28/11/2024 16:39
28/11/2024 16:37
28/11/2024 16:36
28/11/2024 16:36
28/11/2024 16:36
28/11/2024 16:35
28/11/2024 16:35
28/11/2024 16:34
28/11/2024 16:30
28/11/2024 16:30
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/11/2024 14:41
El festejo de Mauro y Wanda en Turquía (IG busracanselbayan) La escena es un mosaico de sensaciones. Una multitud corea y vibra con Mauro Icardi en el centro, convertido en un símbolo del fervor futbolístico del Galatasaray, en una noche teñida de pasión y canciones. La música que domina el aire no es un himno cualquiera; es “Sinasay”, ese clásico de Sezen Aksu que, desde las tribunas, se transformó en una oda colectiva. Icardi, con su camiseta alternativa y unas gafas negras que parecen sellar su personaje de estrella inalcanzable, lidera la fiesta. Sus movimientos son los de un maestro de ceremonias que sabe que el escenario le pertenece. Los brazos en alto, la bengala en mano que lanza destellos anaranjados y rojos, su figura esbelta y magnética encarna la euforia de una hinchada que encuentra en él un héroe moderno. Los tragos de colores brillan en las manos de los presentes como un carnaval en miniatura, y la masa no quiere más que seguirlo, cantar con él, ser parte de ese instante donde el fútbol y la música son un mismo latido. Pero, justo al lado de esa tormenta de emociones, una figura rompe con el clima dominante. Wanda Nara, enfundada en un sobrio traje negro y una remera blanca que contrasta con el desenfreno a su alrededor, parece fuera de lugar. Se mueve al ritmo de la música, sí, pero sin convicción. Sus ojos, oscuros y distantes, apenas buscan conexión con alguien. Y para eso siempre está Kennys Palacios, su confidente, quien le devuelve miradas que parecen un refugio en medio del estruendo. La tensión no se grita, pero se siente. Wanda, con sus movimientos contenidos, no logra diluir la barrera que la separa del espectáculo que la rodea. Es como si el mundo de Icardi, con sus cánticos de estadio y su explosiva energía, no pudiera tocarla. Las redes sociales no tardaron en amplificar ese abismo. El video, publicado el 21 de septiembre y recirculado en las últimas horas, se convirtió en un campo de opiniones divididas, resaltando, sin embargo, la aparente incompatibilidad de un mundo que hasta algún momento habitaron en armonía. La narrativa en torno a ellos se reescribe a cada instante, y la mayoría de las veces lo hace en clave pública y bajo la lupa del escrutinio digital. Mientras Icardi levantaba bengalas y lideraba cánticos, Wanda parecía habitar otro espacio, uno donde el ruido no encontraba eco. Wanda Nara mostró su radical cambio de look en medio de su conflicto con Mauro Icardi (IG @wanda_nara) En busca de nuevas energías Lejos de Turquía y ya en Buenos Aires, en medio de su divorcio y al tiempo que atraviesa uno de los momentos más dolorosos de su vida, ella sorprendió a sus seguidores al mostrar su rotundo cambio de look. La conductora decidió apostar nuevamente por uno de sus tonos más característicos y lo difundió mediante un carrusel de fotos en sus redes sociales, “La rubia de siempre”, escribió la empresaria para titular la serie de fotos. En la publicación, la expareja de Mauro Icardi destacó por su pelo rubio con reflejos, cortado a la altura de los hombros, con un acabado liso, lo que le daba un aspecto elegante y pulido. En cuanto a su vestimenta, resaltaba con un corsé beige ajustado. Minutos más tarde, la influencer se mostró en público con su nuevo look. Al llegar de manera sorpresiva a Galerías Pacífico, Nara fue abordada por un grupo de periodistas. En ese contexto, negó que sus hijas volvieran a Estambul y aclaró las dudas sobre otros rumores: “Mis hijos saben la realidad, es lo único que me importa y no lo que digan los de afuera. Siento que es el precio de la fama y lo estoy pagando. Todo lo que tenga que aclarar lo voy a hacer en la Justicia. El juez sabe que toda mi verdad quedó entre él y yo, que no se vio en los medios, la verdad no salió a la luz. Lamento la gente que se alimenta de tantas mentiras. Me agota aclarar mentiras”.
Ver noticia original