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» Diario Cordoba
Fecha: 24/11/2024 13:12
Vladimir Putin y Volodímir Zelensky parecen dispuestos a escalar la guerra que provocó la invasión de Ucrania por parte de Rusia, hace ya más de mil días, a la espera de la llegada a la Casa Blanca de un nuevo e impredecible presidente que ha prometido acabar con el conflicto en 24 horas. El agravamiento de la guerra no ofrece dudas y ha provocado la alarma de la comunidad internacional. Con el acuerdo de Kim Jong-un, el Kremlin ha reclutado miles de soldados de Corea del Norte que ya han empezado a llegar a la región rusa de Kursk ocupada por tropas ucranianas. Moscú también ha desplegado cientos de misiles Iskander y Kinshal cerca de la frontera oriental ucraniana. Por primera vez desde que comenzó la guerra, la Administración Biden ha autorizado a Kiev a lanzar misiles Atcam de largo alcance y fabricación estadounidense contra posiciones militares en el interior de Rusia. El Reino Unido y Francia han hecho lo propio con misiles en cuya fabricación han colaborado. Finalmente, Biden ha proporcionado al ejército ucraniano minas antipersona de última generación destinadas a frenar el avance ruso en el Donbás. Por su parte, e Ejército ruso ha lanzado un nuevo misil supersónico contra la ciudad de Dnieper, y Putin ha anunciado una reforma de la doctrina militar rusa que le permitirá usar armas nucleares contra Ucrania (aunque este país no disponga de ellas) en caso de «ataque masivo». El brusco cambio de actitud de la Administración Biden, que hasta ahora se había negado al uso de misiles de largo alcance, hace pensar a la mayoría de los analistas militares en una decisión destinada a proporcionar a Kiev una posición de fuerza en caso de negociaciones auspiciadas por Donald Trump. Aunque Zelenski haya felicitado al republicano por su victoria, los ucranianos temen un acuerdo precipitado que les obligue a concesiones humillantes en el Donbás. Para ello, aspiran a utilizar como moneda de cambio las posiciones que han conquistado en la provincia rusa de Kursk. Por su parte, Putin teme que un acuerdo de paz precipitado no recoja claramente la superioridad que cree tener, y prosigue sus avances en otras zonas del país. Ambos, Putin y Zelenski, necesitan llegar a la hipotética mesa de negociaciones, dentro de dos meses, sin perder posiciones y a ser posible habiendo recuperado terreno. Las guerras que no tienen un vencedor claro suelen experimentar este recrudecimiento en puertas de eventuales negociaciones. En ese sentido, y desde una política europea de defensa de la soberanía de Ucrania, pueden entenderse los esfuerzos de Kiev para responder al recrudecimiento de la agresión rusa con medios que permitan castigar las bases militares desde las cuales Ucrania está siendo bombardeada sin piedad. La condición de Rusia como potencia nuclear no puede ser un cheque en blanco para ocupar un país soberano como Ucrania que está en un proceso de acercamiento a la Unión Europea. Ni puede recaer en esta las advertencias de no cruzar líneas rojas cada vez que es Putin quien da un paso en la escalada del conflicto y su internacionalización, como lo es sin duda implicar contingentes militares de un tercer país o amenazar, como hizo ayer, con atacar instalaciones militares de los países suministradores de armamento a Ucrania. Sin embargo, Occidente también debe medir sus fuerzas en pro de la estabilidad de un escenario internacional ya de por sí complejo. Suscríbete para seguir leyendo
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