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» El Ciudadano
Fecha: 22/11/2024 13:56
¿Tinto, blanco, rosado, seco, dulce, malbec, cabernet, torrontés, tempranillo? El vino, producto de la fermentación de la uva, es originario de Asia occidental según algunas teorías, aunque sin consenso unánime. Pero Argentina es el único país que lo declaró bebida nacional y este domingo, como todos los 24 de noviembre, se conmemora en el país el Día Nacional de Vino. La celebración coincide con la fecha en la que la ex presidenta Cristina Fernández firmó el decreto que declaraba al vino como bebida nacional, en 2010. Y en 2013, se sancionó la Ley 26.870 que oficializó la iniciativa. Lo que se intenta con el día es revalorizar la producción nacional de esta bebida y sus correlatos sociales, económicos y hasta culturales. En el país hay 223.585 hectáreas cultivadas con viñedos de las variedades Malbec, Cereza, Bonarda, Criolla Grande, Cabernet Sauvignon, Syrah, Pedro Giménez. Esto es nada menos que el 3% de la superficie mundial y posiciona al país en el quinto lugar como productor global de vinos. La Argentina exporta vino a 127 países. Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Brasil y Países Bajos son los mayores importadores. La industria vitivinícola genera más de 106.000 puestos de trabajo de manera directa y 280.000 de forma indirecta. Son más de 17.000 los productores que cosechan las uvas para las más de 900 bodegas que abastecen el mercado interno como externo. ¿Malbec o Cabernet? La cepa Malbec es la más representativa del país y encabeza la cantidad de hectáreas plantadas: más de 43 mil. No obstante, no es nativa. La que sí lo es es la Torrontés. “Malbec es la uva con que todas las bodega se abren cancha a la hora de exportar, y fue Argentina quien trabajó con la cepa y la posicionó en el éxito que tiene ahora. Cuando Sarmiento fue a Francia y trajo la Malbec, para ellos era una uva de descarte debido a que el clima allá no es tan cálido y las uvas y las pieles no llegan a madurar tanto y quedaba un vino ácido, tánico, astringente. Los franceses usaban esa especie para hacer vino de corte, es decir, mezclaban un poco con la uva Malbec solo para darle color”, explica Diego Di Giacomo, sommelier y miembro de la Asociación Mundial de Periodistas y Escritores de Vinos y Licores. Pero el Malbec se adaptó al suelo y al clima argentino y se convirtió en la uva más plantada. Para el sommelier, “el vino Malbec argentino es el mejor del mundo, pero no es el mejor argentino. El Cabernet Sauvignon es el que mejor representa el carácter de los y las argentinas, versátil y resistente”. El vino también está presenta en la cultura, en cuadros, poesías, tangos, cuentos y novelas. Y en memorias históricas: Manuel de Olazábal relató que el general San Martín, cuando ejerció como gobernador de Mendoza, invitaba a sus comensales a comparar los vinos mendocinos con los extranjeros, para lo que antes intercambiaba el contenido de las botellas. Miles de años y varios dioses El vino se produjo por primera vez durante el Neolítico, según los testimonios arqueológicos hallados en los montes Zagros, en la región que hoy ocupan Irak e Irán. Allí se observó la presencia de uva silvestre. La evidencia más antigua de la producción y consumo de vino es una vasija de cerámica del año 5400 a.C. hallada en el poblado neolítico de Hajji Firuz Tepe, en los montes Zagros. El recipiente contiene un residuo rojizo, presumiblemente vino. Después, se encontró lo que se considera la bodega más antigua conocida, datada en el año 8000 a.C., en Georgia. El consumo de vino se extendió hacia el occidente, llegando a Anatolia y Grecia, y hacia el sur, hasta Egipto. La más antigua documentación griega sobre el cuidado de la vid, la cosecha y el prensado de las uvas es Los trabajos y los días, de Hesíodo, del siglo VIII a.C. En Egipto, Grecia y Roma, se adoraba a Dioniso o Baco (dios de los viñedos) y la Biblia se refiere al vino en diversos pasajes, entre otros donde relata la última cena de Jesús. En China, hace 4000 años, ya conocían el proceso de fermentación de la uva, y en Egipto, en el siglo XIV a.C., la viticultura, que se expandió junto a la propagación del cristianismo por el uso del vino para la celebración de la misa.
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