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» Diario Cordoba
Fecha: 28/11/2024 15:05
¿Hacía falta 'Senna' (Netflix, viernes, día 29), la serie de ficción, en un mundo donde existe 'Senna', documental tan absorbente como la mejor ficción? En su película de 2010 (también disponible en Netflix, por cierto), Asif Kapadia se las ingenió para armar un drama tenso y emotivo a partir de, sobre todo, metraje de archivo. Pero era inevitable que acabara llegando el biopic o bioserie, dada la magnitud del personaje en la historia de la Fórmula 1 (fue campeón del mundo en 1988, 1990 y 1991), su carácter de héroe nacional en Brasil o el potencial dramático de una vida terminada demasiado pronto. Como todos sabemos el final de esta historia, el director Vicente Amorim ('La princesa de la Yakuza', 'Santo') y el guionista Gustavo Bragança ('Buenos días, Verônica') no tienen problemas en arrancar no por el principio, sino por ese fatídico 1 de mayo de 1994 en el que Senna impactó fatalmente contra la curva Tamburello del Autódromo Enzo e Dino Ferrari. Tenía 34 años. Poco después, saltamos tres décadas atrás para verle jugar a la velocidad en un entorno de cálido y nostálgico filtro sepia. Tan rápida, a menudo, como el propio homenajeado, 'Senna' nos conduce enseguida casi una década más adelante, a 1979, cuando Ayrton participó en el campeonato mundial de karting en Estoril. Seis años después, en 1985, Senna (entre sus 19 y 34 años, Gabriel Leone) competiría en la misma ciudad portuguesa como piloto de Lotus y lograría su primera victoria en la Fórmula 1. Eso bajo una lluvia bíblica, capaz de desorientar a cualquiera, pero no a un Senna que memorizaba a la perfección los circuitos y entendía que una línea recta suele ser la más rápida. Desde el principio, se intenta desdibujar su imagen de piloto agresivo, de sangre encendida, tópico asociado a la latinidad que cierta prensa no tenía problema en explotar. No lo hace Laura Harrison, la periodista ficticia encarnada por la británica (de madre brasileña) Kaya Scodelario ('Skins', 'The Gentlemen: la serie'), a través de cuyos ojos vemos la evolución del deportista. La pugna Prost-Senna Un año antes de su victoria en Estoril 85, Senna ya había llamado la atención en el GP de Mónaco como parte de la (poco ganadora) escudería Toleman. Quedó segundo al final de una controvertida carrera, suspendida por la lluvia, en la que estaba a punto de adelantar y ganar a Alain Prost (Matt Mella), más adelante su compañero (es un decir) en McLaren. La serie de Netflix no pasa precisamente de puntillas por una rivalidad tan notoria como la de James Hunt y Niki Lauda, la que Ron Howard inmortalizó en su película de 2013 'Rush'. Las escenas de carreras de alta velocidad pueden recordar a las de aquella película, en las que también se usaban efectos visuales digitales con efectos casi psicotrópicos. En la segunda unidad encontramos a gente como Cory Geryak, que trabajó como director de fotografía en la 'splinter unit' de 'Le Mans '66'. Fuera de los circuitos, la sensación de inmersión en otra realidad se logra por la minuciosidad en el detalle del diseño artístico y de vestuario. Especie de hito para la industria audiovisual brasileña, 'Senna' tiene unos créditos finales tanto o más largos que los de una producción de Marvel: hasta diez minutos duran. Su vida sentimental Algo que distingue a 'Senna', la serie dramática, de 'Senna', el documental de archivo, es un énfasis mayor en la vida íntima del personaje, en la que una ficción puede moverse con mayor libertad que una película armada esencialmente a partir de material proveniente de la televisión. Aprendemos sobre su corto matrimonio con Lilian de Vasconcelos (Alice Wegmann) o sus relaciones con la estrella televisiva Xuxa (Pâmela Tomé) y la modelo, después también figura catódica, Adriane Galisteu (Julia Foti). Cierta famosa aparición en el 'Xou da Xuxa' (beso aquí y beso allá) es recreada con tanta meticulosidad como un puñado de carreras emblemáticas alrededor del mundo, de Suzuka (Japón) a Mónaco, pasando por, claro, São Paulo (Brasil) en 1991, cuando Senna triunfó al fin en casa. Tres años después, todo acabó. Así fue el 30 de abril para el piloto austríaco Roland Ratzenberger, durante la sesión de clasificación para el GP de San Marino. Y solo un día después para Senna, en una tragedia que impelió a la FIA (Federación Internacional del Automóvil) a encargar a un buen amigo del piloto, el médico Sid Watkins (Tom Mannion), la mejora de la seguridad en la Fórmula 1. Pasaron más de dos décadas antes de la siguiente muerte, la de Jules Bianchi nueve meses después de su accidente en el GP de Japón de 2014.
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