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» Elterritorio
Fecha: 27/11/2024 05:40
Embarazada, la joven tuvo un derrame cerebral por aneurisma y se pensó que no sobreviviría. El niño debió nacer por cesárea y ser reanimado. La historia de una familia incipiente que se sostiene en una fuerza arrolladora miércoles 27 de noviembre de 2024 | 4:00hs. Hoy Rayel ya puede hablar, reconocer personas, lugares, caminar y sobre todo, ser mamá. Fotos: Esteban Gonzalez Una historia fuerte y cargada de emotividad nos lleva hacia la pintoresca localidad de Jardín América. Allí, Rayel Dorocz, Ariel Irala y su hijo Conrado León, disfrutan cuanto pueden del amor mutuo, del tiempo en familia. La simple dicha de estar juntos los tres parecía casi imposible hace un año y cuatro meses. Quien conoce a Rayel sabe que era una chica muy activa, siempre alegre y dispuesta. Apasionada por los caballos, formaba parte de un grupo de jinetes de la ciudad, pero también se destacó en el canto, la música y el modelaje. Su atractiva personalidad y desenvolvimiento la llevaron a ser elegida como representante de la Fiesta Provincial Las Raíces, tras ser candidata de la colectividad ucraniana. Además de las danzas de su colectividad también jugaba al fútbol y siempre se mostraba atenta y sonriente. Su alegría contagiaba a todos, pero su vida cambió totalmente poco tiempo antes de cumplirse los nueve meses de gestación de su tan esperado hijo. El 9 de agosto de 2023 la pareja planeaba el baby shower, pero lo que ideaban no resultó. En horas del mediodía, Rayel se desvaneció, fue derivada de urgencia a Posadas en ambulancia y Ariel, que en ese momento estaba en la chacra, tuvo que viajar de inmediato hacia la capital provincial. Cuando el jardinense llegó al nosocomio posadeño, se enteró de que de urgencia le practicaron una cesárea a su pareja y que ella quedó en terapia intensiva. Rayel y Ariel disfrutan especialmente los fines de semana con su bebé. “El médico que me atendió, me dijo: ‘Tu hijo no tenía signos vitales cuando nació’. En ese momento casi me desmayé, no entendía nada, pero en ese mismo instante llegó una enfermera que me contó que reanimaron al bebé y volvió a la vida”, comenzó relatando Ariel. Rayel fue mamá y quedó en terapia intensiva por un derrame cerebral debido a una aneurisma genética que no habia sido nunca detectada. La joven permaneció internada 47 días hasta recibir el alta, con un pronóstico para nada alentador y toda una comunidad en vilo por su salud. Finalmente pudo regresar a su casa, en silla de ruedas, junto a Conrado el 24 de octubre. Cada persona que relata la historia repite que lo de Rayel fue ¡un verdadero milagro! Ni siquiera los médicos, atónitos, pudieron expresar con palabras la razón de su recuperación, porque, como tantas personas que sufren estas patologías, Rayel estuvo al borde de la muerte. Además de que la probabilidad de sobrevivir para Rayel era casi nula, también Conrado tuvo un comienzo difícil que es parte del milagro de la vida. La joven de Jardín está en pleno proceso de recuperar todas sus facultades. Ariel, siempre paciente a su lado, la acompaña en cada momento mientras Conrado crece sano y fuerte. Rayel habla suave, ya puede caminar, con alguna dificultad y reconoce personas. Su alta médica fue complicada, porque tal como describió Ariel, la joven tuvo que volver a aprender todo de cero. Hoy, el camino está más allanado pero continúa en pleno tratamimiento con psicólogos, kinesiólogos y otros especialistas. “Cuando salió de alta, Rayel no caminaba, después empezó terapia con kinesiología y volvió a caminar, no comía, sino que se alimentaba por sonda, porque tenía el rostro paralizado aún”, recordó Ariel acerca de los primeros días luego de salir del Hospital Ramón Madariaga. De a poco, empezó su rehabilitación, haciendo pilates, bicicleta y ahora hasta se animó a volver a montar caballos. En tanto, Conrado es un niño sano, alegre e inquieto. La familia de ambos está muy pendiente. Una hermana de Ariel, por ejemplo, colabora en el cuidado del bebé, mientras Rayel se dedica a su rehabilitación y Ariel trabaja. Los fines de semana los tres recargan energía entendiendo lo valioso de cada minuto ganado. Hoy, en esa casa de Jardín América, la certeza de que el amor y la perseverancia son más fuertes que cualquier diagnóstico se siente a flor de piel y en la comunidad, amigos, colegas, vecinos, profesionales celebran cada nuevo avance de la muchacha. Así, Rayel sigue reconstruyendo su vida con la fuerza de quien ya venció lo imposible, mientras Conrado crece rodeado del amor de sus padres. Lo que hace un año parecía un trágico adiós, hoy se convirtió en testimonio de segundas oportunidades y especialmente de la inmensa capacidad humana de sanar y fortalecerse.
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