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» Diario Cordoba
Fecha: 19/11/2024 17:28
Gabriel Ruiz Cabrero, arquitecto encargado de la conservación de la Mezquita-Catedral de Córdoba desde 1978, presentó este lunes en el Círculo de la Amistad su último libro, titulado Mezquita-Catedral: invención y réplica, en el que ofrece su particular visión sobre la evolución artística y arquitectónica que ha experimentado este edificio. Esta obra, que llega después de años de estudio de un testigo privilegiado del pasado y presente de este monumento, ofrece la mirada de un arquitecto que aborda las sucesivas transformaciones de la Mezquita-Catedral y «cómo cada actuación ha hecho posible que el edificio se adaptara a las necesidades concretas de cada momento». Así, la Mezquita de Abderramán I fue una mezquita hecha muy rápidamente porque el emir se moría y quería verla terminada por un arquitecto cristiano que la construye con columnas y pilares mal cimentadas, lo que hará que el edificio sufra muchas reformas desde el principio, explica. Cuando Alhakén II, ya califa de Córdoba, hace su ampliación, en realidad, «hace una mezquita nueva por completo porque remodela totalmente las intervenciones anteriores y cambia por ejemplo los techos para instalar un artesonado de madera en todo el edificio, dando lugar a una mezquita diferente y adaptada a las necesidades de un califa con un importante poder político que este usa el edificio para recibir a autoridades y convierte la mezquita en una extensión del palacio», explica, «nada que ver conceptualmente con la mezquita de sus antecesores». Con la catedral, ocurre igual, afirma. «Cuando Alfonso X dice al Cabildo que no se toque nada, se expresa un respeto religioso hacia el edificio». Sin embargo, poco a poco se van haciendo intervenciones «para convertir el edificio en lo que cada momento de la historia entiende que debe ser una catedral». Así, según Ruiz, «al principio será una catedral muy sencilla porque la liturgia lo era, pero con la Contrarreforma, que exige más actos litúrgicos, cambia y se van abriendo capilla; el Concilio de Trento decidirá después cambiar el altar, lo que cambia su fisonomía, y el dogma de la Inmaculada Concepción obligará más tarde a construir una capilla», lo que refleja la evolución del concepto a lo largo de los siglos y el proceso de adaptación del edificio. La primera gran restauración del monumento La última gran transformación se produce en 1815, detalla, con el obispo Trevilla, que derriba la capilla de San Pedro que tapaban las cúpulas. «Esa es la primera gran restauración del edificio, que sitúa a Córdoba como cabeza de Europa en esta materia», afirma Gabriel Ruiz. Es ahí cuando la restauración y conservación se convierte en una prioridad absoluta, máxima que se mantiene hasta nuestros días. Para el arquitecto, el actual uso turístico de la Mezquita-Catedral, que convive con su uso religioso y científico, permite sufragar los gastos de mantenimiento pero también es una fuente de erosión, comenta. Como en otros periodos, el uso condiciona el concepto arquitectónico del mismo, que debe contar con medidas de seguridad, iluminación y control invisibles y compatibles con las actuaciones de restauración y puesta en valor. El resultado es un edificio con vida propia y en constante evolución, capaz de adaptarse a cada momento histórico.
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