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  • La «Biblia» según Willy Quiroga

    » El Ciudadano

    Fecha: 24/11/2024 21:39

    Cuando se comenzó a escuchar La Biblia según Vox Dei, el segundo disco de Vox Dei, ya avanzados los 70 del siglo anterior (porque fue en ese momento donde hubo una proliferación de vinilos editados unos años antes), se generó una polémica en relación a si una banda de rock debía hacer un disco que hablase de ese libro considerado sagrado, aunque fuese en sentido figurado. Los rockeros más ateos se ponían furibundos cuando los más místicos alegaban que era una interpretación y que las letras lo dejaban muy claro. “Es un libro de la iglesia, el rock es otra cosa”, se escuchaba decir a los hippies militantes del amor libre y el uso de sustancias que condenaba la iglesia. En lo que sí estaban de acuerdo esos dos bandos era en que el rock practicado por Vox Dei (que integraban Ricardo Soulé, Willy Quiroga, Rubén Basoalto) era inobjetable, porque hacía gala de pasajes de una fuerza impresionante y se enmarcaba en ese rock puro y duro que las mejores bandas argentas ponían a disposición de un movimiento que crecía aunque fuese resistido por una sociedad pacata. Esa suerte de polémica fue más o menos zanjada por unas declaraciones públicas hechas por Willy Quiroga, el bajista de la banda, cuando expresó que el rock podía apropiarse de cualquier cosa mientras las intenciones sean el respeto a sus estructuras, a su origen contestatario y que en ese sentido, La Biblia… no dejaba de ser justamente eso: un disco de rock de hermosas melodías con letras muy poéticas. No muchos acordaron, pero el disco era realmente bueno y sería uno de los más escuchados durante los primeros cinco años de la década del 70. Y el hombretón de larga melena y barba, ojos saltones y nariz prominente, agregaría algo más que limaría asperezas en un debate destinado al fracaso, puesto que el disco sería un éxito de ventas y hasta sería elegido como uno de los mejores registros del rock nacional en no pocos rankings: “Nosotros creemos que la Biblia es una novela como cualquier otra que cuenta hechos que después un culto los convierte en sagrados, pero que es una historia antigua que siempre se hace presente, y el rock es el presente de estos tiempos”, había dicho el bajista en 1971 sobre un disco que marcaría un hito en la historia del rock argentino. Había sido también Quiroga quien gestionó ante el Arzobispado –no sin cierta resistencia de un monseñor que consideraba a las bandas de rock como reductos de vagos y mal entretenidos– la conformidad de la iglesia para que el disco fuese editado. Cuando el sello decide anunciar la salida de La Biblia…, desde la curia habían pedido leer las letras. Allí fue Quiroga y tuvo una entrevista con monseñor Graselli, quien leyó la letra de “Génesis”, el tema que abre el disco –donde se escucha: “Cuando todo era nada, era nada el principio/ Él era el principio y de la noche hizo luz…”–, y rápidamente dijo que no había nada que objetar, que, por el contrario, a él, como hombre de la iglesia le hubiera costado más explicar el génesis. Quiroga recordaría más tarde que siempre conservó la estampita que le había dado ese monseñor como señal de aceptación luego de la entrevista que tuvieron. El estreno del disco en el teatro Presidente Alvear fue masivo y hubo que cortar las calles, pero lo que resultaría inédito y casi la perla de las curiosidades del rock es que se vieron curas, monjas y pibes con uniformes de colegios religiosos haciendo cola y entrando a la sala. Y también fue la voz del grupo ante las cámaras de algún canal o el micrófono de algunas radios, donde defendió a rajatabla la salida del disco. “Creo que la sociedad debe entender que el rock puede ocuparse de distintos temas, siempre con respeto, y es hora que se entienda que nosotros también surgimos de esa misma sociedad, que aunque pensemos distintos en muchos temas, somos sus hijos”, afirmaba el bajista. El disco era el segundo de Vox Dei luego de Caliente y había surgido, sobre todo, en una tarde inspirada que había tenido Ricardo Soulé, quien era guitarra y voz de la banda, luego de encerrarse a leer la Biblia durante toda una tarde, a instancias de lo que le había dicho Jorge Álvarez, factótum de la editorial que llevaba su nombre y fundador del sello Mandioca, que producía y editaba lo mejor del rock nacional surgido en los 60 y 70. Álvarez le había dicho a Soulé que la Biblia era una de las novelas más poderosas que había leído. Pero al principio Quiroga no confiaba mucho en ese proyecto. Soulé le dijo a Quiroga que intentaría extraer sensaciones y sentimientos producidos por la lectura de los textos bíblicos y el bajista le preguntó si realmente creía que de allí se pudiera sacar algo bueno. Unos días después, Quiroga se encontraría con Billy Bond y Edelmiro Molinari, líder de Billy Bond y la pesada y creador, guitarra y voz de Color Humano, respectivamente y les contaría acerca de la idea de Soulé. Después de escucharlo detenidamente, ambos músicos le dijeron que les parecía un proyecto genial, que Vox Dei era una banda que a través de sus acordes genuinos podía seguir rompiendo reglas con cuestiones en principio ajenas al rock, y que era una posibilidad para expandirse y llegar a otros sectores. “Esos tipos a los que yo admiraba me dijeron que inspirarse en otras cosas era la posibilidad de multiplicar el rock. Y yo dejé de lado mis pruritos y mis ganas de recrear el Martín Fierro en tiempo de rock y les creí y alenté a Ricardo para que compusiera las letras”, dijo una vez Quiroga en una entrevista a propósito de ese encuentro en el lejano pasado. Billy Bond haría más tarde una versión en vivo a la que denominaría “la primera ópera rock argentina”, puesto que el único antecedente de un álbum de rock conceptual como La Biblia… era Tommy (1969), el disco de The Who. La construcción del disco se hizo larga y duró cerca de un año y medio, sobre todo porque los grabadores eran a cinta abierta y había que escuchar y desechar lo que no servía y volver a grabar. El disco llevó más de 150 horas de grabación y se lanzó en marzo de 1971 por el sello Disc-Jockey editado como doble vinilo. Pero en el ínterin tuvieron no pocas dificultades, ya que Jorge Álvarez se había quedado sin dinero para pagar las horas de grabación al estudio TNT, descuidando su fuente de ingresos que era la editorial y abrazando la edición de discos a través de su sello, que todavía no se había consolidado. En una suerte de episodio digno de una comedia de enredos, Álvarez terminaría robándose las cintas con la grabación, pero luego de una denuncia en su contra tuvo que devolverlas y en ese entuerto el material terminaría en las manos del sello Disc-Jockey. En una entrevista de no hace mucho tiempo, Quiroga contaría que ese sello solo les había pagado el 5 por ciento de las enormes ventas que tuvo el disco, mientras que el arreglo con TNT había sido diferente. “En realidad fue un robo a mano armada”, terminaría diciendo el bajista. Así Willy Quiroga iría convirtiéndose en un ferviente defensor de ese disco que sin duda funcionaría como un fuerte lazo entre el emergente rock criollo y la sociedad de ese entonces. Tanta “fe” habían depositado en él –junto a la aceptación de los rockeros y de otros sectores sociales– que apenas salido, viajaron a New York a buscar espacios para presentar el disco y por intermedios de contactos pudieron hacérselo escuchar al ingeniero de grabación y socio de Jimi Hendrix. Eddie Kramer, que así se llamaba el sonidista, les dijo que era una rareza escuchar la Biblia en un disco de rock, pero terminó señalándole algunos lugares para tocar el disco en vivo. “Lo único que le faltó a La Biblia…, creo yo, fue una buena traducción al inglés o al italiano, para que nuestros queridos Papas se enterasen de la obra. Y después, hacer una gira mundial importante. Pienso que la obra no ha recibido el trato que se merece, pero siempre queda la esperanza”, había apuntado Quiroga, luego de un recital de Willy Quiroga Vox Dei, como se llamaba su última formación con la que hizo giras por todo el país y cuando se cumplían 50 años de la aparición de aquel gran disco. Hace unos días moría Willy Quiroga, a los 84 años, siendo uno de los músicos más longevos del mundo del rock y una verdadera leyenda con más de 20 discos editados y 100 canciones registradas. Atrás quedaban las distintas formaciones luego de la de Vox Dei original con nombres tales como Destroyer; Willy Quiroga y la Fuerza, y Willy Quiroga Trío. Mucho más atrás su deslumbramiento con la canción “Love Me Do” de The Beatles; su primera guitarra obtenida a cambio de una botella de vino; las lecturas de libros de ciencia ficción con Isaac Asimov y Ray Bradbury a la cabeza; su encuentro con Soulé y Basoalto mientras trabajaba de bombonero en una sala de cine de Quilmes; sus inicios cantando en inglés hasta que un flaco algo desgarbado y simpático les dijo luego de un concierto que eran “una bola de acero que pega en la cabeza, pero no entiendo por qué cantan en inglés cuando tienen todo un idioma a disposición”, y que no era otro que Spinetta; la apoteótica presentación en el Luna Park con las tres mejores bandas de la época: Los Gatos, Manal y Almendra, donde se legitimaron con un público aplaudiendo a rabiar. Su despedida de los escenarios había sido en julio de 2024 cuando tocó en un boliche del gran Buenos Aires y donde hizo versiones de varios temas de La Biblia según Vox Dei.

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