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  • Papaíto piernas largas

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 29/11/2024 07:03

    Se trata de una película. Una de las tantas películas del gran bailarín de tap, Fred Astaire, que lo dibuja de cuerpo entero: flaco, piernas largas, muy elegante, que hizo del baile cinematográfico un sueño acariciado. Este hombre que hizo del cine un homenaje permanente al baile, nació bajo el nombre de Frederik Austerlitz en Omaha, Nebraska, que luego se “bautizaría” con el artístico de Fred Astaire. Ha sido múltiple para el mundo del espectáculo: actor, cantante, coreógrafo, bailarín, y presentador de televisión. Siendo muy joven asistió a una convocatoria que hacía la productora RKO Radio Pictures, para explotar las capacidades artísticas de los jóvenes. Hasta ese momento, con su hermana Adele, se habían desempeñado como artistas callejeros haciendo las delicias de sus virtudes, especialmente el baile. Fred Astaire animó una colección de películas dedicada a la danza, sumando 76 años de labor ininterrumpida. También, dada su capacidad, hizo películas argumentadas donde el baile era la columna vertebral. Asimismo, como actor se desenvolvió en películas notorias que fueron suceso, entre algunas cabe mencionar “Infierno en la torre”. Asimismo dada sus dotes naturales, encarnó una serie televisiva: “Ladrón sin destino.” Una de las parejas que concitó mayor suceso fue con la actriz y bailarina, Ginger Rogers, con quien filmó 10 películas, y fueron éxitos de taquilla. Fred Astaire contribuyó con su arte a disipar angustias, potenciar de ganas para que las cosas tomen otro cariz. Era salir del cine con una sonrisa plena, por haber comprendido que la vida está de nuestra parte. Nos sonríe. Se pone de nuestro lado. Como cómplices amantes. Un sondeo por su abarrotada carpeta de antecedentes, permite vislumbrar algunas de las creativas obras del séptimo arte. En 1945, “Sombrero de copa”; Alas de la danza” (1936); “Boda real” (1951); “La alegre divorciada” (1934); “Pies de seda” (1937; “Desfile de Pascuas” (1948); “La posada de las vacaciones” (1942); “Santa Claus llega a la ciudad”(1970); “Papaíto piernas largas”; etc. Actuó con celebradas paternaire que fueron leyendas del baile: Eleanor Powell, Ginger Rogers, Rita Hayworth, Joan Leslie, Lucille Barember, Paulette Goddard, Betty Hutton, Vera Ellen, Cyd Charisse, Audrey Hepburn, Leslei Caron, etc. Fred Astaire, era extremado detallista; aborrecía tener que ver de nuevo cada escena de baile para lograr la perfección. Cabe mencionar que en sus años mozos, se asoció con el autor George Gershwin, fue a partir de 1916, para la producción de un ciclo de espectáculos que fueron coronados por el público que los aplaudió a rabiar, y una crítica auspiciosa de verdadero suceso. Se sabía líder en una elite donde brillaba tanto en la coreografía, en el baile como en la actuación, con una elegancia que lo identificaba sobradamente a Fred Astaire. Una vez, en el pináculo de su carrera, se preguntó con fino humor que a la vez fue un presagio que se adelantó a las circunstancias: “No quería dejar este mundo sin saber quién sería mi sucesor. Gracias Michael.” (En alusión al bailarín joven que avanzaba rompiendo récords, Michael Jackson.) Ver una película de Fred Astaire hoy, en blanco y negro o en colores, es sentir en alma y vida cómo ese hombre generalmente de smokin, iba creando atmósferas que acrecentaban en principio la historia, exaltaban sus virtudes, su medida agilidad sin perder jamás el ritmo, haciéndolos únicos. El baile pleno, hablando, gesticulando, contándonos un romance, un determinado humor que los pies seguros sin dejar de marcar la síncopa, establecía un diálogo irrepetible repleto de creatividad, como conllevan las grandes obras que el hombre ha sabido concebir rindiéndole su homenaje sin cesar. Luego vinieron, Gene Kelly, Donald O´Connor, Bob Fosse, y tantos otros que hicieron de Hollywood, el homenaje permanente al gran maestro y bella persona que lo fuera el inefable Fred Astaire; cálido, sencillo, muy trabajador porque amaba lo que hacía por sobre todas las cosas. Fred Astaire habitó esa gran fábrica de sueños que supimos compartir, porque está atado de alguna manera a esa vida primera que supimos acompañar soñando que no existen imposibles cuando una canción, un baile, anima los momentos de desazón, revierte la situación y nos llena de optimismo, alegría espontánea. Hollywood fue una máquina donde lo imposible revertía las pálidas, porque existían movilizadores que nos demostraban que la vida es bella, que la cuestión es buscarle el lado bueno de las cosas. Fred Astaire, contribuyó con su arte a disipar angustias, potenciar de ganas para que las cosas tomen otro cariz. Era salir del cine con una sonrisa plena, por haber comprendido que la vida está de nuestra parte. Nos sonríe. Se pone de nuestro lado. Como cómplices amantes.

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