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  • El viaje de Jannik Sinner entre éxitos, sacrificios y acusaciones de dopaje

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 24/11/2024 04:39

    Con Sinner en lo más alto del ranking, Italia alcanza metas tenísticas inéditas (REUTERS) A sus 23 años, Jannik Sinner alcanzó un hito impresionante en el tenis mundial. Desde el 10 de junio pasado ocupa el puesto número uno en el ranking mundial de la ATP, convirtiéndose en el primer tenista nacido en Italia en lograrlo. Además, ganó dos títulos de Grand Slam en una misma temporada, una hazaña que le asegura su lugar en la historia del tenis italiano, al llevarse los trofeos del Abierto de Australia y del Abierto de Estados Unidos. Pero detrás de este éxito también hay una serie de obstáculos que desafiaron su resistencia física y mental. A lo largo del año, Sinner sufrió una lesión en la cadera que lo forzó a retirarse del Abierto de Madrid en mayo y a perderse el torneo de Roma, un evento crucial en su país natal. También debió enfrentarse a Carlos Alcaraz, su joven rival español, en las semifinales de Roland Garros, donde fue derrotado, y luego a Daniil Medvedev, quien lo venció en los cuartos de final de Wimbledon. Tras años (¡muchos!) de hegemonía de Roger-Rafa-Nole, dos exponentes del nuevo poder del circuito masculino: Sinner y Alcaraz (REUTERS) Además de los percances físicos, su estado de salud fue puesto a prueba cuando contrajo una amigdalitis, enfermedad que le impidió participar en los Juegos Olímpicos de París 2024, una cita que esperaba con entusiasmo. Pero si de contratiempos y malas noticias se trata, para Sinner lo peor estaba por llegar... Fue el martes 20 de agosto, cuando se supo que el italiano dio dos veces positivo en el control antidoping que le realizaron durante Indian Wells. Polémica mediante, el número uno del mundo no llegaría a ser penalizado. Pese a estos desafíos, muestra una notable mentalidad de aprendizaje y superación. “He crecido mucho este año, tanto mental como físicamente”, declaró a la edición británica de Esquire. Para él, los resultados actuales son el fruto de un trabajo constante, donde cada derrota le aporta una enseñanza valiosa. Frente a la presión de mantenerse en la cima y ante la expectativa de su país por verlo triunfar en un torneo en suelo italiano, sigue priorizando el aprendizaje continuo sobre el resultado final. Este enfoque lo llevó a reforzar su juego táctico y a asumir cada derrota como una oportunidad de crecimiento. “Soy más de la creencia de que o estás ganando o estás aprendiendo”, confiesa, un lema que le permite aceptar los reveses como parte esencial de su desarrollo. Sinner levanta el trofeo del Masters de Shanghai tras vencer a Novak Djokovic el pasado 13 de octubre (AP) Un talento forjado entre montañas Detrás del éxito meteórico de Sinner se encuentra una historia de sacrificios y adaptación. Nacido y criado en Sesto Pusteria, un pueblo alpino en la frontera entre Italia y Austria, creció en un entorno donde el idioma principal era el alemán, mientras que el italiano era casi desconocido para él. Su familia, compuesta por su madre Siglinde y su padre Hanspeter, le inculcó valores de esfuerzo y humildad desde una temprana edad, mientras él dividía su tiempo entre el esquí y el tenis, dos deportes clave en su región. A los 14 años, Sinner tomó una decisión que marcaría su vida: dejar su hogar y trasladarse a Bordighera, una ciudad al otro lado del país y a más de 640 kilómetros de su familia, para entrenar en una academia de tenis. Fue una transición desafiante, tanto en términos de idioma como de cultura, y su adaptación al italiano fue gradual. En esos primeros años de vida fuera de casa tuvo que integrarse a un nuevo entorno social. Además, enfrentó la soledad que supone la distancia familiar, una experiencia que, como él mismo dijo, moldeó su carácter y fortaleció su determinación. Su imagen, con el característico cabello rojo y su estilo de juego agresivo, atrae tanto a nuevos talentos como a sus fans, conocidos como los “carrot boys” (REUTERS) Ahora, su historia inspira a miles de jóvenes en Italia, donde su éxito contribuyó a un aumento en las inscripciones en las escuelas de tenis. Sinner se convirtió en un símbolo nacional, tanto por sus logros deportivos, como por representar un modelo de sacrificio, perseverancia y disciplina. Su imagen, con el característico cabello rojo y su estilo de juego comprometido, atrae tanto a nuevos talentos como a los fanáticos que lo apoyan en cada partido, muchos de ellos conocidos como los “carrot boys”, quienes lo siguen y animan con entusiasmo en las tribunas. Un masaje, un spray y el abismo A pesar de sus éxitos en la cancha y del respeto ganado en el mundo del tenis, el italiano vivió uno de los momentos más oscuros de su carrera cuando fue acusado de dopaje. La noticia llegó de forma inesperada mientras se encontraba en su apartamento en Montecarlo. Sinner recuerda lo sucedido aquel día junto a Alex Vittur, su representante. “Alex me llama y dice: ‘Jannik, diste positivo’… Inmediatamente traté de entender cómo pudo haber pasado esto, porque yo no había hecho absolutamente nada”, confiesa en la entrevista. La noticia lo dejó en estado de shock; incrédulo, sin encontrar explicación alguna. Se sintió perdido y desconectado de la realidad. La sustancia detectada en su organismo fue una cantidad minúscula de Clostebol, un esteroide anabólico prohibido. La situación era crítica, ya que el positivo en dopaje implicaba una suspensión que amenazaba su posición en el ranking y su reputación en un deporte donde la integridad es fundamental. Sin embargo, tras una investigación exhaustiva, el equipo de Sinner descubrió que el Clostebol provenía de un spray de venta libre utilizado accidentalmente por su fisioterapeuta, Giacomo Nardi, quien trataba un corte en su propio dedo. Las trazas de la sustancia se habrían transferido de forma involuntaria al cuerpo del tenista durante una sesión de masaje. Ante esta explicación, la Agencia Internacional de Integridad del Tenis (ITIA) aceptó la inocencia del italiano y revocó temporalmente su suspensión. Sin embargo, la pesadilla no terminó ahí. En septiembre, la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) presentó una apelación solicitando una descalificación más extensa, de entre tres y seis meses, argumentando posible negligencia. Este giro inesperado sumergió nuevamente a Sinner en la incertidumbre, enfrentándose a la posibilidad de una nueva suspensión en el que fue el año más exitoso de su carrera. Para el tenista, el daño emocional fue profundo. Debió cargar con el peso de la sospecha pública y se vio forzado a cuestionarse cómo lo percibían sus compañeros y fanáticos. “Entré a entrenar en el club de Cincinnati y pensé: ‘¿Cómo me están mirando? ¿Qué realmente piensan de mí?’”, reflexiona. La experiencia le reveló la importancia de su círculo cercano y le permitió descubrir quiénes eran sus verdaderos amigos. El estrés del aislamiento La acusación de dopaje supuso una amenaza profesional para Sinner, y desencadenó una intensa carga emocional que impactó profundamente en su salud mental. Durante el proceso, el joven tenista se sintió obligado a guardar silencio, sin poder compartir sus temores y preocupaciones con nadie. “No podía hablar con nadie al respecto. No podía desahogarme ni buscar ayuda”, admite. En medio de esta tormenta emocional, Sinner seguía compitiendo, aunque el impacto en su bienestar era evidente. Durante Wimbledon, uno de los torneos más importantes del circuito, Sinner llegó a la cancha pálido, reflejando el agotamiento mental y físico que estaba atravesando. La situación llegó a afectar su desempeño en el juego, algo que no pasó desapercibido para sus seguidores y el público en general. La acusación de dopaje supuso una amenaza profesional para Sinner, y desencadenó una intensa carga emocional que impactó profundamente en su salud mental. “No podía hablar con nadie al respecto. No podía desahogarme ni buscar ayuda”, admite (REUTERS) La sospecha constante y el temor a ser juzgado lo acompañaban incluso fuera de las competiciones. “Pasé noches en vela, porque incluso si estás seguro de tu inocencia, sabes que estas cosas son complejas”, confesó. A lo largo de este difícil periodo, Sinner reveló una fortaleza emocional que lo mantuvo en el juego y lo impulsó a reflexionar sobre el sentido de la verdadera amistad y apoyo en la alta competición. El proceso fue una prueba inesperada de resiliencia. La experiencia, aunque dura, fortaleció su carácter y le permitió desarrollar una madurez inusual para su edad. Hoy, encara el futuro con una mayor comprensión de sí mismo y con la certeza de que, más allá de los resultados y los trofeos, el apoyo genuino y la confianza en su integridad son el motor que lo impulsa a seguir adelante. Mentalidad dentro y fuera de la cancha A pesar de las pruebas que enfrentó y los logros que lo consagraron en el tenis mundial, Sinner mantiene una filosofía de vida que va más allá de la competición. Para él, el éxito no se mide únicamente en victorias o posiciones en el ranking. Su enfoque está en el crecimiento personal y en el valor del trabajo en equipo. “Para mí, los resultados son la consecuencia de lo que expresas en la cancha”, afirma. Este enfoque le permitió sobrellevar las dificultades y las expectativas, y le da una perspectiva de resiliencia que lo fortalece dentro y fuera de la cancha. El italiano destaca la importancia de su equipo de trabajo y el apoyo constante de las personas cercanas que entienden su estilo de vida. En su mundo, donde los hoteles y los aeropuertos son una constante, y donde los días transcurren entre entrenamientos y competiciones, su equipo se convirtió en una especie de familia que le permite ser él mismo. “Mi familia me entiende, mi equipo me entiende, tal vez incluso mejor que mis padres”, reflexiona. Estos vínculos son fundamentales en su carrera, pues le proporcionan estabilidad y el respaldo emocional que necesita para enfrentar los momentos de mayor presión. Sensaciones mixtas. El año trajo momentos de gloria (Australia, US Open, el Masters en Turín, nada menos) pero también la infausta noticia del doping. La noticia lo shockeó. Se sintió perdido y desconectado de la realidad (REUTERS) Por otra parte, Sinner cuenta con pequeños placeres fuera de la cancha. Entre ellos se encuentra la conducción de autos, una actividad que le brinda un escape en medio del caos competitivo. “Me encanta conducir un coche. Me hace sentir genial. Solo, aislado, pongo la música, luego de vez en cuando la apago y escucho el motor y me cargo así”, comparte. Este tiempo a solas le da la oportunidad de desconectar y de recargar energías, permitiéndole regresar al tenis con una mentalidad renovada. La madurez y autoconocimiento que desarrolló también se reflejan en su manera de afrontar las adversidades y en su disposición para aprender de cada experiencia. Su trabajo con Riccardo Ceccarelli, su psicólogo deportivo, le permitió entender la importancia de la aceptación de los errores como parte del proceso de crecimiento. “He madurado; me entiendo más. Puede sonar tonto, pero conocerte a ti mismo es fundamental”, asegura. Este enfoque le permite olvidar rápidamente los errores en el juego y aprender de ellos y transformarlos en oportunidades de mejora. La familia y el amor: pilares fundamentales El tenista valora profundamente las relaciones personales que le brindan estabilidad y serenidad en medio de la presión. Uno de los pilares de su vida es su pareja, la también tenista Anna Kalinskaya. Aunque su relación no es pública en exceso, Sinner menciona con naturalidad el apoyo emocional que ella representa para él, describiendo su vínculo como algo auténtico y sin presiones. “Tener novia es algo que o te hace sentir bien o mal… No puedo permitirme cambiar como jugador o como persona”, explica. Para el italiano, esta relación funciona porque le permite mantener su esencia, sin forzar adaptaciones en su vida profesional ni en su personalidad. Sinner junto a su pareja, Anna Kalinskaya (AFP) A la par de su relación con Kalinskaya, también siente una fuerte conexión con su familia, aunque el tenis lo mantenga lejos de ellos la mayor parte del tiempo. Su carrera, llena de éxitos, también requirió sacrificios personales que lo apartaron de sus seres queridos en múltiples ocasiones. A medida que avanza en su carrera, reconoce la importancia de reservar tiempo para su familia y seres cercanos, un aspecto de su vida que no quiere desatender. “El tenis es importante, pero no pasé suficiente tiempo con las personas que amo. Tengo que encontrar tiempo para eso, porque algunas cosas pasan y nunca regresan”, admite. Consciente de que su carrera deportiva tiene una duración limitada, el italiano está atento a que el éxito profesional no lo aleje de las relaciones que realmente importan (REUTERS) Consciente de que su carrera deportiva tiene una duración limitada, el tenista italiano está decidido a priorizar lo esencial, asegurándose de que el éxito profesional no lo aleje de las relaciones que realmente importan. En cada paso, muestra una sensibilidad y una determinación que lo distinguen en el circuito. Para él, el verdadero éxito reside en el equilibrio entre la excelencia deportiva y el valor de los lazos personales, una dualidad que sigue fortaleciendo mientras avanza en su prometedora carrera.

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