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  • El final de Jack. El asesinato de John Fitzgerald Kennedy

    Concordia » El Heraldo

    Fecha: 24/11/2024 15:19

    Esta historia trágica de la vida política norteamericana y mundial ocurrió en menos de una hora, si pensamos que a las 11:40 am del 22 de noviembre de 1963 arribaron a Dallas, el entonces presidente americano y su esposa Jacqueline Kennedy. Se sentaron detrás de una limusina descapotable Lincoln Continental, el mismo apellido que el malogrado ex mandatario asesinado el 15 de abril de 1865(este asesinato tiene muchos incidentes parecidos con el de Lincoln). En el asiento delantero estaban el gobernador del estado de Texas John Connally junto a su esposa. La caravana presidencial llegó al centro de la ciudad a las 12:22 pm y 7 minutos después ingresó en la Plaza Dealey. El fervor popular se sentía, la alegría de querer observar al carismático mandatario se percibía en el aire, todo parecía ser un día inolvidable. Seguramente sería un día que ingresaría a la historia muncial. Solo faltaban segundos. Algunas crónicas de esa época datan que la esposa del gobernador ante el delirio de las personas expresó una frase inolvidable: "Señor presidente, no podrá decir usted que Dallas no lo ama". Jack le contestó sonriente y contento: “Ciertamente no”. Un minuto después, tres disparos resonaron en la plaza, esto lo cuentan hasta el hartazgo las crónicas oficiales. Una misma bala hirió al presidente y en un recorrido increíble también lo hizo con Connally. Le dieron el nombre de la bala mágica. Kennedy recibió dos disparos, el segundo de ellos fue el mortal, el caos se sucedió en menos 5 segundos. A las 12:36 pm la limusina llegó al hospital Parkland para intentar salvarle la vida. Los intentos fueron en vano, el presidente había ingresado muerto al nosocomio. El vicepresidente Lyndon Johnson, con el cuerpo caliente de Kennedy en el avión, juró como presidente de los EEUU. Horas del tiroteo fue apresado en un cine Lee Harvey Oswald, empleado del depósito de libros que se encontraba en uno de los extremos de la Plaza Dealey. Dicen que era un excelente tirador, había sido Marine. El asesino según la historia oficial tenía vínculos con la URSS comunista. Vivió y se casó con Marina Oswald en la Unión Soviética y un mes antes del magnicidio viajó a la capital mexicana, para tramitar su ingreso a Cuba. Todo muy turbio y denso. EL 24 de noviembre cuando era trasladado a otra dependencia policial, Oswald fue ultimado por Jack Ruby, quien era el dueño de un cabaret y en una supuesta actitud patriótica, envuelto en la ira por el magnicidio, decidió sacrificar su vida al hacer justicia por mano propia. Todo se volvió más que denso ni hablar con las conclusiones de la Comisión Warren que tenía la misión de esclarecer los móviles del crimen. Miles de páginas sin sentido, la bala mágica también formó parte de ese informe. La verdad nunca la sabremos, es uno de los tantos misterios irresueltos en los que se han gastado mares de tinta para poder intentar darles solución a diferentes acertijos y ni siquiera se ha podido atisbar algo de luz. Hubo, hay y habrá muchos intereses en juego como para saber la verdad sobre este caso emblemático. Algo olió mal en Dallas, como también han olido mal los crímenes argentos que nunca se han llegado a dilucidar, las contradicciones hacen que se caminen dos pasos y se retroceden tres. Un thriller psicológico. El asesinato de Jack tuvo consecuencias directas con los hechos posteriores mundiales, y haciendo un poco de historia contrafáctica muchas vidas se habrían salvado, talvez Vietnam no hubiese ocurrido, talvez la Alianza para el Progreso hubiese sido una realidad y nuestra América Latina hubiese comenzado a salir de la miseria y del estancamiento. Tal vez.

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