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  • El amor por la literatura y la cita de los lunes a la que nadie falta

    » Elterritorio

    Fecha: 24/11/2024 11:40

    El Grupo Taller Amantes de la Literatura se reúne en el Areco. Integrantes destacaron la motivación que significa el espacio domingo 24 de noviembre de 2024 | 6:05hs. María Alejandra Larumbe coordina este espacio que se enriquece con la mirada plural. Fotos: Marcelo Rodríguez “La idea es continuar creciendo a través de la literatura, usando en muchas ocasiones, como materia prima, la propia historia de vida”, dijo María Alejandra Larumbe, coordinadora del Grupo Taller Amantes de la Literatura, al definir un norte de este espacio cultural. El grupo se reúne los lunes a la tarde en el Museo Lucas Braulio Areco de Posadas y está integrado mayormente por mujeres jubiladas de distintas formaciones. Su rodaje se inició pospandemia y tuvo su inspiración en los talleres literarios del escritor Raúl Novau al que asistían las impulsoras de esta propuesta. Este año el desafío fue adentrarse en la lectura de relatos de autores misioneros y poco a poco construir un texto propio que refleje a la medida de cada estilo un aspecto de este suelo. Las producciones del taller se publican en una antología y luego de una minuciosa curaduría colectiva. “Ya veníamos de otros talleres, algunas ya tenemos una trayectoria en las letras, con títulos publicados y todas somos lectoras y autoras, se da un intercambio muy enriquecedor; lo que nos convoca es el amor por la literatura y cómo esto se potencia compartiendo”, precisó Larumbe, antropóloga social jubilada. “¿Qué vamos a quedarnos quietas? ¡Vamos a organizar algo!, dijimos, y así empezamos a concretar la idea, se buscó un lugar, recorrimos mucho y en el Museo Areco nos abrieron las puertas y nos hacen sentir como en casa”, destacó Estela María Planchon, bioquímica jubilada y ganadora de los Juegos Evita de Literatura Adultos Mayores 2020, acerca de la motivación que significa participar del taller. Espacio para nuevos desafíos “Yo vine con un poquito de temor. Eso le decía a Victoria (Braun), nosotras somos como esas chicas nuevas de la escuela (risas) porque vinimos para acompañar a nuestras amigas, y nos encantó. Alejandra nos impulsa a terminar cada encuentro con un escrito, con una idea, no se lleva la hoja en blanco, y eso es un avance siempre”, expuso a su turno Alba Rivas, docente de primaria jubilada que también es parte del taller Juegos en la Memoria en la Facultad de Humanidades. “Los espacios para socializar, para hacer nuevas amistades y para compartir con los amigos de siempre, para trabajar también porque el taller requiere que se lea en la semana y hay un compromiso ahí, son muy beneficiosos en esta etapa de nuestra vida, te entusiasman, te hace proyectar cosas nuevas”. Por su parte, Lidia Amer, bioquímica, docente e investigadora jubilada, puso de relieve un catalizador de este espacio. “Yo, por mi trabajo y por mi formación, siempre escribí textos de una manera muy práctica y muy técnica. Una cosa que siempre me preguntaba era cómo hacer para que eso que uno está dejando por escrito, que puede ser el resultado de un estudio, pueda ser accesible a la comunidad. Y ahora, en este taller descubro libertad. Libertad para crear, para decir. Y a veces me descubro como confirmando hipótesis y ahí está ese lenguaje que también es mi manera de acercarme a la escritura literaria”. La tarea es leer, analizar autores y afianzar el propio estilo de escritura. Creatividad, revalorización de los trayectos de vida, construcción de nuevos lazos también suceden mientras tiene lugar un club o taller literario entre prosas y versos. “Como terapia también es excelente”, coincidieron Rosalía Flores, profesora de Inglés, y Mercedes Sosa, profesora de Filosofía y Ciencias de la Educación jubilada. “Hoy, que se habla tanto de la salud mental, pienso que espacios como un taller de literatura, que es un lugar de diálogo y de escucha desde el arte y la creatividad, es muy beneficioso, tanto para los mayores como para todas las edades; encontrar lo que a uno le hace feliz y poder ponerlo en práctica”, profundizó Flores. En acción El taller funciona compartiendo lecturas y análisis, un proceso que comienza en solitario en las casas, y el día de encuentro se socializan miradas. “El texto le puede decir una cosa diferente a cada persona, y por eso hacemos el ejercicio de hacer varias lecturas, mirar la estructura del texto. Y esa mirada personal aparece claramente en lo que se va leyendo y escribiendo, porque las vivencias son una materia prima para escribir, y el taller es una posibilidad de compartir y reflexionar”, postuló Larumbe. Compartí esta nota:

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