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» Diario Cordoba
Fecha: 20/11/2024 05:18
El alcalde de Córdoba, José María Bellido, ha anunciado la redacción de una ordenanza tras la que, quizá en unos seis meses, se restringirá la concesión de licencias para viviendas turísticas en los distritos Centro y Sur. En otras ciudades ya han tomado medidas similares para evitar no solo una presión turística que se está escapando de las manos, sino también una distorsión en el mercado inmobiliario que, junto a inversiones hosteleras, hace que los precios de la vivienda en alquiler para largos periodos sean estratosféricos, vaciando el centro de residentes. Y ya se pueden dar prisa con la norma en Córdoba, e incluso plantearse dictar medidas provisionales, porque me dicen que después del anuncio del alcalde se ha desatado toda una carrera especulativa. Puede que dentro de seis meses la situación esté desbocada. Sin embargo, muchas veces «lo importante» no coincide con «lo que importa», también en el capítulo del turismo. Es el caso de un amigo que, camadarería aparte, me dio el otro día toda una paliza (verbal) sobre una cuestión hostelera. Y es que mientras en otras ciudades históricas las terrazas de los locales lucen con sillas, mesas, sombrillas, velitas y jardineras ‘monísimas de la muerte’, que es lo que pega en una urbe señorial, en Córdoba hay desde amplias plazas a rinconcitos únicos tomados por veladores con una estética baratucha de metal y plástico repletos de publicidad de marcas, degradando la zona en lugar de convertir la terraza en una oportunidad para engrandecer la ciudad. Tan acalorado estaba mi amigo con la cuestión, proponiendo incluso que se haga una ordenanza al efecto, que no osé decirle que ya existen normas. ¡Ni me atreví! Como todo el artículo 16 de la ordenanza de veladores (del 2008), que arranca diciendo que «no se autorizarán terrazas que menoscaben la contemplación, el disfrute o las características específicas y relevantes de espacios públicos, monumentos o edificios singulares, incluso cuando no cuenten con protección especial»; mientras que la ordenanza de publicidad exterior (1990) prohíbe, y más sin haber ‘pasado por caja’, la exhibición de marcas comerciales en el casco histórico, dedicándole a ello todo su capítulo XI. Así que, supongo, además de tomar medidas para que la gentrificación no acabe convirtiendo el Centro en un decorado, que si llegase el caso lo menos grave sería la sensación chusca de los veladores, también habría que actuar en esos otros aspectos relacionados con el patrimonio y la estética de la ciudad. Aunque solo sea por no escuchar más a esos indignados, vehementes y reiterados, pero certeros, argumentos de mi amigo.
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