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  • Llanto angustiante y colapso mental en un combate que quedó en la historia del boxeo: “Fue una de las peleas más extrañas de mi vida”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 26/11/2024 05:08

    McCall regresó al cuadrilátero a sus 59 años y los fanáticos recordaron el episodio que vivió en 1997 “Que raro que no se puso a llorar”, “Al menos no se puso a llorar y renunció”, “Imagínate si hubiera estado Lewis en frente suyo”. Los usuarios en las redes sociales pueden ser muy crueles y los deportistas muchas veces tienen que lidiar con las críticas después de exponerse en cada presentación. Estos mensajes pertenecen a algunos de los fanáticos que vieron cómo el ex campeón de los pesos pesados, Oliver McCall, regresó recientemente al cuadrilátero con una victoria por nocaut a sus 59 años. Sin embargo, las hirientes bromas hicieron referencia a uno de los episodios más extraños y emocionantes que se vivieron en la historia del boxeo, del cual el norteamericano fue el protagonista y es por lo que se lo recuerda, a pesar de que hayan pasado casi tres décadas de ese entonces. El calendario marcaba el 7 de febrero de 1997. McCall iba a subirse al ring montado en el Hilton de Las Vegas para disputar el título de los pesos pesados del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) que había dejado vacante Mike Tyson, frente al imponente Lennox Lewis, a quien le había arrebatado la corona en 1994 tras vencerlo inesperadamente por nocaut en el segundo round tres años atrás. Para ese momento, el inglés venía construyendo un sólido camino para volver a la cima. Después de caer en el ‘94, llegaba a Estados Unidos en un gran momento, con cuatro triunfos consecutivos y siendo el gran candidato. Del otro lado, McCall, se presentó en el escenario tras vivir tres años devastadores tanto a nivel deportivo como personal. Mientras que dentro del cuadrilátero había perdido el cinturón contra Frank Bruno en 1995, de las cuerdas hacia afuera estuvo involucrado en detenciones en 1996 por posesión de estupefacientes y dos ingresos a una clínica de rehabilitación. Eso, sumado a que en diciembre, había sido arrestado por cargos de vandalismo, alteración del orden público y resistencia al arresto después de discutir en un hotel, bajo los efectos del alcohol. En la previa muchos ponían en tela de juicio que se llevara a cabo el combate, sin embargo el legendario promotor Don King se encargó de asegurar que estaba todo bajo control y que el evento se llevaría adelante sin complicaciones. Nada más lejos de lo que terminó sucediendo. El llanto de Oliver McCall en la pelea contra Lenox Lewis Los 4500 espectadores presentes en el recinto fueron testigos del histórico combate, que terminó entre risas y abucheos. Los primeros tres rounds no hacían suponer nada extraño, sólo evidenciaban el claro poderío de Lewis, quien controló el ritmo de la pelea, manejó las distancias y atacó con ganchos a la cabeza. Sin embargo, a partir del tercer asalto McCall comenzó a tener un compartimento extraño, primero, al caminar sin sentido por el ring en vez de ir a su esquina cuando sonó la campana. Su actitud desconcertó a más de uno, aunque no suponía un signo de preocupación. Lo peor estaba por venir cuando saltó al cuarto round. La pelea se volvió completamente anormal, hasta para el propio Lennox Lewis, quien desde el primer momento notó que algo estaba sucediendo al ver que su rival no lo atacaba y sólo caminaba cubriéndose de vez en cuando a base de reflejos y sin una técnica vistosa. Al final del asalto, McCall estalló. Después de que el árbitro lo llevó nuevamente a su esquina, el boxeador de 31 años rompió en un angustiante llanto frente a la multitud, pero sobre todo de su equipo, que se mostraba totalmente desconcertado por lo que estaba sucediendo. Tanto el juez Mills Lane como su esquina trataron de calmarlo en un acto inédito dentro del boxeo profesional. “¿Puedes seguir peleando?”, le preguntó el árbitro, a lo que contestó: “Quiero pelear, necesito pelear”. Esa respuesta y el visto bueno de sus asistentes hicieron que el combate continuara, al menos unos segundos más. Menos de un minuto pasó del quinto round para que Lane detuviera la pelea. McCall estaba ido, ya prácticamente ni se cubría de los ataques de un Lennox visiblemente sorprendido y huía de cualquier tipo de confrontación. Finalmente, el árbitro frenó la contienda y le dio la victoria al británico. Automáticamente McCall se retiró del escenario. Sin hablar con nadie ni esperar la lectura del resultado de los jueces que iba a consagrar campeón de la CMB a Lewis, abandonó el cuadrilátero en dirección a los vestuarios bajo los murmullos y abucheos de los espectadores. McCall no pudo continuar peleando y abandonó el ring Al día siguiente, en una conferencia de prensa recogida por el periódico The New York Times, el norteamericano intentó argumentar su extraño comportamiento sobre el ring. “Mi estrategia fue -y sé que suena un poco absurda- una especie de cuerda-a-dope”, reconoció McCall, haciendo referencia a la táctica que utilizó Muhammad Ali para vencer a George Foreman en Zaire (1974). “No renuncié, vine a ganar”, les aseguraba a los periodistas que estuvieron presentes durante la confusa rueda de prensa que duró cerca de 40 minutos y en la que intentó explicar que su llanto se debía al enojo que sentía porque sabía que las cosas dentro del ring estaban yendo mal. Posteriormente, y para despejar las dudas inconclusas, la psiquiatra que lo evaluó post combate, Leonora Petty, afirmó que no había sufrido una crisis mental, algo que el árbitro y el comisionado del CMB, José Sulaiman, habían sugerido. “Creo que su estado mental está bien”, reconoció antes de revelar que, de igual forma, le aconsejó que realice un tratamiento psicológico. “Creo que tuvo una crisis nerviosa y tal vez fue una reacción a la forma en que estaba viviendo fuera del ring”, y “El muchacho necesita hablar con alguien del campo de la salud mental”, habían sido las observaciones de Sulaiman y Lane, respectivamente. En esa línea, otro de los que se pronunció fue Dino Duva, organizador de la pelea, quien responsabilizó a Don King de lo sucedido: “Él no debería haber permitido esta pelea. Propusimos que Lewis peleara con otro boxeador y dijimos que cuando McCall estuviera listo, pelearía con Lewis. Don King estafó al CMB. Es una vergüenza. La gente compra entradas y nosotros nos sentimos avergonzados. No se debería haber permitido que (McCall) peleara”. Bob Arum, en tanto, consideró: “Todos aprendimos una lección esta noche. Si un chico está en rehabilitación, no lo dejas participar en una pelea importante. Un tipo que está en abstinencia de drogas puede hacer todo tipo de locuras”. El propio Lennox Lewis se refirió a ese episodio en reiteradas oportunidades. La última fue el 7 de febrero del 2022, cuando se cumplieron 25 años de ese combate. “Fue una de las peleas más extrañas de mi vida porque McCall se negó a pelear y empezó a llorar en el ring. Para ser honesto, pensé que era algún tipo de truco, pero no iba a correr ningún riesgo”, escribió en su cuenta de Instagram. A principios de abril de 1997, McCall fue internado en un hospital psiquiátrico en Danville, Virginia. El ingreso se realizó a pedido de su esposa, quien consideró necesario tomar esta medida. El especialista encargado de la evaluación consideró justificada la internación, señalando que McCall representaba “un peligro inminente para sí y para otros como resultado de una enfermedad mental”. La evaluación también indicaba que el paciente era “incapaz de cuidar de sí mismo debido a su condición mental”. Tras superar sus problemas mentales, nueve meses después de aquel episodio en Las Vegas, el Toro Atómico, como se lo conocía, volvió a subirse a un cuadrilátero para vencer por nocaut en el octavo round a Brian Yates. A partir de allí continuó peleando hasta este 2024 acumulando 32 victorias y solo siete derrotas, siendo su última presentación la del pasado 19 de noviembre frente a Stacy Frazier, a quien noqueó en el segundo round de los cuatro pactados. Tras ese triunfo con 59 años, se convirtió en el ex campeón de peso pesado de mayor edad en ganar un combate de boxeo profesional. Ahora, lejos de querer retirarse, desafió a su siguiente rival con sed de venganza: Mike Tyson. “Bueno, en la próxima pelea, voy a pesar unos 5 kilos menos, así que voy a tener mucha más técnica, y puedo golpear. Definitivamente podría golpear. Mi defensa es bastante decente. ¿Qué tal si pierdo unos 5 kilos más? Estoy listo para cualquiera (...) quiero vengarme de Nate Robinson y luego de Mike Tyson, eso sería genial”, manifestó tras su último triunfo.

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