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» Diario Cordoba
Fecha: 22/11/2024 04:40
Director general de la Federación Española del Vino. José Luis Benítez (Madrid, 1963) se incorporó en 1999 al sector en el Grupo Faustino. Ingeniero agrónomo, preside también el Comité LEX sobre legislación europea y mercado interior en CEEV (la patronal europea del vino). Cree que se ha sofisticado demasiado el consumo: "He discutido con gente que criticaba que en un anuncio se cogía la copa por el cáliz y no por el tallo. Pero vamos a ver, como si le echan hielo. También a los del whisky les parecerá mal que echemos hielo a su bebida". ¿Cómo ve ahora mismo la situación del sector? Con optimismo. La evolución de la comercialización en los últimos años ha estado estancada o incluso con ligeras caídas no solo a nivel nacional, también a nivel global. Sin embargo, desde antes del verano para acá hay un crecimiento del consumo interior del 1,3%. También parece que las exportaciones a nivel global están mejorando un poquito. Pero con Donald Trump las probabilidades de que vuelvan los aranceles a los vinos europeos son altísimas. Y China es un país que parecía la panacea en el consumo de vino y sin embargo no acaba de tirar. ¿Y China por qué dice que no es la panacea? Creíamos en el mundo occidental que China ya había adaptado nuestro modelo de consumo. Otro factor muy dramático para los vinos y sobre todo para los vinos de más precio en general fue la prohibición hace unos años de hacer regalos a los funcionarios con motivo del Año Nuevo chino. Era un poco como los regalos de Navidad en España. Y luego es un mercado que no acaba de consumir. Culturalmente la cosa no va tan rápida. ¿Y el resto de los mercados de exportación? ¿Y Rusia? Rusia no era el gran mercado. Digamos que el top son el Reino Unido, Estados Unidos, Alemania y Suiza. Especialmente México, Canadá y Suiza son mercados de precio por litro muy elevado y es donde cada día tengo más claro que tenemos que dirigir el foco. El vino español tiene un margen muy importante porque nuestro márketing durante muchos años se ha basado en la relación calidad-precio, lo cual es un error absoluto. Existe la idea de que estamos vendiendo vino de España o de Rioja o de Ribera del Duero. ¿Hay que cambiar para vender marcas? Muchas veces los españoles que estando solos vamos a vender más, cuando el consumidor mundial sigue reconociendo las marcas-país en un sector como el vino. Y también hay que trabajar en esa relación tan brutal que tiene el vino con la comida. Aquí hemos hablado de los grandes cocineros, pero yo he estado en eventos en el exterior y los grandes cocineros, y esto no es una crítica, no hablan del vino español porque para eso están sus sumilleres. A ellos no les toca. Hombre, hemos desperdiciado una oportunidad de oro. Hay excepciones. Un caso muy notable es José Andrés, que siempre ha defendido mucho el vino español. Habría que hablar también un poco de las amenazas. Este es un sector netamente exportador, pero no solo el español. Más del 50% del vino que se produce a nivel global se exporta. Por lo tanto, el comercio es algo fundamental para el vino. Por eso nos interesan tanto los tratados de libre comercio, que no haya aranceles en el vino, que no haya barreras comerciales encubiertas... El Ministerio de Agricultura ha dicho que el superávit del comercio agroalimentario español es de 15.000 millones de euros, convirtiéndolo en el primer sector, por delante del automovilístico. Pues a ese superávit de 15.000 millones, el vino contribuye con más de 3.000 millones, el 20%. "Hemos desperdiciado una ocasión de oro porque los grandes cocineros no hablan del vino español" undefined Pero también hay una tendencia a un menor consumo entre las generaciones jóvenes. No podemos esperar que los demás solucionen los problemas que nosotros hemos contribuido a crear. Hemos querido sofisticar tanto el consumo del vino que lo hemos hecho inalcanzable para la gente. Yo he tenido discusiones en el seno de una comisión porque en una campaña de publicidad la gente cogía la copa por el cáliz y me decían: está muy mal este anuncio, porque la gente no coge la copa por el tallo. Pero vamos a ver, a un consumidor medio le da igual. Como si le echan hielo. Digo yo que a los del whisky les parecerá mal que le echemos hielo a su producto. ¿Las bodegas deben plantearse bajar la graduación de los vinos? Hay una tendencia al consumo de vinos más ligeros. Antes estaban de moda los vinos tintos con mucho cuerpo. Y luego está el cambio climático, porque la diferencia que tiene el vino con cualquier otra bebida es que está totalmente ligado a las circunstancias climatológicas y a las meteorológicas de cada año. Y tenemos un ciclo climático que está produciendo un incremento del grado de la uva. Entonces, con el cambio climático, ¿qué hay que hacer? ¿Qué se está haciendo? Es una de las grandes amenazas, junto con el tema de la salud. Díselo a Catalunya, que lleva cinco años de sequía en el Penedès, con unas producciones bajísimas. Díselo a Jumilla o Aragón, donde no hay forma de que los vinos tintos, de manera natural, se puedan producir con menos de 14 grados. Hemos sido la única entidad que en 2018 hicimos un plan sectorial de lucha contra el cambio climático en el viñedo, que se lo entregamos al ministro Luis Planas y ahora lo acabamos de actualizar. Hay dos medidas, unas las de adaptación y otras las de mitigación. En mitigación poco podemos hacer como sector. Luego está la adaptación, que va a depender mucho del futuro y no pinta muy bien. Las previsiones más optimistas dicen que muchas de las zonas de España donde actualmente el cultivo de la viña es idóneo dejarán de serlo. Eso no quiere decir que vaya a desaparecer la viña de ahí, ¿vale? Entonces, ¿qué hay que hacer? Reinjertar nuevas variedades, aplicar patrones que resistan a la sequía, buscar técnicas de cultivo que permitan esa adaptación... Y luego estarían las medidas extremas, que es llevarte el viñedo a otro sitio, cambiar la variedad... Presentaremos en breve al ministerio un plan de lucha actualizado contra el cambio climático en viñedo, con una cuantificación de inversiones. A todas estas amenazas se suma el movimiento antialcohol. En los últimos años se está cuestionando a nivel internacional la legitimidad del vino y voy a ser muy claro: los que quieren cargarse el alcohol pensarán que si se cargan al vino se cargan todo lo demás. Así de claro. No quiero decir que nos quieran prohibir totalmente beber vino o cerveza, pero sí dificultarlo. Te están diciendo: sube los impuestos al alcohol, a las bebidas con contenido alcohólico, reduce su exposición a donde nadie los vea en los lineales, reduce o elimina la publicidad… ¿Considera que es en parte un tema ideológico? A nivel internacional hay una ideología detrás, está claro, es público. Yo no le digo a nadie que tienen que beber vino si no lo quiere beber. Hay médicos que sostienen un mantra que es que no hay nivel seguro de consumo de bebidas con contenido alcohólico. Lo que hay que preguntarse es: ¿un nivel seguro para qué? Tampoco hay nivel seguro para salir a la calle, conducir, comer, vivir. ¿No es mejor educar, no es mejor exigir que se defienda el consumo con moderación? Ahora con lo que se está atacando es con el tema del cáncer, cuando el cáncer es una enfermedad multifactorial. Es que además, y esto lo dice la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) OMS, el consumo de bebidas alcohólicas es un factor de riesgo, pero no es ni primero, ni el segundo, ni el tercero, ni el cuarto, ni el quinto, ni el sexto. Y, sin embargo, se ha empezado una batalla en la propia Unión Europea, asumida por muchos eurodiputados como mantra, que lo traducen en una cosa que es mentira, que es que el alcohol produce cáncer. No. En Irlanda en 2026 entrará en vigor un reglamento por el que todas las bebidas con contenido alcohólico tendrán que llevar un aviso, que entre otras cosas dice: el alcohol causa cáncer. ¿Esta corriente qué es si no ideológica? ¿Qué siente cuando ve que se trata de poner el vino al mismo nivel que el tabaco o que otras sustancias como el cannabis? Eso es muy interesante, porque el cannabis no se pone al mismo nivel, es que ahora es bueno. Siento indignación. Siento indignación porque se nos quiere equiparar y sobre todo indignación porque muchas veces se hace por una motivación ideológica. ¿Cree que esos avisos de los que hablaba -por ejemplo, el de Irlanda- pueden llegar a otros países como Francia y España? Desgraciadamente, sí. ¿Hay una burbuja de bodegas? Es más la idea que hay, que la realidad. Yo creo que ni hay un boom de bodegas ni hay una desaparición de bodegas. Por supuesto que siempre hay algo, como en cualquier negocio. Es un sector resiliente, es un sector mayoritariamente de empresas muy familiares, incluso algunas muy grandes. En realidad hay pocos bodegueros que se compran yates y casas en Gstaad. Más bien es lo contrario. Gente que tiene yates se compra una bodega, lo que pasa es que luego, como es un sector muy especial, muy ligado a un sitio, le gusta menos, porque esto es muy glamuroso en la mesa pero en la viña lo es bastante menos.
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