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» Diario Cordoba
Fecha: 23/11/2024 09:05
El «caso Errejón», los testimonios sobre sus abusos reiterados a mujeres, nos removió lo suficiente como para cambiar paradigmas. El feminismo necesitaba hacer una reflexión reposada de todo ello. Yo presagiaba una respuesta de peso, algún movimiento, una ola enorme a modo de «basta ya» tras lo ocurrido. Lo que no esperaba era que proviniera del sector cultural y, en concreto, del poético. La semana pasada surgía en Instagram la cuenta @victimassectoreditorial con la voluntad de denunciar abusos de todo tipo y recoger testimonios de personas agredidas en el sector editorial a nivel nacional bajo el hashtag #rompeelsilencio. Estos apuntan desde violaciones a todo tipo de prácticas nauseabundas y su publicación ha conllevado en ocasiones que, ante la presión recibida, Anónimo («Anónimo es siempre un nombre de mujer», como se detalla en la Plataforma) solicite retirar la publicación del mismo. De hecho, hasta las personas que han dado «me gusta» a la publicación han sido acorraladas en el ámbito privado. Ante ello, lo que empezaba como una cadena de emails entre un grupo de seis mujeres escritoras terminaba reuniendo a más de 20 en una videollamada en la que se exponían experiencias comunes, se citaban nombres y lugares concretos, se apuntaba a festivales y lecturas... y terminaba convirtiéndose en el «colectivo jarta». Este elabora y publica su propio manifiesto y surge con voluntad de cambio y acción, desde la toma de conciencia de la «depredación» heteropatriarcal existente en «el gran tejido de poder de este sector» y con el compromiso de desvincularse de determinados festivales y editoriales donde se ha legitimado este tipo de violencias, además de crear espacios seguros y, en definitiva, de procurar «la caída de los que se decían aliados». Su manifiesto ha sido suscrito ya por más de 250 mujeres del sector editorial, en constante aumento, una vez que han calado sus mensajes: #seacaboelsilencio, #nosomosanonimassomostodas y #ningunadenosotrasnuncamassola. Y es que la lucha feminista no está dispuesta a callar, a quedarse en la victimización aislada. Al igual que ha ocurrido en el mundo poético, también han surgido grupos similares en el ámbito de la música o la publicidad. Se ha acabado la hegemonía del viejo orden: queremos y debemos denunciar con un «nunca más» entre los dientes, desde la rabia pero con voluntad de hermanamiento con las otras. Creo que a estas iniciativas les queda todavía mucha guerra que dar y que el próximo 25N se espera con ganas de salir a las calles para arropar a todas las compañeras que han sufrido todo este tipo de violencias machistas. Al fin y al cabo sólo queremos poder hacer en paz lo que nos mueve: escribir, leer, publicar. *Escritora
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