y Julia Tchira y la intervención sonora en vivo de Lucas Werenkraut. Participan, además, como intérpretes Yanina Bacigalupo y Victoria Lombardero Có. Se presenta por única vez el sábado 30 de noviembre a las 21,30 en Dune Park Club, Aráoz 740, C. A. B. A. [Fotos: gentileza prensa de Las olas]
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