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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 23/11/2024 02:39
La representación que realizan en el pueblo cada año, con un Diego y una Isabel, los protagonistas de la trágica historia de amor (Crédito: Captura de Video) Hay muchas historias de amor con final trágico: algunas son reales, otras rozan la leyenda; algunas han dado lugar a obras maestras literarias, como Romeo y Julieta´, de Shakespeare ambientada en Verona (Italia), quizás la más conocida en todo el mundo, aunque se trate de una historia inventada (inventada y todo súper lucrativa; en Verona podremos observar: el balcón de Julieta, la casa de Julieta y hasta las tumbas de ambos, ¡aunque jamás existieron!) ; o la historia de Calisto y Melibea en La Celestina, de Fernando de Rojas; Juana la Loca y Felipe el Hermoso, que después de muerto el Rey, ella nunca pudo sepultar su cadáver por el amor que por él sentía. Luego están los amores en los lugares más remotos: Inés de Castro y Pedro I en Coimbra (Portugal), incluido el vasallaje ante el cadáver de Inés de Castro, el amor incestuoso de los hermanos polacos Anna y Stanislaw Oswiecimowie que inspiró un poema sinfónico de Mieczyslaw Karlowicz o el de Liang Shanbo y Zhu Yingtai en la China del siglo IV, que siguen siendo recordados incluso 1.700 años después. Y también historias de amor que inspiraron grandes obras artísticas como la del emperador Shah Jahan que dedicó esa pequeña joya del Taj Majal a su esposa Mumtaz Mahal como símbolo de su vínculo inmortal en Agra (India); o incluso la tumba de Abelardo y Eloísa, quizás la más bella de las más de 70.000 del famoso cementerio parisino Père Lachaise, el más visitado del mundo; o el no menos bello mausoleo de alabastro y bronce dedicado a los Amantes de Teruel en la iglesia de San Pedro, situada en esta ciudad aragonesa, regalo del escultor Juan de Ávalos, donde actualmente descansan los restos de Diego de Marcilla e Isabel de Segura, cuyas manos no se tocan nunca como símbolo de un amor inacabado. Esta romántica y trágica historia dio lugar también a una auténtica celebración que moviliza a toda la ciudad aragonesa y atrae a decenas de miles de visitantes en fechas siempre cercanas al día de San Valentín (14 de febrero). Los momentos más destacados de la historia son representados por cientos de actores y actrices en distintos lugares de Teruel, por sus habitantes y por espectadores ataviados con trajes medievales que contemplan la representación del amor y el drama. El encuentro, declarado Fiesta de interés turístico nacional, aspira a convertirse próximamente en de interés internacional. Teruel también forma parte de la red “Europa enamorada”, que enlaza una serie de ciudades cuyas historias de amor dejaron huella. La iglesia San Pedro de Teruel (Crédito: Captura de Video) Cuenta la leyenda, o la historia, que Isabel y Diego crecieron y jugaron juntos en el Teruel del siglo XIII. Ambos procedían de familias nobles, ella era la hija de don Pedro de Segura, rico comerciante, y él de la familia Marcilla, también de linaje noble, pero en decadencia, solo títulos sin un peso en el bolsillo. Cuando los dos niños crecieron, su amor adolescente se fortaleció e incluso pensaron en casarse, idea que no agradó al padre de Isabel, quien no habría permitido que su hija se casara con alguien, aunque noble, de clase inferior a la suya. Ante la insistencia de este último, se llegó a un acuerdo por el cual Isabel esperaría al menos cinco años a que Diego obtuviera dinero y honores. Diego participó luego en las cruzadas contra los moros y tomó parte en la famosa batalla de Las Navas de Tolosa en 1212, una de las más importantes de la Reconquista, ganada por los cristianos sobre los musulmanes. Mientras Diego luchaba por lograr su objetivo, Isabel permaneció sola durante cinco largos años, esperándolo y sin saber cuál sería su destino. Se dice que los soldados que regresaban de la batalla de Muret, en la que también participó Diego, informaron que casi todos estaban muertos y uno de ellos, al parecer sobornado por la familia Segura, que quería casar a su hija lo antes posible, dijo que había visto a Diego caer en la batalla. Al ver que se habían cumplido los cinco años pactados y que su padre la instaba a casarse, la joven aceptó entonces la propuesta de don Pedro de Azagra, el poderoso señor de Albarracín. El día en que expiró la promesa que los jóvenes amantes habían intercambiado, toda la ciudad se engalanó festivamente para celebrar un gran compromiso. La fiesta de los Amantes de Teruel es cada vez más grande (Crédito: Captura de Video) La última prueba de amor Ese mismo día, sin embargo, Diego logró regresar sano y salvo a Teruel, con la ilusión de reencontrarse por fin con su amada Isabel. El repique de campanas, la música y los disturbios anunciaron que la ciudad celebraba el matrimonio de Isabel de Segura con Don Pedro de Azagra. En ese momento, Diego pensó que estaba loco de rabia porque su amada no lo había esperado. Aunque, en realidad, Isabel no había roto el acuerdo, habiendo transcurrido los cinco años pactados. Decidió ir a buscarla y pedirle el beso que había deseado durante los largos y duros años de batallas. Subió al balcón de la recién casada y la despertó para rogarle que le diera esta última prueba de amor. Pero Isabel se negó porque no quería ofender a su marido recién casado. Esa negativa hizo que a Diego le estallara el corazón y cayera muerto junto a ella. Según la historia, la extraña muerte conmocionó a toda la ciudad, que acudió en masa a los servicios por el alma de Diego. Isabel, entristecida por haber perdido a su verdadero amor, se coló en el funeral para poder darle el beso que le había negado en vida. Se acercó al cuerpo de su amado y lo besó intensamente, pero esta vez su corazón también falló y cayó muerta sobre el cadáver de Diego. Las familias de ambos y el marido de Isabel por un día, Pedro de Azagra, reconciliados por el drama decidieron así enterrarlos juntos para que nunca más volvieran a separarse. Y de esta manera todavía hoy descansan cerca uno del otro. Fue el artista Juan de Ávalos quien esculpió las estatuas bajo las que hoy reposan las dos momias. La fría serenidad de los amantes, cuyas manos no pueden unirse, sigue siendo el símbolo por excelencia de un amor que trasciende los conceptos humanos. La obra es visible en el interior del Mausoleo de los Amantes anexo a la Iglesia de San Pedro de Teruel, un edificio de nueva construcción donde también se puede admirar el mural original creado por Jorge Gay. Sus rostros serenos, por toda la eternidad, y sus manos, que podrían ser tan famosas como las manos de la Creación de Adán de Miguel Ángel, no llegan a tocarse. Pero el sepulcro es nuevo. Las momias se encontraron por primera vez en 1553, al iniciarse unas obras en la iglesia de San Pedro, y tras diversas peripecias se volvieron a enterrar en la capilla de San Cosme y San Damián. La identificación de estas momias como las de los Amantes no se basó en ningún dato objetivo, sino que el hecho de que los dos ataúdes estuvieran juntos en una misma sepultura y “enteros, sin casi nada tener gastado” en la renovación de la capilla y la exhumación de los cuerpos en 1619 se realizó un registro el llamado “protocolo de Yagüe de Salas” en el que se lee: El mausoleo conserva dos momias que podrían ser los célebres amantes de Teruel […] fueron hallados en dicho lugar y puesto, y en una concavidad como de sepulcro, dos cajones de madera juntos y dentro del uno se halló un cadáver o esqueleto que, al parecer, era de varón por tener las canillas y las demás partes de él recios, robustos y fuertes; y tenía nueve palmos de largo con su cabeza apegada al cuerpo, y la cara y todo él, desde la frente hasta las plantas de los pies, con el cuero entero, sin estar agujereado […] […] y en el otro cajón se halló otro cadáver esqueleto, al parecer de mujer, así por ser más pequeño, por no tener más de ocho palmos escasos, como por tener los huesos y canillas, costillas, dedos y pies pequeños y delicados y menos robustos y gruesos que los del varón; tenía la nariz comida; los dientes apegados y fijos; con algunas uñas en los pies y manos, aunque no todas […] Aunque la fiesta es conocida como “Los Amantes de Teruel”, su título en realidad es “Las Bodas de Isabel de Segura” y forma parte de la Asociación Española de Fiestas y Recreaciones Históricas que cuenta con más de 40 socios por toda España. Con el paso de los años, esta celebración fue mejorando y creciendo, con una amplia programación que incluye mercados medievales, teatro, música, danzas, exposiciones y otras actividades lúdicas. Además de poder presenciar pasajes característicos como la entrada de las tropas aragonesas en pleno centro histórico, los visitantes asisten a exposiciones, conciertos, degustaciones de productos típicos, talleres de artesanía, demostraciones de cetrería o esgrima… En las representaciones principales participan más de 120 grupos de actores y actrices: habrá una Isabel y un Diego, las escenas de la historia de los amantes más importantes del drama son las del Consejo de Teruel, la boda de Isabel, la llegada de Diego o el funeral y muerte de Isabel. Incluso los más pequeños participan con escenarios y actividades de animación en coordinación con los talleres de danza medieval. Teruel recibe a los visitantes con joyas arquitectónicas de estilo mudéjar (Crédito: Captura de Video) Otro de los atractivos de este festival es el escenario en el que se desarrolla, la imponente ciudad de Teruel, donde se encuentra la mejor muestra de arte mudéjar de Europa. La torre de la catedral, así como las torres de San Salvador, San Martín y San Pedro, son las joyas de un conjunto monumental declarado Patrimonio de la Humanidad. Desde el mirador de la Torre del Salvador, que data del siglo XIII, es posible contemplar la belleza y majestuosidad de los paisajes que rodean la ciudad. También es muy hermosa la llamada Escalinata, monumento arquitectónico, y caminar por la Plaza del Torico, lugar emblemático de la ciudad, donde se desarrollan algunos actos de la ceremonia nupcial. Otro lugar de interés es el Acueducto de Los Arcos, declarado Bien de Interés Cultural, o el popular Paseo del Óvalo. Si los cuerpos de los “amantes” que se guardan en los sepulcros son de Diego e Isabel, en verdad que no se puede asegurar; pero sí se puede asegurar que el amor es más grande que la muerte misma y atraviesa el tiempo y la eternidad.
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