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» El litoral Corrientes
Fecha: 24/11/2024 14:35
La intendencia de Asunción del Paraguay, aunque perteneciente al Virreinato del Río de la Plata, constituía un núcleo separado de Buenos Aires por las condiciones raciales, sociales, económicas y políticas de su población; por las características geográficas de su suelo y por su pasado histórico. Aunque durante la época colonial se habían producido diversos movimientos revolucionarios que demostraban el espíritu de los nativos deseosos de obtener la libertad, más que nada económica; a principios del Siglo XIX la población vivía tranquila conforme con el gobierno de Bernardo de Velazco. Cuando en Asunción se conocieron los sucesos de Buenos Aires Velazco, para tomar una determinación convocó, el 24 de julio de 1810, a una Asamblea General con los vecinos más caracterizados. En ella se resolvió: Reconocer al gobierno del Consejo de Regencia en España, mantener relaciones con la Junta de Buenos Aires, y organizar la defensa del territorio paraguayo. No reconocía a la Primera Junta patriota de criollos, pero no asumía una actitud hostil. Se habían formado tres grupos diferentes en sus ideas e intenciones: unos deseaban mantener el vínculo con España; otros pensaban acatar al nuevo gobierno de la cabecera del Virreinato y otros formar un gobierno propio. El emisario de Buenos Aires, portador de los pliegos enviados por la Junta, hizo creer a ésta (cuando regresó) que el segundo grupo era muy importante y numeroso, por lo que bastaría un pequeño ejército enviado a presionar para que la opinión paraguaya se volcara a favor del nuevo gobierno de Buenos Aires y se sujetase a las directivas porteñas. La realidad la palpó Belgrano cuando entró en contacto con las tropas paraguayas. Ejército Expedicionario: El Dr. Manuel Belgrano, con gran fervor por la causa revolucionaria, fue nombrado el 4 de septiembre Jefe del Ejército que debería marchar a la Banda Oriental; pero el el día 22, la Junta decidió que fuera al Paraguay. ¿Por qué lo eligió la Primera Junta para la importante y delicada misión diplomática, apoyada por las armas, a la Intendencia del Paraguay? “Porque se necesitaba un hombre de sus condiciones, pues a esa misión se la consideró sin dudas más política que militar. Por ello debía ser un miembro del nuevo gobierno quien invistiera su representación, y dentro de ella, nadie más indicado que Manuel Belgrano.” El nombramiento lo tomó enfermo de gripe. Convaleciente tuvo que hacerse cargo de la columna y al frente de unos 200 hombres mal vestidos y peor armados, aún sin un tambor, sale de Buenos Aires el 26 de septiembre creyendo que marcha hacia una región donde han de recibirlo como amigo; cuando la verdad es que allí se le espera como a un adversario. Almuerzan en San José de Flores. Siguen hacia la Guardia de Luján. Allí asistió a misa con sus oficiales en la Capilla de la Virgen. Los infantes allí son provistos de caballos de esa Comandancia. De esa manera acelera la marcha y llega a la población de San Nicolás de los Arroyos el 28 de septiembre. Allí se le incorporan 357 jinetes, que pasaría a llamarse Caballería de la Patria, comandados por el Cnel. Diego González Balcarce. Hace otra posta en San Lorenzo, junto al Convento; y de allí parte hacia Santa Fe, donde llega el 1° de octubre de noche, siendo el entusiasmo popular muy grande al verlos. El Teniente de Gobernador hace iluminar las calles y que repiquen las campanas. Pero el grupo de soldados que incorpora allí es muy escaso: 40 Blandengues, entre ellos un sargento llamado Estanislao López, el futuro Gobernador de Santa. Permanece allí una semana cumpliendo dos funciones: la militar y mejora el armamento, reunir víveres, vestir y calzar a su tropa, tratar de disciplinarlos. Y la civil de entrevistarse con las autoridades locales, visitar conventos, etc. El 2 de octubre le escribe al Teniente de Gobernador de Corrientes, don Elías Galván comentándole que había, entre otras cosas, comprado telas para confeccionar una bandera que nos distinga de la que usan los paraguayos con los colores de los borbones. Y el 15 de octubre, desde La Bajada del Paraná, sus indicaciones son más precisas y sus órdenes adquieren la fuerza de un mandato: “Me han dicho que se habían ya juntado y se iban reuniendo armas de fuego en toda esa jurisdicción. Con ellas y con las espadas que hubiese y lanzas, deberá Vd. poner 300 hombres, escogiendo entre ellos los que ya sepan el manejo del arma, que según tengo entendido, los hay en Caá Catí. Una semana después de haber llegado inicia el cruce del anchuroso río Paraná rumbo a la población entrerriana La Bajada, hoy Paraná. La tropa y cañones, carretillas y bagajes son embarcados al medio día. El Ejército Expedicionario, por lo tanto, va a la guerra con efectivos militares reducidos e integrado por soldados bisoños, con malos armamentos y una impedimenta (equipaje) precaria. Lleva en cambio mucho entusiasmo y una fe inquebrantable en los destinos de la Patria. Ahora van en busca de la población de Curuzú Cuatiá, de la que ya tiene noticias. En las puntas del Arroyo Basualdo recibe el saludo del distinguido vecino don José Andrés Casco y Mendoza, Comandante de Armas y encuentran La Plaza central iluminada con antorchas y candelas. Cada División venía precedida por una bandera distinta. Es seguro que Belgrano, buen católico, habría penetrado a la humilde Capilla acompañado por sus oficiales y las autoridades lugareñas. ¿Habrá sido invitado a hospedarse en alguna casa de las más espaciosas y mejor ubicadas? Es poco probable que un hombre de costumbres refinadas, algo enfermo, con un alto grado militar y que integraba el Gobierno del Virreinato del Río de la Plata, fuera a descansar en un catre y en un potrero, bajo un carromato. Sabido es que no traía carpa de campaña. Sin embargo durmió en el mismo campamento en que lo hicieron todos los soldados y oficiales Al otro día inspeccionó los carros, caballada, armamento y recibió todas las alhajas y dinero, como vacas, cerdos y gallinas, al igual que armas y ropas. La Bandera de Curuzú Cuatiá: Belgrano hace confeccionar la bandera tricolor, similar a la que plantó Francisco Miranda en Venezuela en 1807, y a la de la Gran Colombia que soñara Bolivar. La confeccionan mujeres del poblado y la bendice en la capilla el mismo 16 de noviembre, cumpliendo lo que entendía era imperioso, que el ejército tuviera su propia bandera. En base a estos antecedentes, el doctor René Borderes auspicia ante concejales locales en 1994, que el municipio la instituya como emblema local, y así el concejal doctor Horacio Julio Rodríguez promueve el proyecto de ordenanza respectivo. Manuel Belgrano y su ejército, después de fundar Curuzú Cuatiá, cuya acta fue escrita por su secretario Coronel Ignacio Warnes, cuyo original se guarda bajo custodia; permaneció en el pueblo hasta el 18 de noviembre, día en que continuó su marcha cumpliendo con su misión. Estuvo 11 días en esta ciudad, a la que Roberto Romero, el gran músico curuzucuatiense, en la actualidad la bautizó, “La Sucursal del Cielo”. El Profesor Eduardo A. Sánchez Avalos, histórico Rector del Colegio Nacional fue al autor, de la frase que reza en el Pórtico de entrada: Curuzú Cuatiá nació con la Patria.
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