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Parana » Ahora
Fecha: 23/11/2024 10:25
Una muerte no tiene justificativos, pero sí atenuantes. El asesinato de Ramón Avelino Sosa permitió conocer la historia de su hijo Walter Sosa, quien tuvo una vida signada por la violencia, la indiferencia y el maltrato. El trabajo mancomunado de fiscalía y defensa permitió conocer qué desencadenó un crimen que conmocionó a Paraná. La defensa de Sosa, de 41 años, fue encabezada por el abogado Claudio Berón, quien logró un acuerdo con la Fiscalía que resultó en la reducción de una pena inicial de prisión perpetua a 11 años. Berón expresó en diálogo con AHORA su satisfacción con el acuerdo, destacando el arduo trabajo realizado durante varios meses junto al fiscal Mariano Budasoff. Walter Sosa esta acusado de Homicidio agravado por ser cometido en circunstancias extraordinarias de atenuación en perjuicio de su padre, Ramón Avelino Sosa. El hombre de 85 años murió el 16 de marzo pasado dentro de su domicilio ubicado en calle Amancio Albariño Nº 1240 de la ciudad de Paraná donde ambos convivían. El viernes 29 de noviembre a las 11 la jueza del Tribunal de Juicio y Apelaciones de Paraná, Carolina Castagno, dará a conocer si hizo lugar al acuerdo de juicio abreviado. Según las declaraciones de Berón, el caso presentó una situación familiar inusual. A diferencia de otros casos de parricidio, la familia de Sosa mostró un apoyo incondicional hacia él. “En un primer momento, vi que tanto la hermana como el hermano, sobrinos, cuñados, todos estaban preocupados por él”, señaló Berón. Este apoyo fue crucial para el desarrollo de la defensa, particularmente durante los tres meses que Sosa estuvo internado en estado reservado. El abogado explicó que las declaraciones de los familiares y una pericia psicológica revelaron un trasfondo de maltrato que Sosa había sufrido durante casi toda su vida a manos de su padre. Este maltrato, que incluyó desprecio, violencia verbal y física, y ausencia de apoyo emocional, se acentuó tras la muerte de la madre de Sosa en 2016, quien había sido su principal protectora. Berón resaltó que el maltrato constante y el contexto psicológico de Sosa justifican la aplicación de circunstancias extraordinarias de atenuación, lo que permitió la recalificación del homicidio agravado. “El Código Penal permite esta recalificación cuando existen circunstancias extraordinarias de atenuación”, afirmó Berón. La Fiscalía, representada por Budasoff, trabajó de manera objetiva y consideró las pruebas presentadas, incluyendo testimonios de los familiares y la pericia psicológica. Esto llevó a aceptar una pena reducida de 11 años en lugar de la perpetua inicialmente contemplada. El acuerdo alcanzado no solo refleja la complejidad del caso, sino también la importancia de considerar el contexto familiar y psicológico en los procesos judiciales. Berón concluyó sus declaraciones destacando la necesidad de un enfoque humano en la justicia, que contemple todas las dimensiones de la vida de los acusados. El dolor a flor de piel Sosa, más conocido como “Pelado” entre sus amigos y familiares, fue descripto como una persona afable, pero introvertida. Apenas lo detuvieron, reconoció la autoría del homicidio. Pero también relató el dolor que transitó durante sus 40 años de vida hasta que terminó con la vida de su padre. Sus familiares dijeron que tuvo la mala suerte de nacer el mismo día que murió uno de sus tres hermanos. Esa situación marcó la vida de Sosa, ya que nunca le festejaron un cumpleaños. “Cuando yo tenía 14 o 15 años, supe que yo nací en la misma fecha que falleció un hermano mío y en mis cumpleaños él (por su padre) se encerraba en su dormitorio”, relató ante el fiscal cuando realizó su descargo. “De adolescente, era más conflictiva la relación, porque él ya usaba más la violencia física. Cuando era chico, era más violencia verbal, insultos o cosas así. La violencia física era básicamente empujones o querer pegarme, pero por lo general intervenía mi mamá o, mientras yo fui creciendo, me iba defendiendo. Sí, era una persona violenta con los vecinos, ahí sí llegaba a golpearse, llegaba incluso a usar un hierro o un palo para esas peleas”, señaló el muchacho que hoy, producto de las heridas que se produjo en el cuerpo, está con arresto domiciliario. Walter fue el único hijo que se quedó con Ramón Abelino Sosa de 85 años. “Hubo un tiempo después de eso, del fallecimiento de mamá, en que la relación estaba más calma, yo tampoco pasaba mucho tiempo en mi casa; me encargaba de los quehaceres, pese a que él se podía valer por sí mismo. Con el tiempo ya empezó a volver a quedarse encerrado y cada vez que llegaba yo era un problema: que le resolviera algo o lo que hacía estaba mal. A veces o mayormente, me volvía a insultar o buscaba empujarme o hacerme algo y yo me iba de mi casa”. La cuchilla El joven recordó en su declaración que su papá tenía una cuchilla arriba del ropero y que siempre cuando lo insultaba, en tono amenazante le decía que tenía esa cuchilla en su dormitorio. Alguna vez dice que le dijo: “Te puedo cortar entero”. En el relato del día del hecho, Sosa señaló que “el día que pasó esto, yo vuelvo a la noche, alrededor de las 22 o 23, como algo, me voy a acostar, vuelvo a la cocina a buscar algo para tomar y me encuentro con él, en el pasillo, discutimos, me grita y me empuja. Le dije que salga, que se corra y lo empujo, me quiere pegar, él me decía que me ‘iba a pegar puñetes’ y le dije ‘a nadie le vas a pegar vos’ y cuando me quiere ir, me pega y me dice ‘hijo de puta, ¿vas a pelear, o no?’. Me doy vuelta y le digo ‘¿qué?’. Él entra a la habitación y saca la cuchilla del ropero. En eso me acuerdo que forcejeamos, le sacó la cuchilla y después ya no me acuerdo de nada más”. Cabe señalar que tras el ataque el joven fue quien pidió una ambulancia y alertó a la Policía sobre lo sucedido.
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